
Mónica tiene 49 años, es de Granada y actualmente vive en Barcelona, donde cuida de una amiga. Nada más llegar al restaurante del amor, confesó sentirse agotada por su pasado reciente. “No he tenido vida, literalmente, en 19 años”, le dijo a Laura Boado. Asimismo, ha asegurado que es una persona muy empática, y buena prueba de ello es que dedicó parte de su vida a rescatar animales. Según relató, durante su matrimonio adoptó a un perro, pero ante la falta de cariño en la relación, acabaron llegando más.
Tras su divorcio, se quedó con 15 perros: “Hasta que me he cansado”, explicó. Buscaba un “tipo normal, de los de antes” con quien formar equipo. Por su parte, Rafa, su cita, tenía claro desde el inicio cuáles eran sus prioridades: “Yo he creado solo mi propia familia”, dando a entender sus preferencias.
Además, al soltero no le impresionó nada el físico de su acompañante, por lo que se mantuvo en silencio mientras observaba a Mónica y admitió que no era su tipo: “Los tatuajes en el escote, esas huellas, eso está más que pasado, es muy choni”, expresó. Mientras, la granadina tuvo la misma primera impresión. “Me gustan los hombres con barba, pero no la barba de Papá Noel”, confesó. Aun así, decidió quedarse y no juzgarle solo por su imagen. Y así, es como la cita de los solteros comenzaba, pero con el pie izquierdo.
“¿Cómo puedes comer con esa barba tan grande?”

Durante la cena, hablaron de hijos y animales. Rafa quiso saber por qué Mónica no había tenido hijos, a lo que ella respondió con franqueza: “Me puse a adoptar perros y más perros, y tanto dar que he estado 20 años dando amor a los perros”. Sus palabras, dichas con humor, consiguieron arrancar una sonrisa a su acompañante.
No obstante, Mónica dejó claro que esa etapa ya había terminado. “Me he enamorado de los gatos”, declaró. Igualmente, ha confesado que deshacerse de sus perros fue una experiencia muy dura y que ahora no quiere ni niños, ni perros. Rafa, en cambio, aseguró que tiene la custodia de sus tres hijos y que ejerce de todo: “Madre, padre, de todo”.
Sin embargo, la conversación se volvió bastante incómoda cuando Mónica, entre risas, le preguntó: “¿Cómo puedes comer con esa barba tan grande?”. La reacción de la soltera continuaba en el confesionario, cuando ha añadido que “encima se pide espaguetis, se le estaban enganchando”. A pesar de que el comentario de la de Granada hizo reír a su acompañante, la curiosidad por ver una foto suya sin barba hizo que Rafa se tornase un poco serio. “Yo me he reservado y no he opinado. Por ejemplo, de sus dientes, tiraban a grises”, se desahogaba él.
“Yo me corto la barba y tú te cortas las piernas”
El intercambio de pullas no terminó ahí. Rafa le dijo que no le gustaban las mujeres con tatuajes; mientras, Mónica, medio en broma medio en serio, respondió: “¿Me voy? Tengo las piernas llenas de tatuajes y he quedado”. Rafa contestó entre risas: “Yo me corto la barba y tú te cortas las piernas”. Ante la incomodidad de estos minutos, el soltero intentó usar un tono distendido que aliviase la tensión del ambiente.
De este modo, le confesó a su cita que él era “muy cachondo, de cachondeo y de lo otro también” y creyó ver en Mónica un carácter parecido porque se reía por todo. Pero ella le advirtió que tenía fama de tener “muy malafollá”, por su cara de seriedad. No obstante, el comentario de Rafa, le dio la razón y avivó el conflicto: “También, miras así como revenida”.
El desenlace confirmó lo que ya se intuía desde los primeros minutos. En el momento de la decisión final, Rafa no se mordió la lengua: explicó que no quería repetir porque Mónica le parecía “muy choni” y que no le gustaban nada “esos tatuajes de perros que tenía por todo el cuerpo”. Además, aprovechó para decirle a su cita que no le habían gustado sus opiniones sobre su barba, por lo que añadió con sorna: “Tu casa tiene que tener más pelos que mi barba, digo yo”.
Mónica, visiblemente molesta, replicó: “En mi casa no había pelos y me he sentido insultada porque decir choni a alguien es decirle verdulera o poligonera y yo no lo soy”. Después, dejó claro que no quería una segunda cita. Así, sendos solteros se despidieron sin rencores aparentes, deseándose lo mejor.
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