Se alquila convento: tras el cierre de la unidad de cuidados para personas mayores, unas monjas buscan nuevos ocupantes para sus instalaciones

Las Hermanas de Santa Úrsula abren 3.400 metros cuadrados de su emblemático edificio en Suiza a propuestas sociales, culturales y comunitarias por el fin de su servicio de atención a mayores

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Una monja pasea en un
Una monja pasea en un convento. (REUTERS/Monicah Mwangi)

El centro de Friburgo, en Suiza, es escenario de una decisión inusual: las Hermanas de Santa Úrsula han puesto en alquiler parte de su histórico convento, tras el cierre de la unidad de cuidados para personas mayores que allí funcionaba. Este emblemático edificio, situado en la céntrica plaza Georges-Python, cuenta con más de 3.400 metros cuadrados disponibles, correspondientes a la mitad de su superficie total, y se encuentra en búsqueda de proyectos e iniciativas que aporten nuevas actividades a sus antiguos pasillos.

El cierre de la unidad de cuidados para personas mayores en junio de 2023 dejó vacíos dos de los pisos del convento de Santa Úrsula. La congregación, que ha estado presente en Friburgo desde 1635, se enfrenta al reto de gestionar espacios que han perdido su función original, en un contexto marcado por el envejecimiento de sus integrantes. Hace dos décadas, el convento albergaba a más de 80 religiosas. Actualmente son solo 21, la mayoría de edad avanzada.

Conservación y gestión del patrimonio

El proceso de alquiler está abierto a propuestas de entidades, asociaciones y organizaciones que presenten proyectos en línea con los valores de la congregación. Aunque no se exige un carácter religioso, las monjas subrayan que buscan iniciativas capaces de contribuir al desarrollo humano y fomentar el intercambio social. “Queremos que el convento siga siendo un lugar de vida, encuentro y solidaridad”, explica Marie-Brigitte Seeholzer, superiora general de las Hermanas de Santa Úrsula.

El convento, construido entre 1655 y 1905, es considerado patrimonio arquitectónico nacional. Por ello, la congregación ha descartado por completo su venta, optando por el alquiler controlado como mecanismo para preservar el legado histórico. En este sentido, pretenden crear una fundación que asegure en el futuro la conservación y gestión del edificio, que tradicionalmente albergó escuelas y actividades educativas dirigidas a mujeres y niñas durante varios siglos.

Abierta la convocatoria a nuevos proyectos

La convocatoria, abierta hasta el 30 de septiembre, lleva por título “Un pueblo en la ciudad”. El llamamiento está destinado prioritariamente a propuestas que garanticen una ocupación significativa de las instalaciones, por lo que no se considerarán solicitudes individuales para pequeños espacios. La congregación destaca que no necesariamente se priorizarán a quienes ofrezcan mayores sumas de dinero, sino a los proyectos con impacto social, cultural o de utilidad pública alineados con el carisma de las Hermanas de Santa Úrsula.

Varias monjas (Adobe Stock)
Varias monjas (Adobe Stock)

El futuro uso de las instalaciones implicará adaptaciones arquitectónicas para abrir el convento tradicionalmente cerrado hacia la ciudad. La autorización para modificar elementos estructurales, como el muro que lo separa de la plaza Georges-Python, ya cuenta con la opinión favorable del Servicio de Bienes Culturales de Friburgo. El objetivo es modernizar los accesos y facilitar la integración de nuevas actividades, respetando la integridad y el valor histórico del edificio.

La decisión de alquilar el convento y buscar nuevos ocupantes ha sido observada con atención tanto por autoridades locales como por la iglesia católica de la región, que consideran la iniciativa un modelo de gestión patrimonial responsable en una época de incertidumbre para los inmuebles religiosos. Las Hermanas de Santa Úrsula buscan mantener vivo su legado, abriendo sus puertas a nuevos proyectos que aseguren la vitalidad y sostenibilidad futura de uno de los conventos más antiguos de Friburgo.