Así es el día a día de Daniel Sancho en la prisión de Tailandia: “Le dejan hacer y decir lo que quiera, sin censura”

Su abogado, Marcos García-Montes, ha concedido unas palabras a ‘Vanitatis’ sobre la vida en prisión del hijo de Rodolfo Sancho

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Cárcel en la que se
Cárcel en la que se encuentra Daniel Sancho (INFOBAE ESPAÑA).

A punto de cumplirse dos años desde su arresto en Tailandia por el asesinato del cirujano colombiano Edwin Arrieta, la figura de Daniel Sancho vuelve a estar en el foco mediático. Sin embargo, lejos de una rutina carcelaria marcada la desesperación por encontrarse lejos de su hogar, el joven, hijo del actor Rodolfo Sancho, vive una realidad mucho más serena de lo que cabría imaginar en la prisión tailandesa de Shurat Thani, una de las más estrictas y saturadas del país.

Según fuentes cercanas a su entorno y las declaraciones de su abogado, Marcos García-Montes, a Vanitatis, Daniel se encuentra en buen estado, tanto física como emocionalmente. Aunque está recluido en un centro conocido por su hacinamiento, Sancho cuenta con una celda individual, un privilegio inusual que le permite mantener cierta privacidad y estabilidad. “Está bien”, señala su defensor, quien añade que el joven mantiene una rutina ordenada y esperanzada, en buena parte gracias al contacto frecuente con personas cercanas y a un nuevo proyecto personal que lo mantiene ilusionado.

Las comunicaciones con el exterior son frecuentes y variadas. Daniel mantiene varias videollamadas a la semana: “Los lunes y los jueves habla conmigo, los miércoles con su padre y los martes con un amigo psicólogo, aunque ellos pueden cambiar el día en función de lo que tengan". Estas conversaciones, que suelen extenderse hasta hora y media, se desarrollan sin intervención ni supervisión por parte de las autoridades penitenciarias. “Le dejan hacer y decir lo que quiera, sin censura. Se ve detrás de él a los funcionarios a su aire, están tan tranquilos mientras hacemos la llamada, no intervienen ni están pendientes de lo que hablamos”, afirma García-Montes.

La relación con su madre, Silvia Bronchalo, en cambio, es un punto menos claro. El letrado admite no tener conocimiento sobre si madre e hijo mantienen contacto. Cabe recordar que entre Bronchalo y Rodolfo Sancho existe un conflicto judicial por una denuncia de malos tratos, lo que podría haber afectado la relación entre Silvia y Daniel. De hecho, hace meses que la madre no viaja a Tailandia a visitarlo.

Más allá del plano personal, Daniel Sancho también dedica parte de su tiempo a escribir. Según afirman a Vanitatis, ha comenzado a redactar unas memorias en las que no solo abordará el caso que lo llevó a prisión, sino también aspectos más íntimos de su vida. El proyecto, del que ya ha avanzado algunos capítulos, le mantiene enfocado y con la moral alta.

El español Daniel Sancho se enfrenta al juicio en Tailandia por el supuesto asesinato del colombiano Edwin Arrieta. El tribunal tiene que determinar si fue un crimen premeditado o un accidente.

Una última esperanza en el horizonte

En el terreno judicial, las próximas semanas pueden ser decisivas. El equipo de defensa presentó un recurso contra la sentencia de cadena perpetua dictada en agosto del año pasado. El caso se encuentra actualmente en el Tribunal de Apelaciones, y aunque la acusación presentó impugnación, el fiscal no lo hizo, lo que representa un rayo de esperanza para Sancho.

Según explica García-Montes, existen dos caminos posibles si el recurso prospera. El primero sería la anulación de la condena por vulneración de derechos fundamentales, lo que abriría la puerta a un nuevo juicio. El segundo supondría una recalificación del delito, pasando de homicidio con premeditación a homicidio imprudente, lo que reduciría notablemente la pena —incluso a una condena de apenas cuatro años o a una posible absolución—. Si los plazos judiciales se cumplen, la decisión del tribunal podría conocerse tras el verano, y, en el mejor de los escenarios, Daniel Sancho podría celebrar las próximas Navidades en libertad.

“Tanto Daniel como el equipo jurídico confiamos en la justicia tailandesa y en los tribunales, que son los que velan por que se respeten los derechos humanos y las libertades individuales”, afirma su abogado. Mientras el proceso avanza, Daniel permanece sereno, aferrado a su rutina, a sus conversaciones semanales y a ese libro que, de alguna manera, le ayuda a reconstruirse desde dentro.