El mundo está a tres años de alcanzar un umbral climático crítico: ¿es posible revertir el rumbo?

En junio, más de sesenta científicos del clima alertaron sobre el estado del “presupuesto de carbono” que queda para evitar que la temperatura del planeta supere el umbral de 1,5 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales, lo cual tendría un impacto considerable

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Archivo/EFE/EPA/TOLGA AKMEN
Archivo/EFE/EPA/TOLGA AKMEN

En junio, más de sesenta científicos del clima alertaron sobre lo que queda del “presupuesto de carbono para evitar que la temperatura del planeta supere el umbral de 1,5 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales. Según sus estimaciones, dicho presupuesto se agotará en apenas tres años si las emisiones globales de dióxido de carbono continúan al ritmo actual. Este aviso genera interrogantes sobre la gravedad de los efectos si se rebasa ese límite y sobre las posibles vías aún disponibles para revertir el aumento de la temperatura global.

El informe de referencia sostiene que el impacto de cruzar la barrera de 1,5 °C sería considerable, especialmente para los países insulares y los territorios más vulnerables, y supondría un aumento del riesgo de alteraciones permanentes en distintos ecosistemas. No obstante, expertos consultados por Live Science aclaran que el sobrepaso del umbral, aunque grave, no provocaría un colapso inmediato del sistema climático planetario. Si las emisiones mundiales se lograsen reducir sustancialmente, aún existen opciones para moderar e incluso disminuir gradualmente la temperatura con el tiempo.

Incluso si las emisiones se reducen a cero, la temperatura global seguiría creciendo

Michael Mann, director del Centro de Ciencia, Sostenibilidad y Medios de la Universidad de Pensilvania, remarca: “Cada fracción de grado de calentamiento que podamos evitar supone una mejora de la situación”. Insiste además en que la prevención resulta más barata y eficaz que un intento posterior de revertir una subida ya consolidada.

Los datos recogidos por el informe, publicado el 19 de junio, calculan que el presupuesto de carbono mundial restante es de 143.000 millones de toneladas de CO₂ para lograr no sobrepasar el límite marcado en el Acuerdo de París, firmado por 195 países.

Actualmente, las emisiones globales alcanzan los 46.000 millones de toneladas anuales, de acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial. En comparación con la era preindustrial, el planeta ya presenta un incremento medio de 1,2 °C, una subida atribuida en gran medida a la actividad humana. El océano ha estado absorbiendo parte del calor adicional generado por las emisiones, lo que ha amortiguado el aumento de temperatura en superficie. Sin embargo, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) advierte que mediante la evaporación y la transferencia directa de calor, gran parte de esa energía será liberada en las próximas décadas, independientemente de la evolución de las emisiones.

Esto implica que incluso si se reduce a cero la emisión de carbono en la actualidad, la temperatura global continuaría en ascenso durante varias décadas debido a la liberación de calor almacenado por los océanos. Según las estimaciones, este fenómeno podría sumar 0,5 °C adicionales al calentamiento registrado. Una vez liberado ese exceso, el sistema tendería a estabilizarse y, a lo largo de miles de años, las temperaturas podrían volver a situarse en los niveles preindustriales gracias a la absorción natural de carbono por sumideros terrestres como los árboles y los suelos.

Crédito: Grosby
Crédito: Grosby

El umbral de 1,5 ºC

La elección del umbral de los 1,5 °C responde al hecho de que más allá del mismo, los riesgos para el bienestar humano y ambiental se multiplican. Kirsten Zickfeld, profesora de ciencias climáticas en la Simon Fraser University (Canadá), explica: “El límite de 1,5 °C es un indicador del estado del clima donde todavía podemos gestionar las consecuencias”. Otra preocupación importante es la activación de “puntos de no retorno” climáticos. Son umbrales en el sistema terrestre a partir de los cuales se pueden desencadenar cambios abruptos e irreversibles, como el colapso del casquete de hielo de Groenlandia o la conversión de la selva amazónica en sabana.

A pesar de la urgencia, algunos expertos sostienen que, superado el umbral de 1,5 °C, seguirían existiendo formas de invertir parte del calentamiento, aunque con muchas limitaciones. La tecnología para hacerlo aún no se ha desarrollado a gran escala y existen dudas sobre su potencial real. La clave estaría en conseguir “emisiones netas negativas”, es decir, retirar más CO₂ de la atmósfera del que se emite, ya sea mediante soluciones naturales como la reforestación o mediante tecnologías avanzadas de captura y almacenamiento de carbono. Cada incremento de 0,1 °C supone 243.000 millones de toneladas de CO₂ extra en la atmósfera. Zickfeld indica que sólo con métodos naturales habría que multiplicar por cien los esfuerzos actuales de repoblación forestal y restauración de humedales, una opción restringida por la competencia existente por el uso del suelo.

Las tecnologías de emisiones negativas siguen en fase experimental y, según Robin Lamboll (Imperial College de Londres), mantendrán costes elevados durante un periodo prolongado. Lamboll señala: “En la práctica, será un logro si el despliegue de estas tecnologías sirve para alcanzar el equilibrio y llegar a las emisiones netas cero”. Incluso con éxito en su implantación, la caída de la temperatura sería muy paulatina, situándose en el mejor de los escenarios en unos 0,3 °C menos en 50 años.

No existe, a día de hoy, una obligación específica para los países de adoptar estas tecnologías según el Acuerdo de París, aunque la meta de contener el calentamiento “muy por debajo de los 2 °C” puede llevar a su generalización en los próximos años si se sobrepasa el umbral de 1,5 °C. Al ritmo actual de emisiones, los cálculos apuntan a que el presupuesto de carbono pendiente para no superar los límites de 1,6 °C, 1,7 °C y 2 °C se agotaría en siete, doce y veinticinco años, respectivamente. Michael Mann subraya: “Si se supera 1,5 °C, 1,6 °C es mucho mejor que 1,7 °C, y así sucesivamente”. La hoja de ruta marcada por los científicos sigue siendo clara: acelerar la reducción de emisiones para limitar los daños. Mann reconoce, en cualquier caso: “Estamos empezando a cambiar de rumbo”.

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