Tras entregarlo todo a su orden por un voto de pobreza, un exreligioso reclama ahora su herencia: “Al salir, fui admitido en una clínica psiquiátrica”

Jean-Baptiste Gélébart salió de la comunidad en junio de 2024, pero su regreso a la vida civil está siendo “especialmente difícil”

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Imagen de archivo de un
Imagen de archivo de un convento carmelita. (Adobe Stock)

Jean-Baptiste Gélébart pasó 12 años de su vida en un convento de los Carmelitas Descalzos en Avon, Francia. Al entrar, hizo voto de pobreza y entregó el dinero que había recibido de una herencia. Luego pasó los días en una rutina estricta, no precisamente trepidante pero que a él terminó por desgastarlo: oraciones diarias —la primera a las 7 de la mañana y la última al anochecer—, lecturas teológicas y tareas domésticas. “Poco a poco, dejé de poder seguir el ritmo que se exigía”, explica el joven de 35 años al periodista Marc Taubert en el medio francés France Info. Y así, un día no pudo más y pidió salir de los Carmelitas y de la comunidad formada por diez frailes.

Pero el regreso a la “vida civil” tampoco ha sido sencillo. “Al salir, fui admitido en una clínica psiquiátrica para alejarme de la comunidad y recuperarme física y psicológicamente. Es ahí cuando tuve que considerar el regreso a la vida civil, buscar vivienda y trabajo”, relata Jean-Baptiste Gélébart. Y para ello, reclama la devolución de los cerca de 25.000 euros que entregó al ingresar, un dinero que el convento no está dispuesto a devolver, por lo que la situación ha desembocado en una disputa ante la justicia civil.

El exreligioso señala que intentó llegar a un acuerdo amistoso para recuperar la suma que entregó al hacer voto de pobreza, así como solicitar apoyo para su reintegración y una compensación por el daño psicológico sufrido. Sin embargo, tras el rechazo de todas sus peticiones, acudió a un abogado. El conflicto surgió al quedar en evidencia las diferencias en la interpretación de las reglas internas de la orden religiosa respecto a las aportaciones financieras que realizan los miembros al consagrarse.

Según France Info, la llegada de un nuevo superior provincial en 2023, fray Antoine-Marie Leduc, complicó aún más el proceso: “Mientras recibía apoyo psicológico, mi nuevo superior, elegido en 2023, cuestionó ese acompañamiento. Desde ese momento todo se complicó. Duró un año”, ha contado Gélébart. Pero Leduc, en el mismo medio francés, ha replicado: “Hicimos realmente todo lo posible para tratar de llegar a una conciliación”.

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“Se suponía que se me devolvería”

Ahora, Jean-Baptiste Gélébart alega que, al realizar el compromiso definitivo del voto de pobreza, todos los bienes pasan a la comunidad, pero que, en caso de salida, deberían devolverse al interesado: “Cuando hacemos el compromiso definitivo, al pronunciar el voto de pobreza, todo lo que poseemos debe pasar a la comunidad. En ese momento entregué mi herencia. Se suponía que, al salir, se me devolvería”. Por el contrario, fray Antoine-Marie Leduc ofrece otra interpretación: sostiene que esa regla solo aplica para los novicios —religiosos que aún no han hecho votos perpetuos ni pertenecen plenamente a la orden— y no para quienes ya se han incorporado definitivamente tras al menos siete años en la comunidad. “Creemos tener la razón, estábamos dispuestos a ayudar a su reinserción”, ha comentado.

El abogado Jean-Baptiste Moquet, representante de Gélébart, defiende la posición de su cliente y recalca que tanto las normas de la orden como la doctrina eclesiástica respaldan la devolución de lo entregado: “Las normas internas de los Carmelitas Descalzos y la doctrina de la Iglesia coinciden en que si un hermano deja la comunidad, se le devuelve lo que aportó, como corresponde”. Debido a los costes judiciales y al propio desarrollo del proceso, el monto reclamado por Gélébart aumentó en los últimos meses: su última demanda asciende a 87.000 euros. El caso se encuentra ahora a disposición del tribunal, que será el encargado de decidir cada una de las reclamaciones.