Los bosques europeos, al límite: los incendios y las sequías ponen en riesgo la neutralidad climática de la Unión Europea

El Observatorio Europeo para la Neutralidad Climática alerta de que los sumideros deben crecer 7,6 millones de toneladas de CO2 anuales hasta 2030, pero la tendencia sigue siendo negativa

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Un incendio en Cualedro, Ourense
Un incendio en Cualedro, Ourense (Miguel Riopa)

En la carrera hacia la neutralidad climática, los bosques europeos son el aliado más silencioso y, a la vez, el más imprescindible. Son el mayor sumidero natural de carbono del continente: absorben toneladas de CO2 de la atmósfera y las almacenan durante décadas en troncos, raíces y suelos. Sin esa función, los objetivos climáticos de la Unión Europea no tendrían ninguna posibilidad real de cumplirse.

El último informe del Observatorio Europeo para la Neutralidad Climática (ECNO) muestra que en 2023 se produjo un ligero respiro. Las absorciones naturales netas aumentaron de 236 a 256 millones de toneladas de CO2 equivalente. Pero ese repunte es insuficiente frente a la tendencia de fondo, que sigue siendo negativa en los últimos seis años. Para cumplir con lo pactado en Bruselas, los sumideros deberían crecer a un ritmo de 7,6 millones de toneladas adicionales cada año hasta 2030. Hoy por hoy, el continente está lejos de esa trayectoria.

España, el gran emisor por incendios

Si hay un país donde se percibe con crudeza esta fragilidad, ese es España. En 2023, los incendios forestales liberaron en el país 17,68 millones de toneladas de CO2, el registro más alto de toda la Unión. Esa cifra récord ya encendió las alarmas en Bruselas.

El verano de 2025 no ha hecho sino confirmar los peores temores: con varias olas de calor encadenadas, un déficit hídrico histórico y miles de efectivos desplegados en emergencias, el fuego ha arrasado desde los pinares de Castellón hasta los montes gallegos o las riberas del Ebro. En conjunto, decenas de miles de hectáreas calcinadas en solo unos meses han convertido la temporada en una de las más devastadoras de la última década.

No se trata solo de un drama ambiental o humano. Cada hectárea quemada significa años de absorción de carbono volatilizados en cuestión de horas. Pero, además, un bosque que arde no vuelve a capturar carbono con la misma eficacia: la pérdida de suelo fértil, la erosión y el debilitamiento de los ecosistemas reducen su capacidad futura como sumidero.

Bomberos forestales antes las llamas
Bomberos forestales antes las llamas de un incendio forestal. (EFE/ Sxenick)

El fuego, sin embargo, no es el único enemigo. La crisis climática multiplica las amenazas: sequías prolongadas que dejan árboles exhaustos, plagas que prosperan en inviernos cada vez más suaves, y masas forestales envejecidas que, con la madurez, absorben menos carbono. Todo ello contribuye a un estancamiento de la captura natural que amenaza con desbaratar los objetivos de 2030.

Según ECNO, aunque en los últimos años se ha logrado aumentar ligeramente la superficie forestal y las reservas de carbono, el crecimiento apenas llega a un 1,7% anual, muy lejos del nivel necesario.

De la prevención a la restauración

Los expertos insisten en que la respuesta no puede seguir siendo reactiva, esperando a que estalle la emergencia cada verano. La gestión forestal activa se perfila como la clave: paisajes diseñados para resistir el fuego, con mosaicos agrícolas y forestales que actúen como cortafuegos naturales; una silvicultura que diversifique especies y edades para que los bosques no sean homogéneos y frágiles; restauración de suelos y plantación de nuevos árboles adaptados a las condiciones climáticas del futuro.

Todo ello debe ir acompañado de una vigilancia más rigurosa y moderna, con satélites y teledetección que permitan actuar con rapidez. Y también de marcos normativos y económicos más sólidos. El despliegue de la Ley de Restauración de la Naturaleza o del nuevo sistema europeo de certificación de eliminaciones de carbono son pasos en la buena dirección, pero su aplicación aún es parcial. ECNO advierte de que, sin señales claras de inversión y sin incentivos para propietarios y gestores, la protección y restauración de los bosques seguirá quedándose corta.

Vídeos y fotografías aéreas que muestran las zonas verdes y hectáreas que han sido consumidas por el fuego (Fuente: greenpeace).

El tercer informe anual del observatorio lanza un mensaje inequívoco: el tiempo corre en contra. La UE no alcanzará la neutralidad climática sin reforzar sus bosques, y España es pieza central en ese reto.

Los incendios de este verano no son solo un episodio más en la estadística de desastres. Son la prueba tangible de que, si no se invierte de forma decidida en prevención, gestión y restauración, el sumidero natural de carbono europeo seguirá debilitándose. Y con él, la promesa de un continente climáticamente neutro.