El drama de tener menos de 30 años en España: necesitas cuatro años de salario íntegro para la entrada de una hipoteca y 14 para pagarla

Solo uno de cada siete jóvenes logra mudarse del hogar familiar para comenzar un proyecto propio

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Imagen de archivo de una
Imagen de archivo de una manifestación en España a favor de la vivienda digna. (Álvaro Cabrera./ EFE)

Ser joven hoy en día no es fácil. O tienes padres que te dejan la vida solucionada o te toca hacer frente a una dura realidad: el tenebroso mercado de la vivienda en España. Para los que todavía están por debajo de los 30 años, esa edad en la que parece que tienes toda la vida por delante y estás en momento de experimentar y de equivocarse, en lo que no tendrán mucha opción a cometer errores es en la compra de vivienda. Según datos recientes recogidos por el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE) en su balance correspondiente al segundo semestre de 2024, esta es la situación: se necesita destinar el salario íntegro de cuatro años solo para reunir la entrada de una hipoteca, sin considerar los gastos adicionales que implica la compra de una vivienda.

Según el organismo, la tasa de emancipación entre jóvenes españoles ha caído a un 15,2%, la cifra más baja desde que hay registros, lo que representa 102.203 personas menos viviendo de manera independiente respecto al año anterior. En otras palabras, solo uno de cada siete jóvenes logra mudarse del hogar familiar para comenzar un proyecto propio. Una realidad agravada por el aumento continuado de los precios de la vivienda, a pesar de la reciente mejora en ciertas cifras laborales.

La compraventa de viviendas se disparó en junio un 17,9% respecto al mismo mes de 2024, hasta un total de 59.021 operaciones, según ha informado este martes el Instituto Nacional de Estadística (Fuente: INE / Europa Press).

Para acceder a una vivienda en propiedad, el precio medio a finales de 2024 se situó en 197.210 euros, un 7 % más que el año previo, de acuerdo con el informe del CJE. La entrada inicial, estimada en 59.000 euros, requiere que una persona asalariada destine de manera íntegra su salario durante cuatro años completos, una meta inalcanzable para una parte significativa de la juventud, cuya mediana salarial anual se quedó en 14.046,52 euros. El reto es tal que, de disponer solo de ingresos de un empleo joven promedio, la compra de una casa supondría comprometer 14 años de salario íntegro, sin destinar nada a otros gastos esenciales.

Destinar el 92% del salario al alquiler

En España, el porcentaje del salario que se debe dedicar al alquiler de una vivienda libre asciende al 92,3%, de modo que la posibilidad de emanciparse en solitario desaparece virtualmente para la mayoría. Ni siquiera el alquiler de una habitación en un piso compartido ofrece un respiro: el precio mediano de 380 euros mensuales representa un 32,5 % del salario neto, superando el umbral de asequibilidad aceptado internacionalmente. En el caso de un hogar joven —es decir, dos o más jóvenes compartiendo gastos—, el esfuerzo requerido sigue siendo elevado, situándose cerca del 46,8 % de sus ingresos totales.

El Consejo de la Juventud de España alerta de que, pese a los discursos que asocian el retraso en la emancipación a la falta de voluntad o esfuerzo de la juventud, el obstáculo central son las condiciones estructurales de mercado: ni mejores salarios ni mayor estabilidad laboral han revertido la tendencia. “¿Cómo se supone que vamos a vivir si ni siquiera tenemos garantizado un espacio mínimo y seguro para desarrollarnos como personas?”, cuestiona el CJE, que denuncia además el aumento del estrés, la ansiedad y otros problemas de salud mental entre quienes sufren esta incertidumbre.

Gráfico del Observatorio de Emancipación
Gráfico del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España.

En este contexto, el régimen de alquiler es la tónica dominante. El 57,9 % de jóvenes emancipados reside en viviendas alquiladas, con el porcentaje de quienes comparten piso aumentando hasta un 29,3 %. Apenas un 19,7 % de quienes logran independizarse vive solo, y la fórmula de la emancipación individual es cada vez menos frecuente, acorralada por la falta de recursos.

