Un español que vive en Dinamarca dice el dinero que ha ganado en un mes por reciclar: 8 euros por guardar envases

A través de su cuenta de X, muestra cuánto ha conseguido reciclando envases durante solo un mes y se pregunta por qué en España aún no se aplica un sistema similar

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Copenhague, Dinamarca (Reuters/Tom Little)
Copenhague, Dinamarca (Reuters/Tom Little)

Filip, un español que vive actualmente en Dinamarca, se ha vuelto viral tras compartir cuánto dinero ha ganado simplemente reciclando envases durante un mes. La cifra no es millonaria (60 coronas danesas, unos 8 euros), pero sirve como ejemplo de cómo un sistema bien diseñado puede convertir el reciclaje en una actividad cotidiana y eficaz.

En su publicación en redes sociales, Filip (@filipdchiesa en X) mostraba una serie de bolsas llenas de botellas y latas vacías que había acumulado. Después de llevarlas a un supermercado y depositarlas en las máquinas automáticas de recogida, obtuvo varios vales que sumaban esa cantidad. “Llevo un mes en Dinamarca. He guardado todos los envases, hoy he ido al super a devolverlos y me han devuelto 60 coronas, que son unos 8€“, escribió.

Además, aprovechó la ocasión para lanzar una crítica al sistema de reciclaje en España, denunciando lo que considera una gestión poco eficaz por parte de entidades como Ecoembes. “Si queremos ser la Dinamarca del Sur deberíamos empezar por cosas como estas” comentaba Filip. Otros usuarios se unieron a este debate comentando que en otros países llevan a cabo iniciativas similares: “en Alemania llevan haciéndolo años, fui en 2011 y ya lo hacían”. “Esto también se hace en Hungría desde hace un año. 50 florines por cada envase de bebidas: lata, vidrio o plástico”.

Cientos de envases de plástico
Cientos de envases de plástico son tratados en una planta de reciclaje en Bilten (Suiza). (EFE/ Gian Ehrenzeller)

El sistema danés: recompensa por cada envase

Dinamarca aplica desde hace más de dos décadas un sistema llamado “pant”, que consiste en añadir un pequeño recargo al precio de las bebidas envasadas. Este depósito se devuelve al consumidor cuando entrega el envase vacío en las máquinas instaladas en supermercados y tiendas. El sistema acepta botellas y latas de plástico, aluminio o vidrio.

Este modelo no solo incentiva el reciclaje, sino que reduce significativamente la cantidad de residuos en las calles. Los datos hablan por sí solos: más del 90 % de los envases retornables vendidos en Dinamarca regresan al sistema, lo que supone una de las tasas más altas del mundo.

El éxito se debe en parte a su amplia cobertura. Casi cualquier tienda que venda bebidas cuenta con una máquina de retorno, y los ciudadanos están muy familiarizados con el proceso desde pequeños. Además, todo el sistema está gestionado por una entidad sin ánimo de lucro que reinvierte sus beneficios en mejorar la eficiencia y la sostenibilidad del modelo.

Francia da un paso adelante en la sostenibilidad con su nueva planta de reciclaje de materiales no biodegradables. Crédito: Video proporcionado por la agencia de noticias relacionada con el medio ambiente y la sostenibilidad.

¿Por qué no se aplica en todos los países?

Aunque Dinamarca es uno de los referentes en este ámbito, no es el único país europeo con un sistema de depósito y retorno. Alemania, Finlandia, Suecia, Lituania, Estonia o Noruega han adoptado modelos similares con resultados también muy positivos desde hace años. Irlanda y Reino Unido están en proceso de implantación nacional, previendo que su aplicación completa se realice entre 2024 y 2027.

En España, sin embargo, este modelo aún no se ha implementado de forma generalizada. Existen iniciativas puntuales y programas piloto en algunas comunidades, sin embargo no hay un sistema nacional obligatorio de retorno de envases. Las entidades gestoras del reciclaje actual argumentan que el modelo de contenedores funciona, aunque cada vez más voces, tanto de expertos como de ciudadanos, reclaman un cambio más ambicioso.

Una de las principales ventajas del sistema danés (más allá de su eficacia ecológica) es que transforma un gesto simple en un incentivo directo para el consumidor. El reciclaje deja de ser una obligación para convertirse en una rutina con recompensa. Y, como demuestran casos como el de Filip, hasta unos pocos euros al mes pueden marcar la diferencia cuando se trata de educar en sostenibilidad.