Dejar al gato solo en casa durante tus vacaciones: cuánto tiempo se puede quedar y cómo garantizar su seguridad

Frente a la imposibilidad de llevarlo consigo, muchos optan por dejarlo en su propio entorno, una elección válida siempre que se atiendan sus necesidades físicas y emocionales

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Un gato solo en casa.
Un gato solo en casa. (Canva)

Con las maletas listas y la emoción del viaje en el aire, muchas personas que conviven con gatos se enfrentan a una inquietud silenciosa: ¿cómo estará el animal mientras su dueño está lejos? Aunque la idea de dejar a la mascota en casa durante las vacaciones puede parecer sencilla, implica una serie de decisiones que deben tomarse con responsabilidad. Frente a la imposibilidad de llevarlo consigo, muchos optan por dejarlo en su propio entorno, una elección válida siempre que se atiendan sus necesidades físicas y emocionales, según señala el medio francés La Stampa.

A diferencia de los perros, que suelen vincularse más con las personas que con el entorno, los gatos tienden a aferrarse a su territorio. Por eso, trasladarlos a otro lugar durante unos días puede resultarles más estresante que quedarse solos en casa. Sin embargo, esto no significa que la soledad les resulte indiferente. Incluso los felinos adultos y sanos necesitan ciertos cuidados durante la ausencia de sus cuidadores. La idea del gato autosuficiente, que no requiere más que comida y agua para estar bien, es incompleta y puede derivar en consecuencias negativas para su bienestar.

Preparar el entorno para su bienestar

Durante un período vacacional, un gato puede quedarse solo en casa entre 2 y 4 días como máximo, siempre que se tomen medidas específicas para garantizar su bienestar. Sin embargo, la recomendación general de veterinarios y etólogos es que no pase más de 24 a 48 horas sin supervisión humana, aunque permanezca en su propio entorno.

La organización del ambiente antes de partir es un factor clave para reducir el impacto emocional que puede tener la ausencia del humano. Una casa segura implica revisar que todas las ventanas estén cerradas o protegidas, que no haya plantas tóxicas a su alcance, que los cables eléctricos estén fuera de su vista y que se eliminen los objetos que puedan representar algún riesgo.

De acuerdo con el medio italiano, también es aconsejable habilitar un espacio tranquilo, como una habitación o rincón con su cama habitual, mantas conocidas e incluso prendas que conserven el olor de su cuidador. Estos elementos refuerzan una sensación de estabilidad que puede aliviar su ansiedad.

Un gato duerme tranquilo solo
Un gato duerme tranquilo solo en casa. (Canva)

La previsión no se limita al plano físico. Hay que pensar en el gato como un ser que necesita estímulos: juegos, superficies para rascar, lugares desde donde observar, y objetos nuevos que mantengan su interés. Incorporar un rascador, esconder golosinas en zonas distintas o dejar una ventana desde la que pueda mirar al exterior contribuye a mantenerlo activo. La falta de estimulación puede traducirse en aburrimiento o estrés, y con ello, en comportamientos poco habituales como esconderse más de lo normal, dejar de comer o tener actitudes regresivas.

La importancia del acompañamiento

Ni la fuente automática de agua ni un dispensador de comida reemplazan la presencia de una persona. Por eso, es recomendable que alguien de confianza o un profesional pase a diario por la vivienda. Esa visita tiene un valor doble: comprobar que todo sigue en orden y ofrecer al animal un momento de contacto, por breve que sea. Unos minutos de interacción humana pueden marcar una gran diferencia, especialmente en los gatos más sociables o sensibles.

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Esta persona no solo debe ocuparse de cambiar el agua, revisar la comida o limpiar la bandeja sanitaria, sino también de observar cualquier cambio de comportamiento. Además, un rato de juego o simplemente una voz familiar pueden actuar como puente emocional hasta que el cuidador regrese. En este contexto, la soledad deja de ser abandono para convertirse en un espacio contenido, donde el gato puede mantener su rutina y sentirse acompañado dentro de sus propios ritmos.