“Los siete últimos tragos de Cristo”: el polémico juego de una catedral denunciada por consumo excesivo de alcohol y abusos sexuales

Varios testigos han asegurado que existía una “cultura de la borrachera” dentro del entorno eclesiástico

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El polémico juego de una
El polémico juego de una catedral denunciada por consumo excesivo de alcohol. (Montaje Infobae)

En las últimas semanas, la Catedral de Bangor (Gales, Reino Unido) ha sido el centro de una polémica debido a diversas acusaciones relacionadas con el consumo excesivo de alcohol entre los sacerdotes y miembros del coro. Varios testigos, en concreto, exintegrantes del coro, han asegurado que existía una “cultura de la borrachera” dentro del entorno eclesiástico. Según sus testimonios, el consumo de vino y otras bebidas alcohólicas estaba totalmente normalizado y era un elemento indispensable tanto de eventos formales como informales dentro de la catedral

Ese ambiente festivo se extendía más allá de fechas tradicionales o celebraciones litúrgicas. De acuerdo con las declaraciones recogidas, cualquier pretexto servía para que el vino estuviera presente. Los relatos apuntan a que esta práctica se había vuelto sistemática: en eventos externos, reuniones internas o incluso en servicios ordinarios, el vino o el prosecco no faltaban. Esta constante disponibilidad del alcohol contribuía, según los denunciantes, a propiciar comportamientos poco apropiados en un contexto religioso.

Las quejas sobre esta normalización del consumo se intensificaron tras una revisión de los procedimientos de protección en la catedral. Fue a raíz de este proceso que surgieron formalmente las denuncias acerca del consumo de alcohol y algunas conductas inapropiadas, desencadenando una ola de escrutinio sobre la gestión interna y el ambiente predominante en la institución.

El juego de los “siete últimos tragos de Cristo”

Copas de vino. (Imagen Ilustrativa
Copas de vino. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Detrás del clima de permisividad sobre el consumo de alcohol, surgieron relatos concretos que ilustran hasta qué punto las prácticas traspasaban los límites esperados en un espacio religioso. Uno de los ejemplos más llamativos es el denominado juego de “siete últimos tragos de Cristo”, llevado a cabo tras un concierto el Viernes Santo de 2023, cuando miembros del coro y algunos sacerdotes se dirigieron a un pub para continuar con la celebración. Acorde a los testigos, esta actividad tomaba como referencia las “siete últimas palabras de Cristo” citadas en la Biblia, utilizadas habitualmente en la liturgia del Viernes Santo. En el juego, los participantes consumían siete tragos, vinculando cada uno a las mencionadas palabras.

Quienes presenciaron el juego señalaron su incomodidad ante el acto, indicando que no les parecía apropiado tanto por la relación directa con un símbolo sagrado como por la presencia de figuras religiosas participando de una actividad de esta naturaleza. Las imágenes captadas durante la velada, con participantes usando collares clericales, incrementaron el malestar de algunos presentes, que optaron por retirarse temprano.

Testimonios de exintegrantes del coro sobre el consumo excesivo de alcohol

Las voces de exmiembros del coro y del personal laico contribuyeron a detallar el ambiente que imperaba en la Catedral de Bangor. Varios testigos, entre ellos Jessica (nombre ficticio), revelaron a la BBC que la cultura del consumo de alcohol estaba integrada en el funcionamiento cotidiano de la institución.

La presión social para unirse al consumo se acentuaba en situaciones grupales. Durante giras, por ejemplo en Roma en junio de 2023, la dinámica consistía en pasar primero por un bar antes de sentarse a cenar. Quienes optaban por no beber recibían preguntas recurrentes, lo que añadía incomodidad a quienes preferían evitar el alcohol.

Esmé Byrd, ex secretaria laica y cantante del coro durante varios meses, definió la actitud generalizada hacia el alcohol como “profundamente malsana” y sostuvo que algunas personas llegaban a emborracharse “de manera catastrófica”. En su opinión, los riesgos no se limitaban a temas de exceso, sino también a la exposición de integrantes jóvenes del coro, quienes, según detalló, estaban rodeados de comentarios y bromas sexuales impropias para menores.

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Incidentes de agresión sexual y denuncia de comportamientos derivados del abuso de alcohol

A estas acusaciones del consumo de alcohol, se unieron incidentes de agresión sexual. Jessica reveló haber sufrido un ataque perpetrado por un hombre que se preparaba para convertirse en sacerdote. Según su testimonio, el agresor había consumido una cantidad considerable de alcohol en una fiesta de Oktoberfest celebrada en la catedral. La víctima ya había emitido ciertas alertas sobre el comportamiento agresivo del implicado, pero fueron ignoradas.

Esta agresión no fue un hecho aislado, ya que, al menos, otra persona denunció haber sido víctima de conductas similares por parte del mismo hombre durante el mismo evento. Tras presentar la denuncia, la diócesis decidió interrumpir la formación sacerdotal del implicado.

A pesar de que la Iglesia de Gales reconoció las quejas y tomó algunas medidas, las afectadas subrayaron que la cultura interna respecto al alcohol se mantuvo sin modificaciones evidentes tras el incidente. Según los relatos recogidos, la permanente disponibilidad de bebidas y la falta de sensibilidad institucional frente a los riesgos conformaron un escenario en el que era posible que ocurrieran hechos tan graves como una agresión sexual.

El impacto de las denuncias en la Catedral de Bangor

El impacto de las denuncias y los informes críticos acerca de las prácticas y la gobernanza en la Catedral de Bangor llevó a la Iglesia de Gales a implementar una serie de respuestas. Tras la publicación de los resultados de la revisión de protección, el entonces arzobispo y obispo de Bangor, Andrew John, anunció su retiro tanto del puesto de arzobispo como del de obispo, poniendo en evidencia la magnitud de la crisis institucional.

La Iglesia reconoció que el uso inadecuado de alcohol y la existencia de una “cultura de borrachera” requerían una acción directa. En sus declaraciones a la BBC, responsables afirmaron que las preocupaciones sobre el consumo problemático de alcohol habían influido en la decisión de realizar una visita episcopal de revisión. A raíz de este proceso, confirmaron que el alcohol dejó de estar normalmente disponible tras los servicios religiosos y eventos internos.