Jubilación a la carta: los economistas proponen un nuevo modelo que permita trabajar y cobrar la pensión al mismo tiempo

Fedea aboga por un sistema flexible que elimine trabas y facilite a cada trabajador la posibilidad de decidir cómo y por cuánto tiempo retrasar su retiro, adaptándolo a su realidad laboral y personal y a cambio de unos jugosos incentivos

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Trabajadores de la construcción. REMITIDA
Trabajadores de la construcción. REMITIDA / HANDOUT por UGT HUELVA.

La posibilidad de implantar un retiro flexible y a medida podría contribuir a la sostenibilidad del sistema público de pensiones, según propone el último análisis de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). El informe, divulgado este lunes, explora la realidad del mercado laboral de personas de entre 55 y 69 años en España, con el foco puesto en la evolución de su salud y la persistente caída del empleo en edades avanzadas. Según esta organización, España mantiene hoy un potencial laboral “sin explotar” que podría ser vital para afrontar el reto de la jubilación y el sostenimiento del sistema de pensiones.

Fedea emplea dos indicadores para desentrañar el escenario: la tasa de empleo, reflejo de la actividad, y la tasa de mortalidad, utilizada como brújula del estado de salud general. El análisis abarca cuatro décadas, desde 1977 hasta 2018, y presenta un dato revelador: los sénior españoles están en condiciones físicas económicamente similares —o incluso mejores— que generaciones anteriores, pero trabajan mucho menos.

Según los expertos, los hombres podrían alargar su etapa laboral ocho años más y las mujeres seis años más respecto a lo que sucedía a finales de los años 70, sin mayor perjuicio para su salud. “Los trabajadores españoles tienen una gran capacidad latente de trabajo en edades avanzadas que no se aprovecha”, señala el estudio, alertando sobre esta desconexión entre la mejoría objetiva de la salud y las bajas cifras de ocupación.

Salud creciente, empleo menguante

Durante el periodo considerado, los indicadores médicos muestran un avance positivo. La salud de las personas mayores ha experimentado una mejoría tanto en indicadores objetivos (reducción de la mortalidad, incremento de la esperanza de vida) como subjetivos (mejor percepción personal sobre su estado de salud). A pesar de esto, la participación en el mercado laboral no ha evolucionado a la par.

El informe constata que la tasa de empleo de los mayores empieza a reducirse de forma drástica a partir de los 60 años, aunque la salud se encuentra ampliamente estabilizada en esa franja. ¿La explicación? “Existen barreras institucionales, laborales o culturales que limitan la continuidad laboral de las personas mayores”, afirma la investigación.

Al cotejar generaciones, Fedea expone un patrón llamativo: a igualdad de estado de salud, españoles y españolas de más edad trabajan mucho menos que sus equivalentes del pasado. Por ejemplo, un hombre de 71 años en 2018 registraba la misma tasa de mortalidad que uno de 63 años en 1977, pero su tasa de empleo era 57 puntos porcentuales menor. En el caso femenino, la brecha también es amplia, aunque la creciente incorporación de las mujeres al mercado laboral ha rebajado la diferencia respecto a décadas anteriores.

Las bases para un nuevo modelo de retiro

El equipo redactor del informe no duda en señalar que la prolongación voluntaria de la vida laboral debe verse “como una palanca de sostenibilidad y bienestar” y no como un riesgo. La propuesta central pasa por modificar la rigidez del actual sistema de retiro, apostando por un esquema flexible que permita a cada persona decidir cómo y cuándo dejar el empleo, adaptando la transición al retiro a las realidades laborales y personales de cada uno. Además, reclaman el diseño de incentivos y eliminación de trabas para prolongar la carrera profesional.

Según el informe, existe un segmento sénior con capacidad de aportar que permitiría aliviar la presión demográfica y financiera sobre las pensiones, el mercado de trabajo y hasta sobre la economía general. “El reto es ahora diseñar políticas que favorezcan ese aprovechamiento, eliminando rigideces normativas y ofreciendo incentivos adecuados para quienes deseen seguir trabajando en edades avanzadas”, concluye el análisis.

Pistas sobre el futuro del trabajo sénior

El diagnóstico de Fedea conecta directamente con el debate sobre el envejecimiento poblacional y el futuro del sistema de pensiones español. El país enfrenta una tendencia demográfica marcada: la proporción de personas mayores de 65 años crece año tras año, mientras la base de la pirámide se estrecha. En este contexto, la extensión de la vida laboral se postula como una herramienta clave.

El estudio es explícito respecto a la urgencia de una reforma: la continuidad en el trabajo no debe estar limitada artificialmente por normas fijas o por prejuicios culturales sobre la edad. En su opinión, un modelo que permita combinar salario y pensión podría incentivar la permanencia activa en el mercado laboral, beneficiando a la persona y al conjunto de la economía.

En el caso femenino, la trayectoria ha mostrado una tendencia de acercamiento a los hombres en participación laboral, gracias a la mayor entrada de las mujeres al empleo y a menores diferencias generacionales. Esto indica —según el documento— que una política pública adaptada a las nuevas realidades no solo es necesaria, sino perfectamente viable.

Las pensiones de jubilación en 2025 y su capacidad adquisitiva auguran un futuro sombrío para nuestros mayores.

El debate político y sindical en el horizonte

Todo cambio en el modelo de jubilación genera debate entre partidos políticos y sindicatos. El planteamiento de Fedea se suma a las opiniones de diversas organizaciones nacionales e internacionales que solicitan políticas más realistas y menos rígidas. Desde el punto de vista económico, la prolongación del trabajo permitiría reforzar la sostenibilidad financiera de la caja de las pensiones y reducir la presión sobre los jóvenes trabajadores.

El informe recomienda aprovechar “la gran capacidad latente” de la población sénior y considera que la permanencia en las empresas, de manera voluntaria y ajustada a situaciones individuales, debería convertirse en una opción donde “la prolongación voluntaria de la vida laboral debe dejar de verse como una amenaza y empezar a aprovecharse como una palanca de sostenibilidad y bienestar”.