Una pareja de jóvenes decide irse a vivir a una aldea de 30 habitantes para escapar de Madrid: “Nada es equiparable a tomarte un café en tu jardín”

Hartos del ritmo urbano, Claudia y Javier han comprado una casa en una pequeña aldea gallega para dar un giro radical a su vida

Guardar
Celanova, aldea en Galicia (Adobe
Celanova, aldea en Galicia (Adobe Stock)

Vivir en una gran ciudad como Madrid puede ser estimulante, pero también agotador. Tras casi siete años viviendo en la capital, Claudia, natural de Huelva, y Javier, de Altea, decidieron dar un giro radical a sus vidas y mudarse a una pequeña aldea gallega con menos de 30 habitantes. En una entrevista concedida a La Voz de Galicia, la pareja explicó que buscaba “encontrar el equilibrio entre la accesibilidad a la cultura o los recursos que te otorgan urbes como Santiago, sin perder esa conexión con la naturaleza que no te permiten las grandes ciudades”.

El punto de inflexión llegó en 2021, cuando la pandemia los sorprendió “en un piso diminuto de Vallecas”. Después de dos años trabajando en la capital, el confinamiento les hizo replantearse su futuro: “Cuando se empezó a abrir un poco el tema de los transportes, nos fuimos a casa de Claudia. Fue ahí cuando decidimos que no queríamos volver a Madrid y empezamos a buscar otras opciones”, relataron.

De la capital a una aldea

En un principio, la pareja no tenía claro dónde establecerse. “Santiago lo conocíamos muy superficialmente, ambos tenemos familia en Galicia, pero no ahí. Lo que sabíamos era que a Madrid no queríamos volver, pero tampoco teníamos muy claro dónde queríamos estar”, recuerdan. Sin embargo, tras pasar un tiempo en la capital gallega, la decisión empezó a tomar forma: “Después de llevar un tiempo en Santiago nos dimos cuenta de que nos sentíamos muy a gusto”.

O Busto, la aldea rural
O Busto, la aldea rural en Galicia (obustoaldearural.com).

La mudanza no solo supuso un cambio de entorno, sino también un reto personal: “A nivel social, yo creo que cuando se va cumpliendo cierta edad, hacer una vida desde cero en un sitio nuevo es todo un reto, y más cuando teletrabajamos”. La búsqueda de vivienda comenzó casi como un pasatiempo: “Al principio, estábamos jugando a ver casas en el portal de internet Idealista y, como siempre nos gustaron los programas de reforma, pues lo teníamos como hobby”.

Fue entonces cuando encontraron la casa que acabaría marcando su futuro. “No somos personas especialmente místicas, pero nos sentimos muy en casa en ese sitio e inmediatamente nos visualizábamos ahí”, cuentan.

Una compra con historia

Adquirir la vivienda no fue tarea sencilla. “Fue un proceso largo, es una casa antigua y, por lo tanto, había mucho papeleo, pero también pudimos acceder a ella por diversos factores; primero, está en una zona despoblada de menos de 30 habitantes por lo que tiene 0 % de impuestos, y después, también logramos conseguir una hipoteca con el aval del ICO”.

El proyecto, aseguran, es de largo recorrido: “Nosotros hemos comprado una casa antigua, con historia, con un montón de proyectos de futuro y en la que seguramente estaremos trabajando el resto de nuestra vida”. Por ahora, combinan la ilusión con la adaptación: “Tenemos mucha planificación que se desmonta continuamente… echándole paciencia y determinación y, bueno, un poco adaptándonos a lo que nos pide la casa. También queremos un poco vivirla antes de saber qué necesidades tenemos. Solo en este mes que llevamos teniendo la llave y pudiendo ver cómo es la casa desde por la mañana hasta por la noche, ya hemos cambiado de opinión en un montón de cosas”.

Los precios de la vivienda en España no han dejado de aumentar en los últimos años en las principales ciudades. Sin embargo, si cambiamos la ubicación por la España vaciada, la cosa cambia

Además del entorno, Claudia y Javier destacan el arraigo cultural de Galicia. “Me fascina que la cultura popular es algo de lo que la gente se siente orgullosa, me parece maravilloso”, afirma Javier, quien encuentra similitudes con sus orígenes: “La cultura tradicional y el arraigo que tienen los gallegos hacia su tierra me recuerda un poco a Valencia y a mi zona. Al final, son comunidades que tienen su propio idioma y con una cultura muy arraigada, a lo mejor parte de eso es por lo que me siento tan en casa”.