
Durante una limpieza ambiental organizada por la asociación Maharees Heritage and Conservation (Asociación de Conservación de Maharees, al suroeste de Irlanda), en la bahía de Scraggane, una pareja encontró una botella de vidrio con un mensaje dentro.
La botella había sido arrojada al océano en 2012 desde la isla de Bell, en Terranova (Candá), por una pareja llamada Anita y Brad Squieres. “Viaje de Anita y Brad a la isla Bell. Hoy disfrutaremos de una cena, de esta botella de vino y de nosotros mismos en la orilla de la isla”, decía el mensaje, acompañado de un número de teléfono.
Más de una década después, y tras más de 3.000 kilómetros de travesía marina, el recipiente recaló en la costa irlandesa. “¡Qué largo viaje y qué tiempo para llegar, pero lo conseguimos! ¡Ojalá Anita y Brad contestaran al teléfono al que nos dijeron que los llamáramos!”, compartió la asociación en sus redes sociales.

De un gesto romántico a una historia trasatlántica
En 2012, Anita y Brad estaban comenzando su relación. Orgarizaron una cita romántica en Bell Island y, como gesto simbólico, escribieron el mensaje y lo dejaron a la deriva. “Éramos solo dos jóvenes enamorados”, recordó Brad en declaraciones a The Guardian.
“Ahora somos dos adultos enamorados. Nos alegra que esta historia haya salido a la luz. Estamos conociendo gente nueva gracias a ello, y esperamos ir pronto a Irlanda”, reconoció.
La pareja que encontró la botella, Kate y Jon, intentó un primer contacto que no tuvo respuesta. Pero decidieron compartir la historia a través de redes sociales y esta vez, de forma digital, llegó a Terranova.
“Las últimas 48 horas han sido una locura”, dijo Brand. “Estaba acostando a nuestro hijo menor cuando mi teléfono empezó a sonar sin parar. Entonces oí a Anita riéndose en la habitación. Su teléfono hacía lo mismo. Me acerqué a ella y le dije: ‘No te lo vas a creer’”.
En 2016, la pareja contrajo matrimonio. Actualmente, tienen tres hijos y viven en la misma isla donde lanzaron la botella. Anita trabaja como enfermera y Brad se jubiló de la Policía Montada de Canadá.
Un descubrimiento con peso ambiental
El descubrimiento tuvo lugar durante una jornada de resistencia ambiental y concienciación costera organizada por la comunidad de Maharees. “Nos conectamos con otra zona costera enfrentando impactos climáticos”, destacó la asociación irlandesa en sus redes.
Además, según relató Martha Farrell, portavoz del grupo, otras personas de Canadá se pusieron en contacto tras conocer la historia para contar experiencias similares: botellas con mensajes lanzadas al océano como parte de recuerdos personales.
La botella, que flotó trece años a merced de las corrientes atlánticas, se convirtió en una imagen de acción por la biodiversidad y persistencia.“La historia deja testimonio de cómo las pequeñas acciones personales pueden forjar conexiones insospechadas”, concluyó la asociación.

Más allá del gesto romántico, el viaje de esta botella alimentó redes comunitarias, reforzó la conciencia ecológica y dio lugar a un relato compartido entre personas separadas por un océano, pero unidas por la memoria, el afecto y la voluntad de proteger su entorno.
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