
Hoy en día, los jóvenes tienen otras prioridades. La Generación Z, los nacidos entre finales de los años 90 y la primera década de los 2000, han cambiado su manera de elegir puesto de trabajo. Y es que, aunque durante mucho tiempo se ha defendido que eran una generación idealista que buscaban flexibilidad y un trabajo que les llenara, la realidad actual evidencia otra cosa.
Ahora, el 70% de estos jóvenes escoge empleos donde la estabilidad, tanto en el puesto como en los horarios, prevalece sobre la popular idea de libertad y teletrabajo, según el último estudio de ManpowerGroup.
Un nuevo paradigma laboral: estabilidad sobre flexibilidad
En un contexto en el que el panorama geopolítico es muy cambiante y la situación económica puede variar de la noche a la mañana, como ha pasado con la pandemia del Covid-19, la inflación y los diferentes conflictos bélicos, la Generación Z ha dado más valor a la seguridad laboral. El informe destaca que un 86% de estos jóvenes quiere trabajar en empresas alineadas con sus valores, pero más allá del propósito social y personal, siete de cada diez priorizan andar en suelo firme: contratos estables y horarios predecibles son sus principales exigencias al evaluar una oportunidad de trabajo.
La visión del trabajador joven nómada y multitarea parece quedar atrás. Aunque pueden valorar aspectos como la flexibilidad y el sentido de pertenencia, la mayoría de los Zeta han comprobado que la promesa de libertad laboral no logra compensar la seguridad que te da la certidumbre. La flexibilidad sin garantías, advierte el estudio, se traduce muchas veces en precariedad y ansiedad.
No obstante, existe una paradoja que revela la tensión interna de esta generación. A pesar de este anhelo de seguridad, el 47% de los encuestados manifiesta que planea dejar su empleo actual en los próximos seis meses, aunque al mismo tiempo expresan ser los menos optimistas respecto a encontrar un nuevo puesto de calidad que cumpla con sus expectativas.
La economía manda y el salario gana terreno en las prioridades
Además de la seguridad laboral y horaria, el factor económico irrumpe con fuerza en la lista de prioridades de la Generación Z. El informe cita una encuesta de Deloitte que indica que el 56% de este colectivo vive “al día”, porcentaje que ha aumentado en el último año. Frente a la presión de los alquileres altos y el incremento del coste de vida, el salario ya no es un tabú ni una aspiración secundaria: los jóvenes quieren bienestar económico real y protección para su futuro.
No obstante, la demanda no se limita al sueldo: se busca una retribución integral, que contemple beneficios y una cobertura que garantice la estabilidad no solo en el presente, sino también a medio y largo plazo. Esta transformación en las expectativas redefine el contrato emocional entre empresas y empleados.
Estrés emocional y desconfianza en el liderazgo
El clima emocional tampoco resulta sencillo para la Generación Z. El 52% de los jóvenes ha confesado sufrir altos niveles de estrés laboral cada día, lejos del 33% de los Baby Boomers, según el estudio. Este malestar responde a factores estructurales, como la soledad digital, la falta de referentes, la presión constante de resultados y la incertidumbre constante. El compromiso de los jóvenes con las empresas se ha debilitado, cayendo del 40% al 35% en los últimos cuatro años, según cifras de Gallup.
Además, el 43% de los Zeta opina que sus líderes no cumplen con una gestión emocional adecuada, por lo que reclaman cercanía, empatía y ambientes donde la salud mental no se aborde solo con medidas superficiales, sino de forma estructural y auténtica.
Aun así, el deseo de progreso sigue presente. El análisis señala que el 45% de los jóvenes estaría dispuesto a involucrarse en proyectos adicionales cuando estos les permitan aprender nuevas habilidades.
Empresas ante un reto urgente: atraer y retener talento joven
Este panorama exige que las compañías adapten su propuesta de valor. Las tendencias de atracción y retención más valoradas por los miembros de la Generación Z pasan por la tecnología (78%), bienestar laboral (75%), transparencia en el desarrollo profesional (74%) y compensaciones competitivas (74%). La clave radica en combinar propósito, garantías tangibles y oportunidades de desarrollo profesional.
A pesar de la respuesta empresarial, el informe señala una brecha de percepción entre jóvenes y directivos: el 40% de los líderes considera que los recién graduados no están listos para el empleo, citando carencias en habilidades y ética laboral. De cara al futuro, la Generación Z enfrentará escenarios laborales híbridos, trabajo en remoto y la irrupción de la inteligencia artificial, pero sin perder de vista el valor de la estabilidad.
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