La desaparición de Matilde Muñoz en Indonesia: casi dos meses sin respuestas

Familiares y amigas de la española de 72 años reclaman a la policía indonesia e Interpol que intensifiquen la investigación tras hallarse sus pertenencias en la basura del hotel en el que se alojaba

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María Matilde Muñoz Cazorla, desaparecida
María Matilde Muñoz Cazorla, desaparecida en Indonesia. (Facebook)

María Matilde Muñoz Cazorla, de 72 años y natural de Ferrol, desapareció a comienzos de julio en la isla indonesia de Lombok. Viajaba con regularidad por Asia junto a un grupo de amigas con quienes compartía información de sus itinerarios. “Pero desde primeros de julio, no contestaba a nada. Ni por un lado, ni por otro”, relató Olga Marín, una de sus compañeras de viajes, a El País.

Lo último que supieron sus allegados es que se encontraba alojada en un hotel de la zona costera de Senggigi, el Bumi Aditya. El 6 de julio, días después de perder contacto con sus amistades, se envió un mensaje desde el teléfono de Matilde en el que aseguraba haberse marchado con urgencia a Laos. “Es raro, porque comentaba las cosas con todo el mundo”, declaró Olga Marín a El País. Además, el mensaje estaba escrito en inglés y con faltas, lo que llamó la atención: “Mati no cometía faltas en inglés”, añadió su amiga.

El 24 de julio había quedado con una amiga, pero no acudió a la cita. 4 días más tarde, Marín interpuso una denuncia en Girona y, días después, un sobrino de Matilde presentó otra en Alcalá de Henares (Madrid). Tanto los Mossos d’Esquadra como la Policía Nacional judicializaron el caso, mientras la policía indonesia abrió una investigación formal el 13 de agosto, tras una petición de la Embajada española, según recogió la agencia EFE.

Sospechas sobre el hotel

De acuerdo con La Vanguardia, la familia de la desaparecida considera que los responsables del hotel podrían estar implicados. Ignacio Vilariño, sobrino y portavoz de los allegados, aseguró que “las contradicciones de algunos de los empleados y encargados del hotel son tan evidentes que no dejan lugar a dudas” y criticó que nadie haya sido llamado a declarar. “Las mentiras y despistes de las dos o tres personas que regentan el hotel muestran que están en el ajo”, dijo al diario catalán.

El mismo medio informó que el 24 de agosto, casi dos meses después de la desaparición, trabajadores del establecimiento hallaron pertenencias de Matilde en la basura del propio hotel. Entre ellas estaban ropa, libros, sandalias, anotaciones personales y una mochila. Sin embargo, no aparecieron ni el pasaporte, ni las tarjetas de crédito ni el teléfono móvil. Para la familia, la ausencia de estos objetos clave “hace sospechar de un robo acompañado de violencia o de un intento deliberado de borrar pistas”.

La situación genera aún más inquietud porque, según denunciaron sus amigas a El País, la policía indonesia llegó a inspeccionar la habitación equivocada. “Matilde estaba en la 107 y los del hotel les llevaron a la 110”, declaró Marín, quien también reprochó la tardanza en emitir la alerta de Interpol: “Desde que yo denuncio, tardan 21 días en poner la alerta amarilla”.

Agentes de la Policía Nacional han logrado localizar a una pareja con Alzheimer que había desaparecido el día anterior en la ciudad madrileña de Leganés.

Reclamos de la familia

El último mensaje enviado desde el móvil de la española es una de las claves del caso. La Vanguardia señala que el sobrino de Matilde considera que se trató de una coartada. “No tenemos ninguna duda de que fueron fraudulentos”, aseguró sobre los textos que hablaban del supuesto viaje a Laos.

Además, según ABC, la policía indonesia inició la geolocalización del teléfono de la desaparecida después de recibir el número de IMEI desde España, aunque la medida se tomó semanas después de que la familia presionara con denuncias en diferentes comisarías. Vilariño lamentó también que la Policía Científica tardara varias semanas en registrar la habitación donde se alojaba su tía.

Mientras tanto, familiares y amigos siguen reclamando avances en la investigación y solicitan que se revisen las grabaciones de una mezquita cercana que podría haber captado movimientos relevantes. “Es imposible que se haya marchado por voluntad propia. Era una mujer que reportaba sus movimientos minuto a minuto y jamás dejaba de contestar a sus allegados”, subrayó Vilariño a La Vanguardia.