Ya lo alertó el presidente Pedro Sánchez en la Conferencia de la ONU en Sevilla: los recortes en el ecosistema de salud global provocarán más de 25 millones de muertes en los próximos 15 años. Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, Estados Unidos ha marcado una línea dura con la inversión internacional en salud. Nada más comenzar su segundo mandato, el presidente estadounidense firmó la salida de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y trabaja desde entonces en el recorte del presupuesto de USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional). Los efectos de estas medidas ya se están dejando notar, con una reducción del 51% en el presupuesto mundial de asistencia para el desarrollo en salud (DAH), según un informe publicado este miércoles por el Institute for Healt Metrics and Evaluation (IHME) de la Universidad de Washington.
La caída es notable: desde inicios del siglo XXI, la financiación para el desarrollo mundial en salud se había triplicado, llegando a un máximo de 80,3 mil millones de dólares tras la pandemia. En 2025, este presupuesto se ha reducido hasta los 39 mil millones de dólares, el nivel más bajo de los últimos 15 años. Si se mantiene la tendencia, se pronostica que la DAH disminuya otro 8%, hasta los 36 mil millones en 2030, unos recortes que podrían poner en riesgo la atención médica vital desde hoy y hasta 2030, alertan sus autores.
Los cálculos del IHME cuentan con déficits adicionales ya esperados por parte de Estados Unidos, que debate actualmente la cancelación de más fondos de USAID y el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del SIDA (PEPFAR), creado hace 22 años por el expresidente George W. Bush; así como los recortes anunciados en junio de la Alianza para las Vacunas (Gavi).
El mundo pierde 40.000 millones de inversión sanitaria

Esta pérdida de más de 40 mil millones de dólares en cuatro años se debe, en gran parte, al descenso de las inversiones estadounidenses, principal fuente de ingresos desde 1990. Su marcha ha incentivado los recortes de otras potencias mundiales, como Francia, Finlandia, Alemania y Reino Unido, que han reducido su financiación tanto por presiones domésticas como por la priorización del presupuesto en defensa en el marco de la guerra en Ucrania.
En contraprestación, otros países han impulsado sus inversiones en DAH para intentar reducir los efectos de los recortes estadounidenses. Australia, por ejemplo, declaró que empezaría a ayudar a países del Pacífico y el Sudeste Asiático, reduciendo en consecuencia sus aportaciones al Fondo Global para la lucha contra el sida, la malaria o la tuberculosis. Otros, como China, dieron un impulso de 500 millones a la OMS tras la salida de EE.UU.
España también ha doblado su apuesta por la ayuda al desarrollo. Desde Sevilla, Pedro Sánchez anunció a principios de julio la Iniciativa de Acción para la Salud Global, con una inversión de 315 millones de euros entre 2025 y 2027, así como un refuerzo a la aportación a la Alianza Gavi.
Otros como Canadá o Emiratos Árabes Unidos han mantenido sus inversiones. A su vez, las aportaciones por entidades privadas como la Gates Foundation se mantuvieron constantes. Pero nada ha sido suficiente para paliar la retirada de grandes potencias mundiales.
Una amenaza al sur global
La asistencia financiera global es crucial en regiones donde los recursos son limitados y la carga de enfermedad es alta. Los autores calculan que será el África Subsahariana la región más afectada, con un recorte estimado del 29% de su presupuesto (5,6 mil millones de dólares). El continente asiático y Oceanía serían las dos siguientes regiones que más sufrirían esta bajada de la inversión.
Los investigadores avisan de que estos recortes en las iniciativas de salud global podría reducir el tratamiento y la prevención de enfermedades infecciosas como VIH/SIDA, malaria y tuberculosis, así como limitar el acceso a servicios de salud materna, neonatal e infantil. Las consecuencias presupuestarias también podrían afectar la seguridad del agua, el saneamiento y la seguridad alimentaria, un proceso que posiblemente culminará en tasas de mortalidad elevadas, especialmente entre niños.
“Estos recortes de financiamiento son perjudiciales para la salud global, particularmente para las poblaciones más vulnerables, donde la DAH ha salvado incontables vidas”, dijo la autora principal, la doctora Angela Apeagyei. “La reducción drástica y abrupta de la DAH podría comprometer el progreso que se ha logrado en materia de salud a nivel global”, añade. La DAH ha logrado reducir la mortalidad infantil en menores de 5 años de los 1.837 fallecimientos por cada 100.000 habitantes en 2011 hasta las 1.485 por cada 100.000 habitantes en 2019, progreso que podría verse revertido en los próximos años. Por el momento, ya se calcula que los recortes en USAID provoquen 14 millones de muertes en los próximos años.
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