
Tener plantas en casa, ya sea en un jardín pequeño o en una simple maceta, suele ser muy agradable, pero también implica una serie de cuidados que se deben tener en cuenta. Uno de los problemas más comunes aparece cuando empiezan a salir esos gusanos - las temidas orugas - que pueden estropear hojas, tallos e incluso frutos. No es raro verlas en jardines o incluso en plantas de interior y, si no se controla la plaga, los daños pueden ser importantes.
El problema de las orugas
Las orugas no caen del cielo. Todo empieza cuando una mariposa o una polilla pone sus huevos en las hojas de una planta para que, cuando nazcan las larvas, se puedan alimentar de esta. Así se explican esos agujeros o los bordes de las hojas medio mordidos. El calor y la humedad hacen más fácil que las orugas se instalen, igual que la falta de cuidados.
Aunque hay orugas que no hacen daño - algunas incluso pueden ayudar en exteriores -, las que roen las plantas sí resultan un fastidio. Si la plaga crece mucho, la planta se debilita, puede ponerse enferma y, en casos graves, acabar muerta. Algunas señales que suelen indicar que, con toda probabilidad, una planta tiene orugas: hojas mordidas, agujeros en las hojas y tallos o bolitas negras pequeñas (sus excrementos) cerca de la base de la planta.

Un remedio fácil y económico
Entre todos los remedios que se pueden probar, uno de los más sencillos y eficaces es, según El Español, el agua con jabón. Este método no solo es fácil de preparar, sino que también es económico y respetuoso con el medio ambiente: solo hace falta un litro de agua templada y una cucharada de jabón líquido para lavar platos. Si es posible, mejor que sea biodegradable.
El truco está en mezclar el agua con el jabón hasta que se disuelva bien y luego meter la mezcla en un bote con pulverizador. Basta con rociar esa mezcla sobre las hojas y los tallos donde se haya visto a las orugas. Hay que cubrir bien todas las partes de la planta porque estos bichos se camuflan muy bien. Lo ideal es repetir este paso cada dos o tres días, sobre todo si siguen apareciendo gusanos.
El agua con jabón funciona porque actúa sobre la piel de las orugas y no les deja respirar como deberían, con lo que poco a poco desaparecen. Además, el olor del jabón puede servir como repelente para nuevas larvas.
Algunos consejos más: es mejor pulverizar la mezcla por la mañana temprano o al anochecer, ya que el sol muy fuerte puede quemar las hojas si están mojadas con agua jabonosa. También conviene mantener la zona de las plantas limpia, quitando hojas secas y restos, para que no sirvan como escondite a nuevas plagas. Cuando la infestación es pequeña o solo afecta a alguna planta en concreto, retirar las orugas a mano sigue siendo una solución eficaz.
Con este remedio sencillo y poniendo atención a las plantas, las orugas pueden dejar de ser un quebradero de cabeza y las plantas lucirán sanas y bonitas durante mucho más tiempo.
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