¿Se puede conducir con crocs? Esto es lo que dice la ley

La normativa vigente establece criterios que pueden derivar en multas si el agente de tráfico considera que el calzado interfiere con la conducción

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Decenas de vehículos en la
Decenas de vehículos en la carretera A6 en Madrid. (Ricardo Rubio/Europa Press)

El calzado que se elige para conducir es más relevante de lo que parece. Aunque muchas personas optan por la comodidad durante el verano, recurriendo a chanclas, sandalias o crocs, lo cierto es que estos tipos de calzado pueden comprometer la seguridad al volante y dar lugar a sanciones. En España, la normativa no prohíbe expresamente conducir con crocs, pero sí establece criterios que pueden derivar en multas si el agente de tráfico considera que el calzado interfiere con la conducción.

El Reglamento General de Circulación no menciona de manera específica las chanclas, sandalias o crocs como calzado prohibido. Sin embargo, el artículo 18 señala que el conductor debe estar en todo momento en condiciones de controlar su vehículo, mantener su libertad de movimientos y garantizar la seguridad propia, de los ocupantes y del resto de usuarios de la vía. Esto implica que cualquier elemento que interfiera con ese control puede ser sancionable.

En ese contexto, conducir con calzado que no sujeta adecuadamente el pie -como las crocs sin correa, sandalias sueltas o chanclas- puede interpretarse como una infracción. Si un agente de tráfico considera que ese calzado representa un riesgo para la seguridad vial, puede imponer una multa de hasta 80 euros, con posibilidad de reducción a 40 euros por pronto pago.

¿Por qué conducir con crocs puede ser peligroso?

Las crocs, aunque más cerradas que unas sandalias, no están completamente fijadas al pie si no se utiliza la correa trasera. Esto puede provocar que el pie se desplace dentro del calzado o que la zapatilla se deslice, dificultando el control preciso de los pedales. Además, si la suela está mojada o es resbaladiza, el riesgo de que el pie patine sobre el pedal también aumenta.

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El tipo de calzado influye directamente en el tiempo de reacción ante una situación imprevista. La presión sobre el freno, el embrague o el acelerador debe ser precisa, y cualquier holgura o falta de sujeción puede comprometerla. También existe la posibilidad de que el calzado se enganche en los pedales o incluso se desprenda, provocando distracciones o maniobras bruscas.

Aunque no existe una lista oficial de calzados permitidos o prohibidos para conducir, las recomendaciones de los organismos de seguridad vial son claras. El calzado ideal para conducir debe reunir las siguientes características:

  • Sujetar firmemente el pie, sin holguras.
  • Ser flexible para permitir libertad de movimiento.
  • Tener una suela que no resbale sobre el pedal, preferiblemente fina.
  • Ser ligero y cómodo, evitando materiales rígidos o pesados.
  • Ser transpirable, para evitar incomodidad o sudoración excesiva.

Calzados como chanclas, sandalias, crocs, zapatos de tacón o botas con punteras de acero no cumplen con estos requisitos y, por tanto, no son recomendables para la conducción.

¿Qué hacer si necesitas cambiarte de calzado?

La solución es sencilla: llevar en el coche un par de zapatillas o calzado adecuado para conducir. No importa si el trayecto es corto o largo. Cambiarse antes de ponerse al volante es una medida eficaz para garantizar una conducción segura. Esta práctica también puede evitar sanciones si en algún control de tráfico se considera que el calzado empleado no es apropiado.

Conducir con crocs no está expresamente prohibido por la normativa española, pero puede ser sancionado si un agente estima que afecta a la seguridad vial. La clave está en la sujeción del calzado al pie y su capacidad para permitir una conducción precisa y segura. Llevar un calzado adecuado es una cuestión de prevención, y puede marcar la diferencia en situaciones de emergencia.