La ‘casa okupa’ más deseada y con vistas al mar que todos quieren comprar en una subasta: “Vivimos aquí, trabajamos aquí y nos quedaremos aquí”

El centro de vacaciones de Roches Blanches, en la Bretaña francesa, estaba abandonado y lleva 15 años habitado por cerca de 50 personas. Ahora hay un conflicto por su propiedad

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Una imagen de la región.
Una imagen de la región.

El antiguo centro de vacaciones Roches Blanches, ubicado en la punta de Leydé en Douarnenez, en la Bretaña francesa, se encuentra en el centro de una disputa que ha captado la atención regional. Tras 15 años de okupación por una comunidad autogestionada formada por unas 50 personas, que habitaron el lugar porque se encontraba abandonado, el inmueble será subastado en diciembre, después de un aplazamiento que ha intensificado la pugna entre los actuales habitantes y las autoridades locales.

La subasta, prevista inicialmente para septiembre, fue pospuesta debido a la imposibilidad de realizar ciertos diagnósticos técnicos requeridos. El tribunal judicial fijó la nueva fecha para el 17 de diciembre, momento en el que el departamento de Finistère planea presentar una oferta que podría alcanzar los 500.000 euros. Por su parte, los ocupantes, organizados en la asociación Le sens de la Vis, han recaudado cerca de 100.000 euros a través de internet y aseguran haber reunido los 200.000 necesarios para la primera puja, con la esperanza de asegurar la continuidad de su proyecto comunitario. Si fracasan, ya han advertido: “Vivimos aquí, trabajamos aquí y nos quedaremos aquí”.

El sitio de Roches Blanches, con más de 1.600 metros cuadrados habitables frente al mar y enclavado en un pinar sobre las rocas, fue durante décadas un centro de vacaciones y colonia infantil. La Federación de Obras Complementarias de la Escuela Pública de Yonne (FOCEPY) adquirió el lugar en 1999, pero tras su liquidación en 2007, los edificios quedaron vacíos hasta que, en 2010, un grupo de personas comenzó a ocuparlos sin contrato de alquiler. Desde entonces, la ocupación se ha mantenido sin incidentes.

La comunidad que reside actualmente en Roches Blanches está compuesta por personas de edades que van desde los cuatro meses hasta los 55 años. Los ocupantes describen su modo de vida como autogestionado y diverso, con actividades que incluyen la horticultura, la cría de animales, la apicultura, la elaboración de productos lácteos y la organización de talleres artísticos y de bienestar. El lugar ha funcionado como refugio para cerca de un millar de personas en situación de paso o dificultad, según relatan sus habitantes, quienes subrayan que el espacio responde a necesidades urgentes de alojamiento, reconstrucción personal y creación colectiva. “Pagamos nuestros gastos”, explicó uno de los portavoces en una rueda de prensa ante los medios locales franceses, añadiendo: “Contrariamente a ciertas ideas preconcebidas, no vivimos de las ayudas. La mayoría de nosotros trabaja, somos los temporeros de Douarnenez, los interinos de las fábricas”.

Fuente: @DESOKUPADEMOLITION

El proyecto de las autoridades

Sin embargo, las autoridades de la región han manifestado su intención de adquirir el sitio para llevar a cabo un proyecto de “renaturalización” y apertura al público, enmarcado en la gestión de espacios naturales sensibles. Las autoridades han prometido iniciar un proceso de concertación con los ocupantes si logran hacerse con la propiedad, aunque los concejales de la oposición han calificado la idea de “precipitada” y han reclamado mayor transparencia y respeto hacia las familias que residen en Roches Blanches.

El conflicto ha trascendido el ámbito local y ha recibido el respaldo de figuras públicas y artistas. Además, la concejala de la oposición Françoise Pencalet visitó recientemente el lugar y reconoció la función social que cumple en una ciudad donde la crisis de vivienda se ha agravado por la proliferación de residencias secundarias y la presión inmobiliaria. “Es irresponsable dejar un edificio tan grande sin ocupantes, privando a poblaciones que podrían vivir allí”, señaló la edil, aludiendo a las dificultades de acceso a la vivienda en Douarnenez desde la pandemia.

El contexto social de la ciudad refuerza la singularidad del caso. Douarnenez, conocida por su tradición de resistencia y su historia sindical, enfrenta una escasez de vivienda que ha convertido a Roches Blanches en un espacio de acogida y solidaridad. El sitio, clasificado como “espacio natural protegido”, no puede ser objeto de nuevas construcciones, lo que limita la especulación inmobiliaria.