La precariedad laboral sigue siendo una seña distintiva en la experiencia juvenil. El desempleo entre los menores de 30 años se sitúa en un 19,1 %, la tasa más baja para un segundo semestre desde hace más de una década, pero la recuperación apenas alcanza para contrarrestar la pérdida de poder adquisitivo causada por la subida de precios. Cerca del 27 % de los jóvenes ocupados trabaja a tiempo parcial, y de estos, casi el 40 % lo hace de forma involuntaria al no encontrar jornadas completas. Por género, las diferencias persisten: el 33,8 % de las mujeres jóvenes trabaja a tiempo parcial, frente al 20,5 % de sus homólogos masculinos, y la sobrecualificación afecta ya al 36,2 % de quienes cuentan con estudios superiores.

Por nivel educativo, sólo el 10,5 % de jóvenes que cuentan con estudios secundarios obligatorios han logrado emanciparse, frente al 22,8 % entre quienes disponen de estudios superiores. La brecha es aún mayor si se considera la actividad laboral: entre quienes tienen empleo, el 26,4 % ha abandonado el hogar familiar, en comparación con el 13,9 % entre quienes están en paro y apenas un 5,2 % de los inactivos.

Un trabajo no te libra del riesgo de pobreza

El riesgo de pobreza acecha incluso a quienes desempeñan un trabajo. Un 18,8 % de los jóvenes ocupados se encuentra en situaciones de vulnerabilidad económica, lo que indica que la mera consecución de un empleo ya no garantiza una protección frente a dificultades materiales severas. La brecha de género se reproduce también en la economía del hogar: el 31,1 % de las mujeres jóvenes están en riesgo de pobreza, frente al 28,9 % de los hombres.

Por comunidades autónomas, el informe muestra fuertes disparidades. La Comunidad de Madrid y Cataluña concentran las tasas de emancipación más elevadas (17,9 % y 17,6 %, respectivamente) y los salarios jóvenes varían desde 17.563 euros anuales en la capital hasta los 11.793 en Canarias, lo que amplifica las desigualdades en el acceso a la vivienda y la autonomía económica.

El informe del Observatorio de Emancipación destaca también el crecimiento del saldo migratorio positivo. En 2023 llegaron a España más de 386.000 jóvenes procedentes de otros países, mientras que cerca de 147.000 emigraron, principalmente personas con nacionalidad extranjera, lo que supuso un aumento global de la juventud residente en el país.

Noticias del día 10 de septiembre del 2025.

A pesar del descenso de la tasa de temporalidad (del 34,7 % en 2023 al 33,6 % a finales de 2024) gracias a las últimas reformas laborales, las contrataciones temporales todavía afectan a uno de cada tres jóvenes asalariados. Las mujeres continúan más expuestas a este tipo de contratación (37,5 %) en comparación a los hombres (30 %), perpetuando la inestabilidad en sus trayectorias profesionales.

Los ‘ninis’ ya no existen

Por otro lado, el estereotipo de la juventud “nini” —ni estudia ni trabaja— está lejos de la realidad. En 2024, sólo un 2,2 % de los jóvenes menores de 30 años se encontraba en dicha situación, mientras que el fenómeno “sisi” (quienes trabajan y estudian al mismo tiempo) abarca ya un 35,5 % de los jóvenes ocupados, un porcentaje en aumento según el Consejo.

Los problemas de vivienda, concluye el CJE, tienen impacto más allá del plano económico: minan la salud mental y emocional, debilitan la confianza en el sistema democrático y siembran desafección hacia las instituciones. La organización reclama que el derecho a una vivienda digna no puede depender del mercado y exige iniciativas como la reforma de la Ley de Arrendamientos Urbanos, un nuevo Estatuto del Becario y cambios fiscales en materia de vivienda.

Mientras tanto, para la mayoría de quienes tienen menos de 30 años y residen en España, emanciparse se convierte en una meta cada vez más lejana, atrapados entre salarios precarios y el aumento de los precios. El Consejo de la Juventud de España insiste en que es necesario un compromiso conjunto de las administraciones para garantizar la autonomía de las nuevas generaciones y revertir el drama social que supone, para cientos de miles de jóvenes, no poder acceder a una vivienda propia ni siquiera después de años de esfuerzo y trabajo.