La mudanza de los príncipes de Gales a una histórica mansión en el corazón del Windsor Great Park, la cual debía marcar un capítulo ilusionante en sus vidas, ha terminado envuelta en polémica. Según han revelado medios británicos, dos familias que habitaban en casas próximas al inmueble han sido invitadas a marcharse de forma repentina, un detalle que ha despertado debate público y generado incomodidad en el entorno de la realeza.
Los príncipes y sus tres hijos: George, de 12 años, Charlotte, de 10, y Louis, de 7, tienen previsto instalarse antes de que finalice el año en Forest Lodge, una propiedad catalogada de Grado II que cuenta con ocho dormitorios, extensos jardines, salones de grandes dimensiones y una pista de tenis privada. El inmueble, con más de tres siglos de historia, se sitúa a escasos kilómetros de su actual vivienda, Adelaide Cottage, donde han residido durante los últimos tres años.
Sin embargo, lo que debía ser una mudanza tranquila se ha visto ensombrecida por la situación de dos familias que residían en antiguas dependencias reconvertidas en viviendas dentro del mismo complejo. Según publicó The Mail on Sunday, los inquilinos fueron informados a principios del verano de que debían desalojar, al tratarse de un área demasiado próxima al futuro hogar de los herederos al trono.
Aunque no se emitieron notificaciones oficiales de desahucio, las familias fueron reubicadas en otros inmuebles del mismo parque, de características similares o incluso superiores. No obstante, el aviso fue inesperado. Una fuente próxima a la operación señaló a The Daily Mail cómo se les comunicó: “Les dijeron directamente que se fueran. Supongo que les dieron otro lugar, pero les dijeron que tenían que mudarse. No se lo esperaban. Esas casas están muy cerca del albergue, así que no van a querer a nadie importante viviendo en ellas si va a haber miembros de la realeza allí”.
La corona es propietaria de estas viviendas y las alquila a particulares, lo que ha permitido ofrecer alternativas a los afectados sin coste adicional para los contribuyentes. Aun así, el episodio ha generado incomodidad, especialmente porque el traslado de los príncipes estaba siendo presentado como un “nuevo comienzo” tras años complicados para la familia real.
Un hogar con historia y grandes comodidades
Forest Lodge se levanta en pleno Windsor Great Park, un terreno de casi 4.800 hectáreas vinculado a la monarquía desde hace siglos. Construida a finales del siglo XVIII, la mansión fue residencia de sir John Aird, escudero de Eduardo VIII, y posteriormente hogar de varias personalidades vinculadas a la familia real. Más recientemente, albergó a la filántropa estadounidense Alisa Swidler y su familia, muy conocida en los círculos sociales londinenses, quien residió allí durante una década hasta su fallecimiento en 2019.
La propiedad combina encanto histórico con espacios modernos tras haber sido renovada en 2001. Dispone de amplios salones con lámparas de araña, ventanales de estilo veneciano y jardines donde ya se han llevado a cabo labores de replantación. Fuentes consultadas aseguran que se han invertido recientemente más de un millón de libras en adecuaciones para garantizar la privacidad y comodidad de sus futuros habitantes.
Una decisión con interrogantes a largo plazo
El traslado llega tras un periodo especialmente difícil para Guillermo y Kate. En 2022 se instalaron en Adelaide Cottage, una casa mucho más modesta dentro de Windsor, buscando un estilo de vida más discreto y cercano a los colegios de sus hijos. Pocos meses después falleció la reina Isabel II, y en 2024 tanto el rey Carlos III como la princesa de Gales hicieron público que atravesaban tratamientos contra el cáncer.
Estas circunstancias explican, según fuentes cercanas, que la pareja vea en Forest Lodge una oportunidad para empezar de nuevo y dejar atrás recuerdos dolorosos. “Mudarse les da la oportunidad de empezar de cero y escribir un nuevo capítulo; la oportunidad de dejar atrás algunos de los recuerdos más tristes. Esta es una mudanza a largo plazo. Lo ven como su hogar definitivo", explicó una fuente a The Sun.
La elección de esta mansión como residencia principal también abre preguntas sobre dónde vivirá Guillermo cuando se convierta en rey. Tradicionalmente, el monarca británico ha habitado el Palacio de Buckingham, actualmente en obras de remodelación valoradas en 369 millones de libras. Sin embargo, todo apunta a que Guillermo podría ser el primer soberano moderno en no residir en un palacio ni en un castillo, limitando el uso de Buckingham a recepciones y actos oficiales.
Mientras tanto, Kensington Palace seguirá siendo la residencia oficial en Londres, donde mantiene su oficina y parte de su personal. Además, conservarán Anmer Hall, la propiedad georgiana de diez habitaciones en Sandringham que la reina Isabel les regaló como obsequio de bodas.
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