Se muda a Hawái junto a sus tres hijos por el trabajo de su mujer, pero la apuesta salió mal: ahora regresa a Nueva York y ha pedido el divorcio

Esta es la historia de un periodista que intentó salvar su matrimonio... pero sin éxito

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Se mudaron a Hawaii... por
Se mudaron a Hawaii... por poco tiempo. (Fuente: Hawaii Tourism Authority)

Las relaciones a distancia son, sin duda, una de las pruebas más complejas para cualquier pareja. La decisión de vivir separados por motivos laborales puede convertirse en un terreno incierto. En un mundo donde la movilidad profesional es cada vez mayor, son muchos los que deben enfrentarse a una pregunta difícil: ¿anteponer la carrera o la vida en común?

Conciliar la vida profesional con la sentimental no siempre es posible. A veces, elegir un camino significa alejarse del otro. Y en ocasiones, incluso cuando hay amor, los tiempos y las decisiones individuales no encajan.

Así le ha ocurrido a Scott Tharler, un periodista estadounidense que compartió en Business Insider su experiencia personal. Una historia de amor y distancia que lo llevó a reconstruir su vida y su forma de entender el compromiso.

Un matrimonio que cruzó EEUU… hasta que llegó Hawái

Scott y su esposa estaban acostumbrados a mudarse. De hecho, cada uno de sus tres hijos nació en un estado diferente. Pero en 2020, durante la pandemia, surgió una oportunidad profesional que lo cambió todo. Su esposa, médica, consiguió un puesto en un hospital en Hawái.

Él era freelance, por lo que le permitía trabajar desde cualquier parte, pero algo no terminaba de encajar. “Las cosas entre nosotros ya habían sido difíciles, y mudarnos al paraíso no iba a arreglar eso automáticamente”, confesó.

A pesar de que muchos en su situación habrían hecho las maletas, Scott decidió quedarse en Nueva York. Dejaba atrás no solo a su familia, sino también la “casa para siempre” que habían comprado en Albany.

Una despedida que le hizo reflexionar

Ver partir a su esposa e hijos fue devastador. “Todavía puedo imaginar a mi hijo, que entonces tenía cuatro años, despidiéndose con su manita en el aeropuerto”, recuerda. Unos meses después, voló a Hawái para visitarlos. Pero allí, se sentía como un extraño.

Al verano siguiente, regresó para pasar un año escolar completo con sus hijos, instalándose en el “ohana” de la casa, una pequeña vivienda anexa sobre el garaje. Una metáfora perfecta del estado de su relación: cerca, pero no demasiado.

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A finales de 2023, decidieron vender la casa en Albany y Scott decidió alquilar una habitación cerca de la nueva casa familiar en Waikoloa. Pero seis meses después, su esposa perdió el empleo en el hospital, lo que forzó a toda la familia a regresar. Finalmente, se instalaron en Long Island, ciudad natal de ella.

Después de tantos intentos...

Ahora, Scott y su esposa viven por separado y están en proceso de redactar un acuerdo de separación. Él busca un nuevo trabajo, un coche y un lugar donde vivir cerca de sus hijos. Aunque, a pesar de lo difícil que ha sido el camino, Scott no se arrepiente de haber seguido su intuición.

“Estoy orgulloso de haberme mantenido fiel a lo que sentía, incluso cuando fue doloroso”, afirma. También reconoce el valor del proceso. Las lecciones aprendidas de su matrimonio y el crecimiento personal que le permitió la convivencia en pareja le han hecho ser mejor persona.

Hoy, aunque lamenta haber vendido su casa en Albany, agradece haber vivido intensamente su experiencia en Hawái. Una historia sincera que demuestra lo complicado que puede ser equilibrar el amor, la familia y la vida profesional. Porque a veces, elegir no es ganar o perder, sino aceptar que no todo puede mantenerse unido. Y que algunas decisiones, aunque duelan, son las más auténticas.