
Septiembre vuelve a poner a prueba la paciencia de padres y madres con una de las tareas más temidas de la vuelta al cole: forrar los libros. Entre el aumento del coste del material escolar y la montaña de manuales que hay que plastificar, muchos buscan formas más sencillas, efectivas y sostenibles de proteger los libros escolares.
Con el inicio del curso escolar, muchas familias enfrentan un clásico desafío logístico: forrar correctamente los libros de texto de sus hijos. Aunque a primera vista puede parecer una tarea menor, lo cierto es que, entre libros, cuadernillos y agendas, pueden acumularse más de 20 ejemplares por alumno si los materiales son trimestrales.
Además del tiempo que requiere, la elección del tipo de forro se convierte en otra decisión clave: adhesivo o no adhesivo, transparente o mate, con etiquetas o sin ellas. Este año, además, crece el interés por materiales menos perjudiciales para el medioambiente, como el polietileno verde o el polipropileno reciclable.
El método del calcetín
Uno de los métodos que más ha estado circulando en redes sociales en los últimos años es el llamado “truco del calcetín”, que promete acabar con las burbujas de aire al usar forro adhesivo.
El procedimiento es simple: basta con usar un calcetín hecho bola para presionar el forro mientras se adhiere al libro, permitiendo un acabado más uniforme. Previamente, se recomienda enrollar el forro en sentido contrario al que viene para que quede plano, limpiar bien la superficie del libro y cortar con margen usando la cuadrícula del forro como guía.
Este método ha sido compartido por varios blogs y páginas educativas como una alternativa casera, económica y eficaz para conseguir resultados profesionales sin herramientas especiales.
Fundas lisas y forros clásicos
Además del forro adhesivo, existen otras opciones más rápidas como las fundas tipo “forralibros”, que ya vienen con la forma hecha y permiten introducir las tapas del libro para fijarlas con una tira adhesiva.
Otra alternativa clásica es el forro no adhesivo, que se fija con celo y se puede reutilizar. Es ideal para quienes quieren conservar los libros para futuros hermanos o venderlos en tiendas de segunda mano. Precisamente, la venta de libros usados ha crecido en los últimos años, impulsada por el aumento de precios de la vuelta al cole.

Aunque forrar los libros no es obligatorio, cada vez más familias lo ven como una forma inteligente de proteger los materiales escolares y darles una segunda vida. “Es útil si luego quieres donarlos, venderlos o simplemente que lleguen enteros a final de curso”, explican desde varias librerías madrileñas que también ofrecen el servicio de forrado por un pequeño coste adicional.
En los últimos años también se han popularizado opciones más creativas, como forrarlos con papel de regalo, tela de vaqueros reciclada o diseños personalizados, cubiertos posteriormente con una capa de forro transparente.
Más allá del acabado estético, forrar libros correctamente puede suponer un ahorro a largo plazo para muchas familias, además de una forma sencilla de reducir el consumo de nuevos materiales cada año escolar.
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