
El riesgo de sufrir errores al volante y afrontar situaciones de peligro en carretera se multiplica cuando las temperaturas alcanzan valores elevados, como suele suceder durante los meses de verano en España. Con la puesta en marcha de la Operación Salida de 2025, miles de conductores se desplazan para iniciar sus vacaciones y quedan expuestos a condiciones que pueden comprometer tanto su salud como su seguridad. El impacto del calor sobre la conducción es un aspecto al que los expertos conceden una importancia creciente, ya que las altas temperaturas deterioran las capacidades físicas y mentales necesarias para circular de forma segura.
Algunos de los efectos más preocupantes asociados a la exposición prolongada al calor extremo son la deshidratación y las lipotimias. Ambas condiciones pueden surgir con rapidez cuando los conductores permanecen mucho tiempo en vehículos mal ventilados o sin aire acondicionado, agravando situaciones de fatiga y desvanecimiento que pueden resultar fatales al volante. La deshidratación, en particular, reduce notablemente la capacidad de mantener la atención y responde de forma más lenta ante cualquier imprevisto en la carretera.
No solo la salud de los ocupantes se ve comprometida por el calor; elementos mecánicos como las ruedas o las piezas de goma también sufren el impacto de temperaturas elevadas. Estas partes del vehículo pueden deteriorarse prematuramente si se exponen a calor intenso de forma continuada, provocando deformaciones o pérdida de adherencia que incrementan el riesgo de accidente.
De calambres a somnolencia
El calor afecta las habilidades necesarias para una conducción segura a múltiples niveles. Más allá del agotamiento y la aparición de síntomas como calambres o náuseas, la exposición a temperaturas extremas contribuye al desarrollo del cansancio y la somnolencia, fenómenos especialmente peligrosos en carretera. Estos estados fisiológicos, que van más allá del simple malestar, se traducen en una pérdida real de reflejos y en un tiempo de reacción más largo ante posibles situaciones de riesgo.

Datos proporcionados por Acierto.com muestran que conducir en verano con temperaturas excesivamente altas puede incrementar el riesgo de accidente hasta en un 20%. En concreto, el informe advierte que al conducir a 35 grados, los conductores pueden dejar de percibir el 20% de las señales de tráfico presentes en la vía, además de aumentar en un 30% la probabilidad de cometer errores durante la conducción. Estos datos reflejan no solo el impacto directo del calor sobre la atención, sino también la facilidad con la que se pasan por alto señales y advertencias fundamentales para la seguridad vial.
La fatiga resulta ser uno de los factores clave en la accidentabilidad durante los desplazamientos estivales. La somnolencia, que a menudo se ve propiciada por la combinación de calor y largas horas al volante, disminuye la capacidad de respuesta y puede desembocar en episodios de microsueños, en los cuales el conductor pierde momentáneamente el control de la situación. Este agotamiento puede manifestarse incluso entre los conductores más experimentados, por lo que las recomendaciones de los especialistas enfatizan la necesidad de reconocer los primeros síntomas y detener la marcha en un lugar seguro siempre que sea necesario.
Medidas preventivas
Para combatir los efectos adversos del calor hayuna serie de medidas preventivas. Viajar en las primeras horas del día o al atardecer, cuando la temperatura exterior es más baja, constituye una de las principales recomendaciones. También cobra especial importancia mantener una adecuada hidratación durante todo el trayecto: llevar agua suficiente, tomar pequeños sorbos, y evitar bebidas alcohólicas o excesivamente azucaradas ayuda a retrasar la aparición de los síntomas de deshidratación y malestar asociados al calor.
Además, se aconseja realizar paradas frecuentes en áreas de descanso para estirar las piernas, refrescarse y recuperar la concentración antes de volver a la carretera. Los expertos insisten en que estos descansos deben programarse incluso si no se perciben síntomas evidentes de fatiga, ya que el cansancio acumulado puede aparecer de forma súbita e inesperada. Aprovechar estos momentos para ventilar el habitáculo y revisar el estado del vehículo, especialmente de los elementos susceptibles al calor como neumáticos y sistemas de refrigeración, resulta fundamental para reducir los riesgos.
El uso correcto del aire acondicionado también es importante. El sistema debe usarse de manera moderada y sin forzar diferencias térmicas excesivas con respecto al exterior, ya que los cambios bruscos de temperatura pueden causar incomodidad y afectar el estado de alerta. Cuando las condiciones lo permiten, la ventilación natural a través de las ventanillas puede convertirse en una alternativa válida, especialmente en trayectos cortos o en zonas con temperaturas más suaves.
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