
La doctora destaca que, en algunos casos, el proceso de ultracongelación puede incluso mejorar la biodisponibilidad de ciertos compuestos beneficiosos para la salud. Es el caso de los arándanos, una fruta rica en antocianinas, un tipo de antioxidante natural. “La ultracongelación forma microcristales que rompen la pared celular de los arándanos, haciendo que esos antioxidantes que están imbuidos en la pared celular sean mucho más accesibles para el organismo”, explica.
A pesar de que el proceso de congelación implica una leve pérdida de vitaminas, especialmente de las más sensibles al calor y al agua como la vitamina C o algunas del grupo B, Viña subraya que no por ello dejan de ser una opción válida. “No estoy diciendo que sean sustitutos de la fruta y la verdura fresca. Pero ante la disyuntiva de no tomar nada o tomar congelado, sin duda la versión congelada es muy saludable y segura”, sostiene.
Antioxidantes más disponibles en la versión congelada
La doctora destaca que, en algunos casos, el proceso de ultracongelación puede incluso mejorar la biodisponibilidad de ciertos compuestos beneficiosos para la salud. Es el caso de los arándanos, una fruta rica en antocianinas, un tipo de antioxidante natural. “La ultracongelación forma microcristales que rompen la pared celular de los arándanos, haciendo que esos antioxidantes que están imbuidos en la pared celular sean mucho más accesibles para el organismo”, explica.
Este fenómeno también se observa en algunas verduras como el brócoli. Según Viña, el procesamiento previo al ultracongelado facilita la disponibilidad de los glucosinolatos, compuestos con propiedades antioxidantes que contribuyen a la protección celular. “No se trata solo de mantener lo que tiene el alimento, sino de mejorar lo que el cuerpo puede aprovechar”, señala.
No sustituyen a los frescos, pero sí son una alternativa válida
Uno de los puntos que la experta insiste en recalcar es que las versiones congeladas no deben considerarse un reemplazo directo de las frutas y verduras frescas, especialmente si se dispone de mercados de cercanía o huertas locales. Sin embargo, cuando el acceso a productos frescos es limitado, o si el ritmo diario dificulta la preparación de alimentos desde cero, recurrir a productos congelados no debería generar culpa ni dudas.
“Si tú no tienes más remedio que comprarlas congeladas, ten en cuenta que no estás perdiendo salud y estás contribuyendo a mejorar tus defensas antioxidantes”, afirma. Esta afirmación desmonta la creencia de que lo congelado siempre es sinónimo de menor calidad nutricional.
Una opción práctica en la dieta diaria
Desde el punto de vista práctico, las frutas y verduras congeladas permiten mantener una alimentación rica en verduras durante todo el año. Se conservan durante más tiempo, evitan el desperdicio y facilitan la planificación de menús equilibrados. Además, suelen ser recolectadas en su punto óptimo de maduración y congeladas rápidamente, lo que preserva buena parte de sus nutrientes.
La clave, según Viña, está en mantener una dieta variada: “En la variedad está el gusto”. Alternar entre productos frescos y congelados puede ayudar a asegurar una ingesta suficiente de vitaminas, minerales y compuestos antioxidantes, sin depender exclusivamente de una sola fuente.
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