
Las autoescuelas afrontan otro periodo estival atadas de pies y manos. “Un año más, la campaña de verano se ve amenazada en muchas provincias por la falta de examinadores. Hay plazas sin cubrir desde hace tiempo, los tiempos de espera se disparan y los perjudicados son siempre los mismos: los aspirantes, las autoescuelas y, en última instancia, toda la sociedad”, denuncia Enrique Lorca, presidente de la Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE).
La campaña de verano concentra tradicionalmente una parte crucial de la actividad del sector. “Muchas autoescuelas —especialmente en zonas rurales o de la España vaciada— dependen de estos meses para salvar el ejercicio económico. En estas fechas es habitual que regresen estudiantes que viven en otras ciudades durante el año, lo que incrementa de forma notable la demanda de formación y exámenes prácticos”, narran desde esta entidad profesional, que cuenta con presencia en todo el territorio. Asimismo, la patronal de las autoescuelas hace hincapié en que esta temporada coincide con el periodo vacacional del personal de las jefaturas, lo que “reduce aún más la capacidad de respuesta del sistema justo cuando más se necesita. Esta descoordinación agrava un problema que ya es de por sí estructural”.
Ante esta “tormenta perfecta”, la organización ha puesto esta semana en marcha una campaña de recogida de firmas a través de la plataforma Change.org con el objetivo de exigir al Gobierno la cobertura “urgente” de las plazas vacantes de examinadores y garantizar el derecho de los ciudadanos a examinarse en tiempo y forma. “La reducción de 16 a 12 pruebas diarias por examinador y el aumento sostenido de la población han provocado una caída del 29% en la capacidad operativa del sistema de exámenes desde 2011, haciendo que la plantilla establecida por la Administración resulte insuficiente para cubrir la demanda actual”, resume esta entidad en un reciente comunicado.
Tal como explica Sergio Olivera, secretario general de CNAE, esta iniciativa pone en evidencia un problema estructural y crónico que afecta desde hace años al sistema de exámenes prácticos en España. “Siempre hemos tenido un problema de falta de examinadores. Eso históricamente ha sido así”, sostiene en unas declaraciones a este medio. En este sentido, pone el foco en varios factores, además de que “apenas se han repuesto” todas las jubilaciones realizadas entre el 2012 y el 2020.
“Sobre todo, hay dos hechos que son indiscutibles”, afirma. Por un lado, “la población española ha aumentado respecto a años anteriores. Antes teníamos 40 y pico millones de habitantes, y ahora estamos casi en los 50, 49 y pico. Eso hace que haya más aspirantes para los permisos que hace años”. Por otro lado, al margen de “intentar arreglar la situación a base de interinos”, una propuesta aplaudida por la CNAE, Olivera subraya el cambio del sistema de exámenes. “Ahora duran menos tiempo, pero hacen 12 circuitos máximo, incluso en verano, en algunos lugares, hacen 11. ¿Eso qué significa? Que al final, si cada examinador hace menos circuitos y menos exámenes, y hay más demanda, es evidente que al final se hace un cuello de botella”.
El representante de la patronal de las autoescuelas añade que hay zonas en las que el problema es mucho más evidente, como Baleares o Barcelona. “Es verdad que en Guipúzcoa también históricamente ha habido muchos problemas, pero ahora es la tónica general en todo el territorio nacional”, desliza. “Hay lugares en donde hasta este año no ha habido problemas y ahora los hay. Por ejemplo, Cádiz o Zaragoza”. También pone el ejemplo “paradigmático” de Huesca, ya que en lugares con menos población hay “pocos examinadores”.
“Han tenido cinco examinadores en los últimos años y funcionaba muy bien. Y ahora tienen dos, que para toda la provincia de Huesca es poquísimo”. “Entonces, se juntan provincias que tienen muchos problemas estructurales y otras provincias, más bien pequeñas, donde con que caigan de baja o porque haya traslado de esos examinadores a otras provincias, se quedan desamparados”, explica.
Dilatar el comienzo de las prácticas
En cuanto al promedio de tiempo de espera, Sergio Olivera destaca que hay lugares en los que “el plazo más o menos medio para examinarte en condiciones son dos o tres meses”. No obstante, “el problema no es tanto la espera, sino que rompes el ciclo formativo. Si un alumno aprueba la teórica y empieza las clases prácticas al día siguiente, cuando esté formado en un mes y medio o dos meses, no tiene plaza. ¿Qué ocurre? Que si tiene que esperar, se pierde esa formación. No es que se olvide, pero pierdes la habilidad en personas que no han conducido nunca. Si se está mucho tiempo parado, dejas de tener ese toque, esa sensibilidad con el vehículo. Entonces, al final es malo para el proceso formativo, ya que acaba redundando en más suspensos”. Para evitar que esta amenaza se materialice, las autoescuelas habitualmente dilatan el comienzo de las prácticas para “intentar calcular, compaginar de tal manera que acaben la formación cuando ya se puedan presentar al examen”, agrega.
A mediados de mayo, la Dirección General de Tráfico informó del refuerzo de su plantilla de examinadores con la incorporación de 54 nuevos funcionarios de carrera correspondientes a la Oferta de Empleo Público de 2022 para el Cuerpo General Administrativo de la Administración del Estado, especialidad Tráfico. A esta remesa se sumó la incorporación de otros 40 interinos por vacante, con lo que la plantilla de este colectivo, encargado de evaluar a los aspirantes a la obtención del permiso de conducir, “se eleva a más de 800″.
Por otro lado, la subsecretaria del Ministerio del Interior, Susana Crisóstomo Sanz, informó en el seno de la Comisión de Seguridad Vial del Congreso que “está previsto que en septiembre ya se puedan incorporar a sus puestos de trabajo 102 examinadores nuevos, lo que incidirá, sin lugar a duda, en la capacidad de realizar pruebas para la obtención de los distintos permisos”.

Para las autoescuelas, esta cifra sigue siendo insuficiente. Según sus cálculos, “serían necesarios al menos 1.260 examinadores en activo para alcanzar un nivel de servicio equivalente al de 2011, ajustado al contexto actual. En este momento, faltarían más de 400 profesionales para lograrlo”, agregan desde la confederación.
Aunque esta petición ayudaría a aliviar las funciones de los examinadores, Olivera destaca otro problema: la falta de personal dentro de las oficinas. “Tan importante es que haya examinadores como que haya gente dentro de las oficinas. Y lo que ocurre habitualmente es que tampoco hay gente suficiente. Eso ya no es porque el número de puestos de trabajo sea menos del que debe, sino porque no están cubiertas suficientemente las plazas. En la mayoría de las jefaturas no están cubiertas ni de cerca ese número de plazas. Al final, lo que hace falta es más funcionarios. En el caso de las oficinas, cubrir esas plazas que quedan vacantes, y en el caso de los funcionarios examinadores, incrementar el número de plazas”, zanja.
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