Una treintena de jóvenes destrozan un restaurante y apuñalan al dueño que intentaba defender a su esposa: “No les gustaban los ricos”

El ataque tuvo lugar tras un primer conflicto, ocurrido ocho días antes, cuando el propietario del bar expulsó a unos jóvenes que estaban destrozando la terraza de su local

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Una treintena de jóvenes destroza
Una treintena de jóvenes destroza un restaurante. (Canva)

La noche del 16 al 17 de julio, la tranquila localidad costera de Jullouville, en la región francesa de la Mancha, se vio sacudida por un episodio de violencia inesperado. Un grupo de alrededor de treinta jóvenes atacó al propietario del restaurante La Promenade, Élie Lebaillif, quien fue brutalmente agredido y apuñalado mientras trataba de defender a su esposa, según recoge el medio francés Le Point.

El ataque tuvo lugar tras un primer conflicto, ocurrido ocho días antes, cuando Lebaillif expulsó a unos jóvenes que estaban destrozando la terraza de su local. Esta disputa marcó el comienzo a una escalada de tensión que pronto desembocaría en violencia física. El propio dueño del restaurante relató cómo los agresores, la mayoría de entre 15 y 18 años, regresaron en grupo con la intención de vengarse y causaron importantes destrozos. “Decían que nuestro restaurante recibe a capitalistas y que no les gustaban los ricos”, ha señalado el dueño.

Una agresión planificada

Según el testimonio de Lebaillif, compartido en redes sociales, la noche del ataque coincidió con festividades locales, lo que generó una atmósfera animada en la comunidad. Mientras realizaba un encargo para su hijo, que regenta la pescadería situada en el mismo edificio, Lebaillif se cruzó con el grupo de jóvenes en las inmediaciones de su restaurante. Señala que los mismos individuos que había expulsado días atrás lo reconocieron y comenzaron a seguirlo.

Al poco tiempo de entrar en la cocina junto a su esposa, ambos escucharon el estruendo provocado por el lanzamiento de barras metálicas y grandes piedras contra las cristaleras del restaurante. Le Point ha señalado que los jóvenes profirieron insultos y amenazas de muerte antes de proceder a atacar físicamente tanto a él como a su esposa. La agresión derivó en la rotura de varias puertas y cristales, muebles destruidos y graves lesiones para ambos propietarios. Según su testimonio, su esposa fue golpeada y tirada al suelo, mientras él recibió una puñalada y varias contusiones.

Un agente de la gendarmería
Un agente de la gendarmería francesa. (Canva)

La intervención policial no resultó suficiente para contener la violencia ni garantizar la seguridad de la familia. Lebaillif expresó: “Si mi yerno y mi hijo no hubieran estado allí, las fuerzas del orden no habrían podido pararlos”. Los atacantes arrojaron piedras al vehículo policial y dañaron la unidad. El dueño lamenta que la policía municipal solo patrulle durante el día y que no exista una presencia reforzada por la noche, especialmente en momentos de cierre de bares y fiestas locales en los que pueden emborracharse los grupos de jóvenes.

El impacto en la vida local

Élie Lebaillif reabrió su restaurante al día siguiente de la agresión, pese a las heridas sufridas. “Soy autónomo. Incluso con una pierna menos, volvería a trabajar”, ha declarado al medio francés. Tras recibir atención médica, dedicó apenas unos minutos al descanso antes de reincorporarse a la rutina.

Mientras tanto, familiares y empleados tuvieron que limpiar y reparar parte de los daños ocasionados en la cocina y el mobiliario. El propio hostelero describe la agresión como una emboscada organizada en la que, de no haber mediado la familia, las consecuencias habrían sido aún peores.

El caso de La Promenade se inscribe en un contexto de inseguridad creciente en Jullouville, sobre todo durante los meses de verano. El propietario asegura que “la situación se ha deteriorado en los últimos años”, detallando que incidentes similares se repiten con frecuencia en otros establecimientos y espacios públicos, incluidas agresiones como la sufrida por un camarero del bar vecino por negarse a dar un cigarrillo.

La respuesta de la municipalidad ha resultado insuficiente a ojos de los afectados. Aunque el Ayuntamiento instaló barreras protectoras en algunos espacios públicos, los asaltantes las usaron como armas en el ataque a este restaurante. El dueño considera urgente que la gendarmería refuerce su presencia durante los cierres de los bares para evitar que estas situaciones deriven en actos violentos.

A pesar de todo, Lebaillif y su familia mantienen su negocio abierto y aseguran no dejarse amedrentar: “No me dejaré vencer. Y el restaurante seguirá abierto pase lo que pase”. Mientras tanto, los mensajes de apoyo y solidaridad de la comunidad reflejan tanto la preocupación como la determinación de los habitantes de recuperar la tranquilidad que caracterizaba a la localidad hasta hace pocos años.