Qué es el GLP y para qué sirve

El GLP se destaca por ser un combustible limpio. Su combustión es completa, lo que significa que no deja residuos sólidos y genera muy bajas emisiones de partículas

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Un 20% de la flota
Un 20% de la flota vehicular del país utiliza GLP (APESEG)

El Gas Licuado del Petróleo, conocido por sus siglas GLP o también como Autogas, es una fuente energética cada vez más presente en hogares, industrias y medios de transporte. Su uso ha ganado terreno gracias a una combinación de factores: facilidad de almacenamiento, eficiencia en su combustión y menores emisiones contaminantes respecto a otros combustibles fósiles. Aunque se originó a principios del siglo XX, su papel en la transición energética del siglo XXI ha renovado su importancia como una alternativa viable en distintos sectores.

El GLP es una mezcla de gases, principalmente butano y propano, que en su estado natural se presenta como gas, pero que puede transformarse en líquido cuando se somete a presiones moderadas, entre 3 y 10 bar, o a bajas temperaturas. Esta transformación facilita su manipulación, almacenamiento y transporte, lo que lo convierte en una opción energética flexible tanto para grandes infraestructuras como para usuarios domésticos.

El 60% del GLP se obtiene directamente de los yacimientos de gas natural, mediante un proceso denominado upstream, que separa las fracciones de butano y propano. El 40% restante se extrae del crudo en refinerías, en lo que se conoce como proceso downstream. Aunque se le denomina “gas licuado del petróleo”, actualmente la mayor parte del GLP en el mundo se deriva del gas natural, con variaciones según la región.

Aplicaciones en el transporte

Uno de los ámbitos donde el GLP ha ganado notoriedad es en el transporte, en especial en vehículos de servicio público y comercial. Mediante tecnologías bi-fuel o dual-fuel, puede alimentar tanto motores que combinan gasolina y GLP como aquellos que utilizan diésel y GLP. Esta solución es habitual en vehículos ligeros, comerciales, furgonetas y camiones, aunque no está recomendada para turismos convencionales.

La subida del impuesto al diésel se pospone: así será la medida de Hacienda que afectará el precio del combustible.

Además de su bajo coste operativo, otra de sus ventajas es la autonomía. Los vehículos bi-fuel, al contar con dos depósitos, pueden alcanzar recorridos de hasta 1.200 kilómetros sin necesidad de repostar. A esto se suma una red en expansión: en España, existen ya cerca de 700 estaciones de servicio que ofrecen GLP, lo que refuerza su viabilidad como alternativa real al diésel o la gasolina.

El GLP se destaca por ser un combustible limpio. Su combustión es completa, lo que significa que no deja residuos sólidos y genera muy bajas emisiones de partículas. De hecho, se considera uno de los carburantes fósiles más limpios disponibles en el mercado, con niveles de contaminación acústica que pueden reducirse hasta en un 50% respecto a los carburantes tradicionales.

Esta eficiencia energética y su baja huella ambiental lo convierten también en una opción frecuente en entornos industriales, donde su capacidad para generar llamas directas es ideal para determinados procesos. En el sector doméstico, se utiliza para calefacción, cocina y calentamiento de agua, especialmente en zonas sin acceso a redes de gas natural.

Una energía en evolución

El origen del GLP se remonta a 1911, cuando el químico estadounidense Walter Snelling identificó que la evaporación de la gasolina almacenada se debía a la presencia de propano y butano. Logró separar estos gases y licuarlos aplicando presión, lo que dio paso a la creación del primer GLP. Su comercialización comenzó en los años 30, y en las décadas de 1940 y 1960 su uso se extendió rápidamente, en paralelo con la expansión de las refinerías y el declive del uso del carbón.

El momento clave llegó con la crisis del petróleo de 1973. En ese contexto, los países productores advirtieron el potencial económico del GLP como producto de exportación, en especial desde Oriente Medio, lo que impulsó la construcción de nuevas plantas de recuperación de líquidos. En los años 80, el GLP vivió su auge exportador a nivel mundial, y en España se empezó a utilizar en el transporte público, como en taxis y autobuses, una tendencia que continúa en expansión.

En un escenario de transición energética, el GLP se perfila como una solución intermedia para reducir la dependencia de combustibles más contaminantes. Aunque sigue siendo una fuente de origen fósil, su menor impacto ambiental y su adaptabilidad le permiten mantenerse como una alternativa relevante en contextos donde otras energías renovables aún no son plenamente viables.