
Un nuevo estudio presentado en la Conferencia SEB 2025 de la Sociedad de Biología Experimental, celebrada en Amberes (Bélgica), aporta luz sobre uno de los comportamientos más arriesgados y letales de los koalas, una especie considerada emblemática y en peligro de extinción en Australia. Los resultados, obtenidos por expertos de la Universidad de Queensland, revelan que, aunque estas criaturas arbóreas solo pasan unos 10 minutos diarios en el suelo -lo que representa menos del 1% de su tiempo total-, este breve lapso está vinculado a dos tercios (66%) de las muertes documentadas en la especie.
La investigación, liderada por Gabriella Sparkes, estudiante de doctorado de la Universidad de Queensland, subraya la alarmante situación de la especie, cuyas poblaciones se están reduciendo rápidamente por culpa de la pérdida y fragmentación del hábitat, así como por enfermedades y cambios en el uso del suelo. Según destaca Sparkes, “los koalas viven principalmente en los árboles, pero debido a la tala extensiva de tierras, se ven cada vez más obligados a desplazarse por tierra, lo que los expone a un grave riesgo de lesiones y muerte”. Entender los desplazamientos terrestres, hasta ahora poco documentados a nivel detallado, se ha convertido en una prioridad para los esfuerzos de conservación.
Las causas más frecuentes de mortalidad durante estos desplazamientos por el suelo son los ataques de perros domésticos y las colisiones con vehículos, según demuestra la literatura previa. No obstante, apenas se tenían datos precisos sobre cuestiones críticas como la frecuencia con la que los koalas bajan de los árboles, la velocidad y distancia que cubren o los factores ambientales que determinan estas conductas. Esta carencia de información dificulta la creación de estrategias para reducir los riesgos durante los momentos de mayor vulnerabilidad de estos marsupiales.
“Su apego a los árboles es impactante”
Para abordar esta laguna, Sparkes y su equipo emplearon tecnología avanzada colocando collares equipados con GPS y acelerómetros de seis ejes en koalas salvajes de una región australiana sometida a una fuerte presión agrícola y deforestación. Los dispositivos GPS registraban la ubicación de cada animal cada cinco minutos, aumentando la frecuencia a cada cinco segundos durante el tiempo que se desplazaban por el suelo. Los acelerómetros permitían, además, distinguir entre varios tipos de conducta, como caminar, trepar y sentarse, generando un patrón de comportamiento sincronizado con los datos espaciales.
Los resultados obtenidos sorprendieron por la contundencia del dato: los koalas descienden de los árboles solamente dos o tres veces por noche y dedican a estos trayectos una media de diez minutos diarios. “La verdadera magnitud de su apego a los árboles fue impactante”, reconoce Sparkes. Incluso cuando estaban en tierra, no mostraban prisa; más de la mitad del tiempo lo pasaban sentados o haciendo pausas, y sólo un 7% de ese periodo lo dedicaban a saltar. Esta actitud podría deberse a que evalúan cuidadosamente el entorno antes de elegir un árbol al que trepar, o bien a que el esfuerzo energético que supone saltar les obliga a realizar pausas frecuentes.
“Lo que más nos llamó la atención es la poca frecuencia y la brevedad con la que los koalas usan el suelo: solo dos o tres veces por noche, y durante una media de unos 10 minutos en total”, resalta Sparkes. Esta información es especialmente relevante si se tiene en cuenta que, según estudios previos, en ese corto intervalo suceden dos tercios de todas las muertes conocidas de la especie.

Diseñar paisajes que reduzcan el riesgo
Este trabajo, pionero a la hora de registrar movimientos terrestres a pequeña escala en koalas salvajes, abre nuevas preguntas sobre cómo estos animales se adaptan a hábitats cada vez más fragmentados y pone las bases para futuras acciones de conservación. Actualmente, el equipo de investigación está analizando cómo influyen distintos factores del entorno en el tiempo que los koalas permanecen en las copas de los árboles. Sparkes señala: “Si logramos identificar los tipos de árboles o las condiciones del hábitat que incentivan a los koalas a permanecer en los árboles durante más tiempo, podríamos diseñar o gestionar paisajes que reduzcan la necesidad de desplazamientos terrestres”.
A partir de estos hallazgos, los expertos sugieren direcciones claras para la protección del koala: priorizar la preservación y restauración de ciertos tipos de vegetación, mejorar la conectividad del dosel arbóreo o disminuir las distancias entre árboles adecuados. Todas estas medidas repercutirían en mantener a los koalas alejados del suelo, donde su vulnerabilidad aumenta de manera significativa. Con una población amenazada que sigue en descenso y consta como “en peligro” en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la implementación de esta nueva información resulta clave para preservar a largo plazo este icónico marsupial australiano.
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