El truco para enfriar una habitación con cubitos de hielo

Cuando el calor del verano convierte las viviendas en auténticos hornos, encontrar métodos sencillos y asequibles para refrescar el ambiente se vuelve esencial

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El truco para enfriar una
El truco para enfriar una habitación con hielo. (Canva)

Cuando el calor del verano convierte las viviendas en auténticos hornos, encontrar métodos sencillos y asequibles para refrescar el ambiente se vuelve esencial, especialmente para quienes no disponen de aire acondicionado o prefieren evitar su alto consumo energético y el impacto medioambiental. En esta búsqueda, un utensilio tan cotidiano como la cubitera puede marcar la diferencia.

Más allá de servir para enfriar bebidas, los cubitos de hielo pueden convertirse en un recurso ingenioso para suavizar la temperatura de una estancia, gracias a un sencillo principio físico: para derretirse, el hielo absorbe el calor de su entorno, contribuyendo a enfriar el aire cercano. Aunque no reemplazan los sistemas de climatización convencionales, recurrir a estos pequeños bloques de agua congelada permite afrontar las olas de calor sin incrementar la factura eléctrica ni recurrir a equipamientos costosos, según el medio Santé Magazine.

Hielo y ventilador: un tándem efectivo

El efecto refrescante de los cubitos responde a la conocida absorción térmica: al derretirse, captan energía en forma de calor del aire, lo que produce un descenso moderado de la temperatura. Aplicando esta lógica con pequeños trucos, es posible lograr un ambiente más agradable en casa de forma económica y sostenible, adaptando el uso del hielo a diferentes necesidades y estancias según cada circunstancia.

Una persona con su mascota
Una persona con su mascota frente a un ventilador. (Canva)

De acuerdo con el medio francés, entre las estrategias más eficaces y populares destaca la combinación de ventilador y hielo. Solo hace falta llenar un recipiente metálico, preferiblemente de acero inoxidable por su mejor capacidad para conducir el frío, con cubitos, añadir un poco de sal gruesa para ralentizar el derretimiento y situarlo a unos 30 centímetros frente al ventilador. De esta manera, el aire emitido pasa por encima del hielo, se enfría, y circula por toda la habitación, generando una sensación similar a la de un aire acondicionado doméstico.

Un truco sencillo es utilizar botellas de agua congeladas, que pueden colocarse en bandejas o platos para evitar filtraciones sobre los muebles, o bien colgarlas envueltas en un paño húmedo delante de una ventana abierta y dejar que la brisa que entra se enfríe al pasar cerca.

El mismo principio puede aplicarse a nivel más personalizado: colocar un bol con hielo cerca del escritorio o junto a la cabecera de la cama proporciona un confort localizado, perfecto para quienes teletrabajan o buscan dormir sin sofocos. Así, sin apenas esfuerzo ni inversión, se pueden crear pequeñas zonas frescas en casa adaptadas a la rutina diaria.

El calor extremo en verano aumenta en España, con riesgos como golpes de calor y cáncer de piel. Sanidad recomienda hidratación, protección solar y prevención para evitar complicaciones, especialmente en vulnerables.

Multiplicar el frescor por toda la casa

Otra opción igualmente útil consiste en transformar cualquier ventana en una fuente de aire fresco improvisada. Empapando una sábana o toalla en agua helada, escurrir el exceso y colgar el tejido ante una ventana abierta, con una bandeja de hielo a sus pies, consigue que el aire que atraviesa el tejido llegue a la estancia notoriamente más frío. Si se apuesta por textiles de colores claros, como el blanco, se incrementa el efecto al reflejar mejor la radiación solar, según Santé Magazine.

Cuando llega la noche y la temperatura exterior desciende, aprovechar esa diferencia térmica también es posible con una bandeja de hielo en el alféizar interior de la ventana. El aire fresco que entra se enfría al contacto con el hielo, lo que resulta especialmente eficaz en estancias pequeñas. Para potenciar la eficacia, conviene cerrar cortinas gruesas o persianas durante las horas de máximo sol y ventilar solo en las franjas más tempranas o tardías del día.

Más allá del hielo, implementar hábitos complementarios puede marcar la diferencia en el confort veraniego. Apostar por el textil adecuado en las sábanas y cortinas de algodón o lino, limitar el uso de electrodomésticos que generen calor durante el día y rodear las estancias de plantas naturales, ayudan a mantener una atmósfera agradable de forma natural. Recurrir a cortinas térmicas, mantener las persianas bajadas en las horas centrales y elegir ropa holgada de tonos claros son acciones sencillas con gran impacto.