Una maestra denuncia la desaeración tras la adjudicación de su destino en Cataluña: “¿Cómo quieres tener una plantilla estable si envías a los maestros a 200 kilómetros de casa?”

El curso escolar empieza con cientos de docentes obligados a invertir horas y horas en el desplazamiento hasta los centros que les han asignado

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Una profesora da clase en
Una profesora da clase en el colegio de la Alameda de Osuna, en Madrid en una imagen de archivo. (Marta Fernández / Europa Press)

“¿Cómo quieres tener una plantilla estable si envías a los maestros a 200 kilómetros de casa?”. Es la pregunta que se hace Magda Bayo, una maestra de primaria que cada día tendrá que recorrer en coche los más de 160 kilómetros que separan su casa en Benavent de Segrià, cerca de Lleida, del centro escolar al que la han destinado en Castelldefels. Bayo, que ha denunciado su situación en RAC 1, pone voz a la realidad a la que se enfrentan este inicio de curso cientos de docentes tras la manipulación que se cometió en el proceso de adjudicaciones de verano del profesorado en Cataluña.

A finales de julio, saltó el escándalo en el seno del Departamento de Educación de la Generalitat. El ahora ex subdirector general de Plantillas, Provisión y Nóminas, Enric Trens, fue relegado de su cargo por su responsabilidad en la manipulación en el proceso de adjudicaciones del profesorado, que acabo con la asignación de casi 900 plazas a interinos, cuando tenían que haberse dado a funcionarios. Desde USTEC, el sindicato mayoritario de la enseñanza pública, denuncian que ahora hay cientos de profesores obligados a realizar desplazamientos como el de Bayo.

Malabares a contratiempo

La maestra explica que en coche tardaría cerca de dos horas, pero lo ha descartado porque el tráfico del área metropolitana de Barcelona la retrasaría demasiado. La situación es imposible: “En coche diría que es impensable, porque con el que costa entrar en Barcelona y todo, en coche serían unas dos horas. Y con transporte público, tengo que bajar hasta Lleida, coger el tren hasta Sants, del Sants el Cercanías hasta Castelldefels y después allí, en Castelldefels, me encuentro que no tengo manera de llegar. Tendría que, o ir en bici o una moto...”.

Durante estos primeros días de curso en los que aún no hay alumnos, va a intentarlo con el coche. Tendrá que hacer malabares, igual que el curso anterior, denuncia. “El año pasado estuve en una escuela en La Mina (Barcelona) que muy bien, estuve en un centro muy bien, el equipo docente perfecto, todo muy bien, pero está a doscientos kilómetros de mi casa”, insiste.

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De la alegría cuando consiguió la plaza ha pasado a la desesperación. Es madre de tres hijos -uno de ellos tiene discapacidad- y también es diabética, pero ni la conciliación familiar ni la enfermedad crónica parecen ser suficientes para conseguir un cambio de destino. “Cuando salieron las adjudicaciones, las primeras, envié una reclamación el julio, envié informes de mi hijo, de la familia numerosa, de que soy diabética... Todavía estoy esperando respuesta”, afirma. “No me dan ninguna solución, porque yo lo, el que pido es trabajar algo más cerca”, recalca la maestra, que denuncia que su situación es desesperada e insostenible. Pero el sistema es el es. Le han dicho que es “una máquina” la que hace el reparto y que no se puede hacer nada. “Yo creo que tendría que haber personas que miraran un poco, porque seguro que más de un caso se podría solucionar”, sostiene.