Una familia estadounidense se muda a España para hacer surf, esquí y senderismo: “A veces siento que mi vida no empezó hasta que me mudé al extranjero”

La familia se trasladó desde Montecito, un enclave privado y exclusivo de California: “Ojalá lo hubiéramos hecho antes”

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Una familia estadounidense se muda
Una familia estadounidense se muda a España para hacer surf, esquí y senderismo (Pexels)

Con una mochila al hombro y el horizonte verde de la costa norte de España frente a sus ojos, la Dra. Colleen Crowley, originaria de Colorado, recorre tramos del Camino de Santiago en compañía de su marido y sus tres hijos, una rutina que define el giro radical de vida que ha experimentado junto a su familia. La mudanza a la península desde el otro lado del Atlántico ha supuesto una transformación diaria, marcada por actividades al aire libre y un entorno cultural diferente al que conocían.

No obstante, para muchos puede llegar a ser sorprendente, ya que el desplazamiento ha implicado dejar atrás una vida en Montecito, un enclave californiano conocido por su exclusividad y figuras públicas, para buscar un entorno menos protegido y más diverso para sus hijos. “Creo que todos son mucho más felices aquí”, ha relatado Crowley para la CNN tras tres años en España.

La familia llegó acompañada de la madre de Colleen, que tenía entonces 80 años, y de Mo, el perro familiar. Además, la integración en la vida local ha cambiado su cotidianidad. Sin embargo, tanto los adultos, como los tres hijos, que tenían 16, 13 y 8 años en el momento de la mudanza, han asegurado que: “Ojalá lo hubiéramos hecho antes”, algo que ha causado un verdadero asombro en su madre. Y es que, tanto su marido como ella concuerdan en que ha sido una decisión “fundamental”, porque “vivir en culturas y comunidades diferentes y residir en un solo lugar nos parecía un poco antitético a quienes somos”.

“Después de dos días, supimos que habíamos encontrado el lugar perfecto”

Una familia estadounidense se muda
Una familia estadounidense se muda a España para hacer surf, esquí y senderismo (Pexels)

La originaria de Colorado, que pasó una década en Montecito antes de mudarse, ha asegurado que “era un lugar maravilloso para criar una familia”, indicó. “Pero, sinceramente, quizá demasiado maravilloso. Está muy cuidado y es muy limitado”, ha detallado. Al ver las restricciones que planteaba este lugar, el matrimonio decidió dar un giro: “Queríamos que las perspectivas de nuestros hijos fueran de una manera que permanecer en un entorno tan protegido no permitiría”.

El cambio se concretó tras la llegada de la pandemia de COVID-19, cuando la transición al teletrabajo abrió la posibilidad de trasladarse. Además, con la graduación de la hija mayor de la preparatoria, llegó el momento oportuno. “Entonces, entre nuestras carreras y el estado de desarrollo de nuestros hijos, pensamos: ‘Creo que es hora de irnos’”, ha expresado la estadounidense. Pero, ¿por qué elegir España? Según ha manifestado, el interés de Crowley responde a un atractivo antiguo, alimentado tanto por la literatura de Ernest Hemingway, quien comparte raíces españolas. Así, aunque valoraron vivir en Chile, preferían “vivir en un lugar donde pudiéramos disfrutar de nuestra pasión por la naturaleza: surfear, esquiar y hacer senderismo”, ha afirmado.

De este modo, la familia vendió su casa y buena parte de sus pertenencias, y convenció a la abuela para sumarse a la aventura: El trayecto comenzó en julio de 2022, desde Los Ángeles hasta Barcelona, y continuó en ferry rumbo a Mallorca, que se convirtió en su primera parada. Según Crowley, el carácter cosmopolita de la isla facilitó la adaptación inicial, pero “realmente queríamos familia, naturaleza y una experiencia española”. No obstante, después de seis meses, la familia optó por mudarse al norte, a San Sebastián, y “después de dos días, supimos que habíamos encontrado el lugar perfecto”.

“Una filosofía completamente distinta y una mejora significativa en la calidad de vida”

El impresionante castillo del País Vasco enclavado en el corazón de un bosque centenario.

Los primeros momentos en la ciudad vasca incluyeron días de búsqueda de casa, rutina de deportes para los niños y establecimiento de nuevos círculos sociales. “Es un proceso”, reconoció. Aun así, el apoyo social surgió: “Nunca estaremos en una cuadrilla. Pero se forjan relaciones especiales y eso te sostiene”. Ahora, el día a día de los Crowley transcurre al aire libre. Practican surf en la cercana Francia, caminan por los Pirineos, y raramente usan el coche familiar. Algo bastante diferente de lo que conocían en el continente americano: “En Estados Unidos, tienes dos coches. Siempre estás conduciendo, y es horrible. Así que ha sido increíble”, ha relatado. Por otro lado, la doctora ha resaltado “una filosofía completamente distinta y una mejora significativa en la calidad de vida”.

Además, uno de los cambios logísticos más valorados fue conseguir una casa con vistas al mar y al pueblo, un bien escaso en una urbe de apartamentos. Su madre reside cerca, con vistas al Golfo de Vizcaya. A pesar de lo que pueda parecer al vivir en una de las provincias más caras del país, la familia ha destacado cómo ha descendido su coste de vida: “Vivimos con aproximadamente la mitad de lo que gastábamos en Montecito”, ha explicado. Del mismo modo, la sanidad pública española ha dejado una impresión positiva, especialmente tras la atención recibida por su madre: “El nivel de atención... la capacidad de respuesta... ha sido increíble”.

Entre otros aspectos culturales, la mayoría de la familia domina ya el español; aunque Crowley admite que aún progresa y define el euskera como “un idioma muy difícil de aprender”. El ritmo español de los comercios y la vida diaria también les ha encantado: “La siesta siempre me atrapa”. Pero sin duda, la mayor recompensa, según Crowley, proviene de la evolución y autonomía de sus hijos, quienes ahora cuentan con amigos y referencias en distintos países. “Hay una diversificación y una visión del mundo que ha sido monumental”, ha afirmado. Tal y como recuerda de las palabras de su hija:“A veces siento que mi vida no empezó hasta que me mudé al extranjero...”.