
Alemania afronta uno de los mayores retos de su Estado del Bienestar: el envejecimiento acelerado de la población y la llegada masiva a la jubilación de la generación del baby boom. Según el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW Berlin), la combinación de una natalidad persistentemente baja y una esperanza de vida al alza hará que el peso de los jubilados sobre la población activa se multiplique. Y el índice de dependencia -personas mayores de 67 años por cada ciudadano en edad de trabajar- pasará del 0,33 actual al 0,42 en 2035, según las proyecciones oficiales.
Esta dinámica se agudiza por la jubilación de quienes nacieron en los años 50 y 60, conocidos como boomers. Solo en 2023, 950.000 personas accedieron a la pensión de jubilación en Alemania, frente a las 670.000 que se contabilizaron en 2010. El resultado es una presión creciente sobre el sistema público de pensiones, financiado en gran parte con cargo al presupuesto federal, que ya dedica aproximadamente el 20% de sus recursos a atender estas prestaciones.
¿Por qué las fórmulas actuales ya no son suficiente?
El consenso político y técnico tradicional en Alemania alterna tres caminos para aliviar la presión sobre el sistema: subir cotizaciones, recortar pensiones o alargar la vida laboral. Sin embargo, el estudio del DIW pone de relieve las limitaciones de esas opciones. Aumentar cotizaciones penalizaría a los jóvenes y podría dañar el empleo; reducir las prestaciones elevaría los riesgos de pobreza en la vejez, y retrasar la edad de jubilación, un tema socialmente muy polémico, solo atenúa parte del problema.
Para recorrer un camino diferente, el Instituto Alemán de Investigación Económica propone el Boomer-Soli: una contribución de solidaridad que solo pagarían los jubilados con mayores ingresos, y que se redistribuiría entre los jubilados con menos recursos económicos sin afectar a los trabajadores activos actuales.
¿Cómo funciona el ‘Boomer-Soli’?
La propuesta prevé aplicar un recargo especial del 3% al 4% sobre todas las rentas de origen jubilatorio -públicas, privadas, de empleo o de funcionarios-, además de los rendimientos de capital y alquiler percibidos por mayores de 65 años. La medida se activaría solo a partir de un umbral de ingresos que ronda los 1.000 euros mensuales, de forma que los jubilados de rentas bajas y medias no se verían afectados. Todo lo recaudado iría a nutrir un fondo especial, gestionado al margen de los impuestos generales, dedicado exclusivamente a mejorar las pensiones más bajas.
Esta fórmula permite evitar cualquier impacto negativo sobre los salarios o incentivos laborales de las generaciones más jóvenes, ya que en ningún caso grava la actividad económica ni los ingresos del trabajo.
Menos pobreza y mayor equidad
Los datos simulados por el DIW subrayan la eficacia de la medida. El riesgo de pobreza en mayores de 65 años se reduciría del 18,3% actual al 13,6%, a la vez que los hogares de jubilados más pobres (primer quintil de renta) verían crecer su ingreso neto entre un 10% y un 11%. Por el contrario, el 20% de los hogares de jubilados más acomodados perdería entre el 3% y el 4% de su renta neta, un sacrificio moderado que permite apuntalar el conjunto del sistema.
Aplicación sencilla y compatibilidad normativa
Frente a otras reformas complejas y polémicas, el Boomer-Soli podría implantarse con agilidad. Se basa en los datos ya comunicados a la Hacienda alemana, sin apenas cargas administrativas nuevas para los pensionistas. Tampoco requiere modificar el actual impuesto sobre la renta, ya que funcionaría como un fondo especial dentro de la arquitectura jurídica vigente.
El informe también señala que, a diferencia de una reforma interna del sistema público, esta solución preserva el principio de contributividad y el equilibrio entre esfuerzo e ingresos, manteniendo incentivos para el ahorro privado y la previsión individual.
Retos, críticas y lecciones para otros países
No obstante, el Boomer-Soli podría experimentar resistencias políticas por percibirse como un impuesto específico a la vejez y su capacidad de redistribuir se ve limitada ante patrimonios no declarados o el usufructo de la vivienda propia. Además, existe el riesgo de que desincentive ciertas formas de ahorro privado para la jubilación.
Con todo, el DIW asegura que el diseño de esta propuesta la hace fiscalmente sólida, equitativa y ajustada a las necesidades de Alemania, donde el sistema de pensiones ya ofrece prestaciones modestas. En contextos como el español, con diferentes prioridades y un reto de suficiencia en las pensiones, la traslación directa del modelo alemán no sería posible.
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