
En cualquier época del año, los jardines libran una batalla constante con esas plantas silvestres que - según quién - afean el césped o invaden el huerto. En realidad, mantener el jardín libre de estas plantas no es una cuestión únicamente estética: el control de las malas hierbas es recomendable para asegurar el desarrollo saludable de las plantas elegidas, según explican fuentes especializadas consultadas por Actu.fr, aunque no toda adventicia supone un peligro para el jardín, y de hecho muchas son beneficiosas, ya que atraen polinizadores y otros insectos necesarios para el mantenimiento del ecosistema.
El uso de herbicidas de acción rápida es de las soluciones más comunes para eliminar las malas hierbas. Populares en supermercados y tiendas especializadas en jardinería, el principal punto en su contra es su impacto en las salud de las personas y el entorno: afectan principalmente a menores y a los animales, tanto domésticos como las especies silvestres que habitan cerca de las zonas tratadas. Además, su uso frecuente puede contribuir a la contaminación de acuíferos y aguas superficiales. Es por esto que lo mejor a la hora de deshierbar un jardín es contemplar el uso de métodos alternativos.
Otras maneras de eliminar las malas hierbas
Según explican los expertos, lo suyo antes de embarcarse en el proceso es tener en cuenta que cada zona o cultivo del jardín requiere cuidados específicos. En zonas de césped, por ejemplo, es mejor utilizar métodos menos agresivos que no pongan en peligro la salud de la hierba ornamental. En huertos y frutales, se corre el peligro de alterar el crecimiento de los árboles o de contaminar las plantas comestibles. En cualquier caso: el objetivo es preservar un suelo fértil y sano.
El primer método a considerar es bastante intuitivo: arrancar los hierbajos con las manos o el escardar con azada, como se ha hecho siempre. Esta técnica será especialmente útil si se realiza antes de que desarrollen semillas. Con las malas hierbas perenne hay que dedicar un poco más de esfuerzo: algunas, como las correhuelas, tienen que ser arrancadas de raíz para que no vuelvan a crecer. Por otro lado, las malas hierbas perennes requieren más vigilancia y acción: la correhuela, por ejemplo, no desaparecerá si el jardinero simplemente la corta, sino que hay que arrancarlas de raíz.
También se puede recurrir al acolchado, técnica en auge en zonas donde los problemas de invasión persiste. Esta técnica consiste en cubrir la tierra con materiales opacos para limitar la exposición a la luz, dificultando su desarrollo y eliminando las plantas no deseadas. Más allá de esto, también existen soluciones puntuales más inmediatas, como verter agua hirviendo con sal sobre los brotes, entre las baldosas o a los lados de los caminos pavimentados.
Las tendencias actuales en jardinería doméstica apuestan por la gestión integral de malas hierbas y el equilibrio entre la intervención y la preservación de biodiversidad. Las recomendaciones de las principales fuentes europeas reflejan una orientación hacia soluciones sostenibles, alejadas de productos de alto impacto y centradas en la salud colectiva y la protección ambiental.
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