
Carlos Muñoz es un joven camarero que trabajó durante meses en un restaurante de Madrid con un contrato que solo recogía una cuarta parte de su jornada real. El documento oficial reflejaba 10 horas semanales, pero en la práctica cumplía turnos de 40 horas. El resto del salario no figuraba en nómina y las horas extracontractuales no las cotizaba. Esta situación se mantuvo por nueve meses.
El procedimiento se repetía cada final de mes. El dueño del local citaba a los empleados en un sótano del propio establecimiento. Allí, de manera individual, entregaba sobres con el dinero correspondiente a las horas no declaradas. El pago se realizaba siempre en efectivo y sin ningún justificante.
Según relata Muñoz para el programa Equipo de Investigación, la situación no cambió pese a que él reclamó en varias ocasiones un contrato acorde a su jornada real. Tampoco recibió el documento laboral el primer día de trabajo. Comenzó sin haber firmado ningún documento, no cotizando. Pasaron tres meses y, tras varias peticiones, finalmente se lo entregaron.
Cotizaciones mínimas y registro parcial de horas
En un periodo de entre ocho y nueve meses, Muñoz comprobó que solo había acumulado entre 15 y 20 días cotizados a la Seguridad Social. La empresa declaraba únicamente las horas recogidas en el contrato reducido, dejando sin registrar las 30 horas restantes de cada semana. Esta diferencia impedía acceder a prestaciones como el subsidio por desempleo y reducía de forma considerable su historial laboral.
El problema afectaba también a otros compañeros, con contratos de jornada parcial mientras trabajaban a tiempo completo. Las horas extra no se reflejaban en nóminas ni cotizaciones, lo que significaba que el esfuerzo no quedaba respaldado por la protección social correspondiente.
Muñoz asegura a Equipo de Investigación que en el restaurante se organizaban los turnos de manera que todos trabajaban más horas de las contratadas. El reparto de pagos se dividía entre la nómina oficial y los sobres entregados en el sótano, con una parte importante del salario sin declarar.
Denuncia ante la Inspección y coordinación entre empleados
Cansado de la situación, Muñoz decidió denunciar ante la Inspección de Trabajo. Optó por la vía anónima para evitar posibles represalias. Antes de presentar la denuncia, comenzó a recopilar pruebas que acreditaran la diferencia entre las horas trabajadas y las declaradas.
Para facilitar la recogida de información, varios trabajadores del local crearon un grupo de WhatsApp. En él compartían fotografías de los horarios, capturas de mensajes enviados por el dueño y cualquier otro material que pudiera servir como respaldo en la denuncia. También anotaban las horas efectivamente trabajadas y las comparaban con las reflejadas en nómina.
La presentación del caso ante la Inspección se hizo de forma conjunta, entre los compañeros de trabajo. La denuncia incluía testimonios, material gráfico y copias de los contratos parciales que no coincidían con las jornadas reales. Con esta documentación buscaban que las autoridades laborales verificaran los incumplimientos y tomaran medidas.
Según Muñoz en la entrevista citada, la decisión de actuar fue motivada por la acumulación de irregularidades y por la coordinación entre compañeros que vivían la misma situación.
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