
Muchos caemos en errores comunes al poner la lavadora: sobrecargar el tambor, utilizar una cantidad inadecuada de detergente o elegir una temperatura que no se ajusta al tipo de ropa que vamos a lavar. Ante estas dudas, es habitual recurrir a una solución intermedia: los 40 °C. Esta temperatura parece una elección segura, ya que no es tan baja como los 30 °C que suelen recomendar las etiquetas, ni tan alta como los 60 °C que podrían dañar tejidos delicados. Sin embargo, esta práctica puede no ser tan eficaz como se cree.
El médico británico Xand van Tulleken ha lanzado una advertencia al respecto. Según explicó durante una intervención en el programa BBC Morning Live, lavar la ropa a 40 °C no es lo suficientemente caliente para eliminar bacterias y virus de forma eficiente, ni lo bastante frío como para representar un ahorro energético significativo. Desde su punto de vista, este ciclo es una especie de “tierra de nadie” que no cumple bien ninguna función concreta.
“Si hay una infección por norovirus, por ejemplo, en casa, siempre se debe lavar la ropa a 60 °C”, enfatizó el doctor. A su juicio, solo a partir de esta temperatura se eliminan patógenos de manera eficaz, especialmente tras episodios de enfermedad dentro del hogar. Por eso, recomienda reservar los lavados a 60 °C para situaciones en las que haya riesgo de contagio o después de una enfermedad.
Cuándo sí utilizar los 40º
No obstante, Van Tulleken también matiza que hay ocasiones en las que sí tiene sentido utilizar los 40 °C, como por ejemplo cuando se va a usar una lavandería comunitaria por primera vez o si una persona tiene una alta sensibilidad a alérgenos. En estos casos, un lavado inicial a temperatura media puede ofrecer una limpieza más profunda y segura. Sin embargo, aclara que las cargas siguientes pueden hacerse a temperaturas más bajas, siempre que no haya una necesidad especial.

El médico británico es un firme defensor de los lavados a baja temperatura. De hecho, afirma que, siempre que no se trate de ropa deportiva, prefiere ciclos de lavado a 20 °C. Esta práctica no solo ayuda a proteger las fibras de las prendas más delicadas, sino que además reduce notablemente el consumo de energía. “Un ciclo a 20 °C consume un 62 % menos de energía que uno a 40 °C”, señala Van Tulleken.
Afortunadamente, las lavadoras modernas están diseñadas para ser eficientes incluso con agua fría. Un estudio de 1975 ya había concluido que la ropa lavada a baja temperatura quedaba tan limpia como la que se lavaba a alta temperatura. Estudios más recientes respaldan esa afirmación y apuntan además a otros factores importantes, como el volumen de ropa dentro del tambor o la cantidad de detergente utilizada, que influyen directamente en la eficacia del lavado.
Para mantener un buen olor en las prendas y asegurar el correcto funcionamiento del electrodoméstico, Van Tulleken aconseja realizar, de forma ocasional, un ciclo de limpieza a 90 °C. También recomienda evitar los programas cortos a baja temperatura, ya que no permiten que la ropa se remoje adecuadamente, lo que podría afectar tanto la limpieza como la frescura final de las prendas.
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