Una asociación benéfica pide que dejen de donarle objetos rotos o de baja calidad: “Nos cuesta tiempo y dinero”

Las organizaciones también han denunciado que los días que el centro de reciclaje de la zona cierra, aumenta la llegada de objetos con desperfectos o ropa inutilizable

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Una persona guardando prendas de
Una persona guardando prendas de ropa en una caja para donarlas. (Canva)

Las donaciones a organizaciones benéficas cumplen una función esencial para quienes más lo necesitan y también para quienes buscan dar un segundo uso a objetos en desuso. En muchos casos, la ciudadanía actúa movida por el deseo de ayudar, aportando ropa, electrodomésticos, juguetes y enseres domésticos. Sin embargo, la buena voluntad no siempre se traduce en un aporte efectivo: cada vez más asociaciones benéficas alertan del impacto negativo de los artículos rotos o de baja calidad, que terminan representando un problema para su funcionamiento.

Este fenómeno se está produciendo en gran medida en las Islas del Canal, Dependencias de la Corona británica, donde diversas entidades han solicitado a la población que reconsidere qué ceder antes de realizar ciertas donaciones. Según testimonios recogidos por ITV News, el volumen de objetos inutilizables ha crecido tanto que ha obligado a las organizaciones a dedicar sus recursos a deshacerse de ellos, desplazando el objetivo central de ayuda social.

“Necesitamos que los productos estén en buen estado para poder volver a venderlo”

Algunos responsables de las tiendas solidarias han explicado que los donativos inservibles no solo carecen de utilidad para los destinatarios, sino que generan un gasto adicional. “Nos cuesta tiempo y dinero”, resumen quienes trabajan a diario en estas entidades, al tener que clasificar y desechar productos no aptos para la venta o el uso solidario. Las organizaciones también han denunciado que, los días que el centro de reciclaje de la zona cierra, aumenta la llegada de objetos con desperfectos o ropa inutilizable.

Ropa para donar. (Getty)
Ropa para donar. (Getty)

Robert Mackenzie, responsable de la tienda benéfica Friends of Citizens Advice Charity Shop en Guernsey, subraya la complejidad que conlleva aceptar elementos defectuosos. “Faltan cables, faltan enchufes o la parte esencial para que el producto funcione. Realmente necesitamos esas piezas para poder volver a venderlo”, enfatizó Mackenzie. Explica que, aunque en su local se pueden recibir productos eléctricos, estos deben pasar pruebas de seguridad antes de llegar a nuevas manos. Cuando los artículos carecen de piezas clave, quedan inhabilitados para su comercialización o donación.

En el caso de la ropa, el panorama que enfrentan las organizaciones repite este esquema: “La gente viene con manchas de pintura o rota. Básicamente, si tú no quieres ponértela, ¿alguien más lo hará?”, plantea Mackenzie. Las prendas que presentan deterioro difícilmente encuentran un nuevo propietario, y la tarea de seleccionarlas supone, una vez más, dedicar tiempo y mano de obra que podrían estar centrados en el objetivo social principal.

“No queremos invertir dinero en clasificar cosas que hay que llevar al vertedero”

La situación afecta también a la Acorn Charity Shop, una organización benéfica localizada en Jersey. Darren Arnold, director de operaciones, ha descrito la dinámica que siguen estas donaciones: “Queremos manipular las cosas lo menos posible, porque así el dinero que entra en caja se invierte en Acorn, en lugar de tener que invertir en gente que clasifique cosas que básicamente hay que llevar al vertedero”. El procesamiento previo de los objetos incide de forma directa en la cantidad de fondos que las asociaciones pueden destinar a sus actividades caritativas.

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Frente a esta realidad, las asociaciones han intensificado sus pedidos públicos para que la población revise el estado y las condiciones de los objetos antes de entregarlos. Argumentan que el impacto de una donación es mayor cuando los bienes están bien conservados y funcionan correctamente. Esta política busca optimizar el ciclo solidario, favoreciendo que los esfuerzos de trabajadores y voluntarios se dirijan a maximizar el beneficio social y minimizar gastos innecesarios.