Un cazatesoros encuentra una pepita de oro valorada en 1.553.500 dólares y sin saberlo se la vende a su jefe por 30.000 dólares

Más de tres décadas después, la “Bota de Cortés” sigue siendo la pepita de oro más grande localizada por un aficionado

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Crédito: Heritage Auctions
Crédito: Heritage Auctions

Herencias millonarias que caen del cielo, boletos de lotería ganadores del mayor premio, inversiones que estallan en bolsa... son las formas con las que muchas aspiran a hacerse ricos de la noche a la mañana. Pero algunos, más tradicionales, mantienen la afición de buscar tesoros. Las redes sociales han impulsado en los últimos años vídeos con miles de visitas de personas utilizando imanes superpotentes para buscar objetos perdidos en masas de agua, o clásicos detectores de metales en playas en busca de bienes valiosos arrastrados por las mareas.

Con esta misma herramienta, hace ya 36 años, un hombre dio con una de las mayores pepitas de oro jamás encontradas. Se trata de la apodada como “Bota de Cortés”, una pepita de oro con un peso de 389,4 onzas troy (equivalentes a más de 12 kilogramos o 26 libras), cuyo hallazgo marcó un antes y un después en la historia de la búsqueda amateur de metales preciosos.

Localizada en el Gran Desierto de Altar, en México, la Bota de Cortés destaca por su extraordinario tamaño y pureza, pues está compuesta en casi un 80% de oro y completada por plata y cuarzo. Todavía hoy, esta pieza es considerada la mayor pepita de oro jamás recuperada en el hemisferio occidental por un aficionado. Sin embargo, la historia detrás de esta gesta no tiene un final tan afortunado.

La mayor pepita de oro vendida por un 2% de su valor

Según narra Greek Reporter, en 1989, un cazador de tesoros amateur en México decidió probar suerte en el Gran Desierto de Altar, motivado por rumores regionales sobre la presencia de oro. Equipado solo con un detector de metales básico adquirido en una tienda local, el hombre dedicó días a rastrear la zona, inicialmente extrayendo únicamente clavos y balas. Todo cambió cuando, una mañana, el aparato registró una fuerte señal. Excavando con cuidado, el buscador descubrió primero una pequeña parte de la piedra, hasta que pudo desenterrar por completo una masa dorada que medía 27,3 centímetros de alto por 18,4 centímetros de ancho.

La forma de bota le dio el nombre por el que es mundialmente conocida y rinde homenaje al conquistador español Hernán Cortés. Greek Reporter resalta que la Bota de Cortés supera por cerca de 100 onzas troy a la segunda pepita más grande encontrada en el hemisferio occidental, hallada en Alaska.

Una vez extraída, el dueño original vendió la pepita a su jefe por apenas 30.000 dólares, cifra que quedó muy por debajo de su valor real. Posteriormente, la pieza cambió de manos en varias ocasiones hasta llegar a subastarse en 2008, momento en que alcanzó un precio de 1.553.500 dólares.

A pesar de que pepitas de dimensiones variadas se han encontrado a lo largo del mundo, el récord absoluto lo sigue ostentando la “Welcome Stranger”, hallada en Victoria, Australia, con un peso refinado de 97,14 kilogramos (3.123 onzas troy).

Contrario a la tradición de fundir estos hallazgos para transformarlos en lingotes u objetos nuevos, la Bota de Cortés ha sobrevivido en su forma original como testimonio de la suerte, persistencia y azar que caracterizan a los buscadores de tesoros.