El aviso de un adiestrador de perros: “Si no lo conoces no debes mirarlo fijamente a los ojos”

Nicolás Dzikowsky, experto en comportamiento canino, explica los errores comunes al acercarse a un perro desconocido y cómo mejorar la comunicación con ellos

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Mujer paseando a su perro.
Mujer paseando a su perro. (Pixabay)

Muchas personas se acercan a un perro desconocido con la mejor intención, ya sea para acariciarlo o para saludarlo mirándolo directamente. Sin embargo, estas acciones que a los humanos nos parecen inofensivas pueden resultar invasivas o amenazantes para un animal. Así lo advierte Nicolás Dzikowsky, adiestrador canino con amplia experiencia en comportamiento animal, quien recuerda que mirar fijamente a un perro que no conocemos puede interpretarse como un desafío. Junto con otros errores comunes al interactuar con mascotas ajenas, su consejo busca evitar malentendidos y promover una relación más respetuosa entre humanos y perros.

En una reciente entrevista con La Voz de Galicia, Dzikowsky advirtió que mirar a un perro desconocido directamente a los ojos puede ser percibido como un acto de desafío en el lenguaje canino. “Nosotros lo hacemos como una muestra de interés, de ternura. Pero para muchos perros, especialmente los más sensibles o reactivos, es una señal de amenaza”, señala. Lo mismo ocurre con otro gesto habitual: acariciarles directamente la cabeza. Según el especialista, este contacto desde arriba puede generarles una gran incomodidad, ya que restringe su visión y espacio personal.

Los errores más comunes al acercarse a un perro

Para Dzikowsky, uno de los errores más comunes es que las personas tienden a humanizar el comportamiento de los perros, proyectando en ellos emociones o intenciones que no corresponden a su forma de comunicarse. Un ejemplo claro es la idea de que cuando un perro lame a su dueño está dando besos. “Ese gesto no tiene nada que ver con el afecto tal y como lo entendemos nosotros. Puede estar motivado por el olor, por una respuesta condicionada o incluso por una señal de estrés”, aclara el adiestrador.

Adiestramiento canino (Benjamin Nolte/dpa)
Adiestramiento canino (Benjamin Nolte/dpa)

Otro error común es invadir el espacio del perro al acercarse demasiado deprisa, hablarle de forma efusiva o intentar tocarlo sin que haya mostrado disposición. En lugar de eso, Dzikowsky recomienda mantener una postura tranquila, sin hablar ni moverse bruscamente, y permitir que sea el propio animal quien se acerque a oler si se siente cómodo. “El olfato es su principal herramienta para conocernos. Si forzamos la interacción, podemos generar desconfianza o incomodidad”, explica.

Además, recuerda que cada perro tiene una historia y un temperamento diferente, que puede estar marcado por experiencias pasadas, traumas o simplemente por su carácter. Lo que puede funcionar con un animal puede resultar contraproducente con otro. Por eso, insiste en que el respeto a su espacio y lenguaje corporal es una cuestión de seguridad y empatía.

Consejos de educación canina

Más allá de evitar gestos incómodos, el adiestrador defiende un enfoque basado en el respeto, la observación y el refuerzo positivo. Enseñar normas básicas de convivencia y fomentar el juego como vía de aprendizaje son, para él, pilares fundamentales en el desarrollo equilibrado de un perro.

También destaca la importancia de leer el lenguaje corporal del animal: orejas erguidas, mirada tensa, cola rígida o movimientos rápidos pueden indicar alerta o incomodidad. En esos casos, es mejor no insistir y permitirle espacio. “Un perro relajado suele tener un cuerpo suelto, mirada blanda y movimientos suaves. Si algo nos incomoda, es mejor parar”, apunta.

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Además, Dzikowsky propone trabajar con estrategias específicas para perros con miedos o reacciones exageradas, como desviar suavemente la mirada, girar ligeramente el cuerpo o alejarse sin tensión para no aumentar su estrés. “Se trata de cambiar el enfoque: dejar de imponer y empezar a escuchar, aunque sea con los ojos y los gestos”.