La gran desventaja de vivir en el último piso del edificio, según un arquitecto: “A no ser que contemos con un buen aislamiento térmico…”

El arquitecto Edu Saz explica las ventajas y desventajas de vivir en un último piso

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El arquitecto Edu Saz explica
El arquitecto Edu Saz explica las ventajas y desventajas de vivir en un último piso. (YouTube)

La compraventa de vivienda vive su mejor momento en 18 años. Este mercado contabilizó más de 61.000 operaciones el pasado mes de mayo, una subida cercana al 40% y la más alta registrada desde el año 2007, según datos del INE. Entre las propiedades con mayor atractivo están los áticos, apartamentos situados en la última planta de los edificios que, como extra, suelen ofrecer espacios al aire libre.

Las últimas plantas tienen grandes ventajas, explica el arquitecto Edu Saz (@edusaz) en un vídeo publicado en la plataforma YouTube. Estos apartamentos suelen tener “mayor ventilación, mayor luminosidad e incluso mejores vistas, además de menor ruido porque lógicamente no vamos a tener vecinos arriba y, además, vamos a estar más alejados del ruido de la calle”, comenta.

Pero estos pisos tan atractivos también tienen grandes desventajas que hay que tener en cuenta antes de comprarlos o alquilarlos. Están los problemas obvios, dice Saz, como la dependencia al uso del ascensor o, en los peores casos, un tormento de subir y bajar pisos y pisos de escaleras.

Pero, el conflicto principal reside en que “estas últimas plantas tienen una mayor exposición a las condiciones climáticas”, lo que puede suponer problemas tanto de estructura como de bolsillo para los propietarios o inquilinos.

Más calor y más frío

Estar en apartamentos en las últimas plantas supone “una mayor exposición a las condiciones climáticas, como a la temperatura y a la lluvia durante el verano". Quienes vivan en ellas, deben saber que “el tejado siempre va a absorber una gran cantidad de calor por el sol y esto va a hacer que la temperatura en nuestra vivienda sea más elevada que en el resto de viviendas de ese edificio”. Ocurrirá también durante el invierno, advierte, Saz: “vamos a estar más expuestos al frío y, a no ser que contemos con un gran aislamiento térmico, que no suele ser el caso en la mayoría de las construcciones, pues vamos a notar también que vamos a tener que hacer más uso de la calefacción“.

Esto será peor cuanto más contacto con el exterior tenga la vivienda: si se encuentra en uno de los laterales del edificio, sus habitantes tendrán más calor que los de aquellas que se encuentren en el medio, rodeadas de otras viviendas.

Las últimas plantas están más
Las últimas plantas están más expuestas a las condiciones climáticas. (Pexels)

Los riesgos de la lluvia

Los problemas van más allá del calor: también se estará más expuesto “a la lluvia, al granizo o a la nieve”, condiciones que “pueden ayudar al desgaste de la cubierta”, dice el arquitecto. “Si su impermeabilización no tienen un mantenimiento adecuado, Con el paso de los años, puede ocurrir que los materiales y las juntas al final sufran un desgaste que ocasionen posibles filtraciones a través de la cubierta”, explica.

Los problemas que pueden generar estas filtraciones son varios, desde humedades a afecciones a la estructura del edificio. Y aquellos que residan en las últimas plantas serán los que se enfrenten primero a estas situaciones. "Es cierto que todo lo que tiene que ver con la cubierta le pertenece al edificio y por tanto, es la comunidad quien se tiene que hacer cargo. Pero si acabas de comprar la vivienda, pues probablemente no te guste saber que tienes que hacer frente a una derrama para solucionar este tema", valora Saz.

Hay formas de evitar estas situaciones. El arquitecto pide, si se compra un ático o un último piso, “valorar invertir en soluciones dentro de la reforma que puedan paliar los efectos de esa exposición extra de nuestra vivienda a las condiciones climáticas”, como utilizar un aislante térmico en el falso techo. Además, recomienda “hacer una inspección antes de la compraventa o, si vemos algo sospechoso, firmar una cláusula en el contrato de arras, que el vendedor se haga cargo de ello si finalmente supone un problema”. Por último, recuerda que, en España, tras una compraventa se dispone de 6 meses para renunciar al piso por vicios ocultos.