Una mujer le pide a dos jóvenes que bajen el volumen de la música en el tranvía y uno de ellos le agarra de la cabeza y le rompe el móvil

Algunos ven TikTok en alto, otros, escuchan música sin auriculares. Esta es la realidad del transporte público en el que, algunas personas, deciden ignorar la presencia de otros y cómo sus acciones pueden afectarlos.

Eso fue precisamente lo que inició un altercado en Niza. El diario francés La Dépêche, informó sobre la enorme discusión de una mujer con dos jóvenes que, durante un viaje en tranvía, llevaban la música en alto, molestando al resto de pasajeros.

Lo que en un principio fue un simple aviso por parte de la mujer desencadenó una pelea que terminó en una disputa inesperada.

El pasado 29 de junio, una mujer tomaba el tranvía en la ciudad de Niza, ubicada en la riviera francesa. Sentada en su respectivo vagón, en el que iban bastantes pasajeros, se percató de la actitud de dos jóvenes. Dos chicos de unos 23 años escuchaban música a todo volumen, incomodando al resto de transeúntes.

Tomando la iniciativa, se acercó a los chicos y con amabilidad les pidió que por favor bajaran la música. Lo que en un principio fue un acercamiento cordial, se convirtió, para su sorpresa, en una actitud violenta injustificada. De repente, los dos jóvenes, se enzarzaron en una pelea agresiva con la mujer, reduciéndola. Gracias a la intervención de otro de los pasajeros, que se interpuso entre ellos, la mujer consiguió librarse de sus atacantes, que no dudaron en usar la violencia ante cualquiera que les exigiese algo o les señalara su mala conducta.

“Los jóvenes se tomaron muy mal que les pidieran bajar la música. Uno de ellos agarró la cabeza de la mujer y la empujó contra la pared del transporte”, dijo una fuente de la policía local al medio francés Le Figaro.

La víctima presentó una denuncia con la esperanza de dar con los agresores.

Analizando el supuesto conforme a la legislación francesa aplicable en Niza, en un caso de agresión como este, se pueden dar distintos supuestos dependiendo de los agravantes. Si dos jóvenes agreden físicamente a una mujer en un tranvía, tras pedirles que bajen la música, se está ante un hecho calificado como “violencias voluntarias” en el Código Penal francés.

En primer lugar, las calificaciones del delito, dependerán de las consecuencias para la víctima. En el caso de presentar lesiones o incapacidad total de trabajo, pasa a considerarse delito grave con penas de hasta 5 años de prisión y 75.000 euros de multa. En el caso de no presentar consecuencias para la víctima, la pena puede ser de hasta 3 años de prisión y 45.000 euros de multa.

En este caso específico, entre los posibles agravantes se debe tener en cuenta el carácter grupal de la pelea y el lugar en el que se dio, el espacio público.

Solo uno de los dos agresores, un hombre de 23 años, fue arrestado por las autoridades y fue puesto bajo custodia. El segundo implicado logró huir del lugar y actualmente está siendo buscado por la policía, que ha difundido su descripción para facilitar su localización. Según testigos, ambos jóvenes actuaron de forma violenta e intimidatoria, causando gran conmoción entre los pasajeros del tranvía.

Es un asunto que preocupa a muchas familias. La agresividad en algunos jóvenes se ha visto disparada en los últimos años. La Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia informa sobre el problema de estas conductas antisociales. En un informe sobre Agresividad y conducta durante la juventud, explica:

“La agresividad y violencia alteran la paz familiar y social de forma relevante. Por eso constituyen un problema de salud pública de primera magnitud. Cada vez se conoce más y mejor la neurobiología de la agresividad y violencia y los mecanismos de su aprendizaje. Por tanto está en nuestras manos poder prevenir aquellos actos de la vida familiar y social que los promuevan. Se tiene la sensación subjetiva de vivir en un mundo cada vez más violento”.

La educación y la intermediación psicológica profesional, y sobre todo el trabajo en la gestión de las emociones debe ser una máxima en el desarrollo del niño y el adolescente, permitiendo un entendimiento de su emocionalidad (y los sentimientos negativos asociados a ella) pacífico y seguro, tanto para el resto como para consigo mismo.