Los personajes LGBTIQA+ en los que verse reflejados: “El mundo se alimenta de lo que aparece en pantalla y ayuda a crear imaginarios colectivos”

Uno de cada diez personajes del audiovisual español pertenecen al colectivo, pero solo una minoría tiene peso en la trama y su presencia se limita a producciones concretas

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El reparto de 'Mariliendre' en
El reparto de 'Mariliendre' en una escena del rodaje. (Atresmedia)

El Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales (ODA) ha publicado los resultados de su análisis anual sobre la presencia de personajes LGBTIQA+ en la ficción española. El informe muestra un incremento ligero en la cifra global de personajes del colectivo, que pasan del 9,85% en 2023 al 10,11% en 2024. Sin embargo, detrás de este crecimiento cuantitativo, el estudio constata una reducción de la centralidad y relevancia de estos personajes dentro de las tramas.

La investigación, basada en el análisis de 102 películas y 79 temporadas pertenecientes a 78 series de ficción estrenadas en España, refleja que la concentración de personajes LGBTIQA+ en un número limitado de producciones. De los personajes identificados en cine, 27 aparecen en solo seis películas, mientras que 75 títulos no cuentan con ninguno. En el ámbito de las series, 61 personajes se reparten en 13 series; los 69 restantes aparecen en 35 series, lo que evidencia una polarización y una falta de dispersión de la diversidad en todo el espectro audiovisual.

No solo la presencia, también la importancia de estos personajes ocupa a los responsables del informe. Si en 2023, el 58,5% de los personajes LGBTIQA+ analizados eran protagonistas de sus historias, en 2024 ese porcentaje se reduce al 55,61%. Es decir, crece la cantidad de personajes queer en pantalla, pero cada vez ocupan menos espacio en las tramas centrales.

Esta situación se agrava si se observa cuántos de estos personajes superan el Test de Vito Russo, que exige que la relevancia de un personaje LGBTIQA+ no dependa exclusivamente de su orientación sexual o identidad de género y que su ausencia tendría un impacto significativo en la trama. Solo un 35% de los personajes analizados en 2024 pasa este filtro, una caída considerable si se compara con el 40,46% registrado el año pasado y con el 59,75% de 2022.

Concentración en pocos títulos y persistencia de clichés

La distribución desigual de la diversidad no es el único problema. El informe también señala la persistencia de patrones narrativos y clichés en la construcción de los personajes queer. Salvador Tabone, coordinadore de la investigación, advierte sobre el riesgo de las narrativas estereotipadas: “Al ser personas que no conocen de cerca estas realidades, suelen caer en unos clichés que se suelen basar en estereotipos negativos. Lo cual provoca unas representaciones que son un poco negativas”. Aunque existe una diversidad de caracterizaciones, la tónica dominante sigue siendo la presencia de representaciones muy marcadas por ciertos estereotipos.

En cuanto al desglose de los personajes, el informe atribuye 58 a personas lesbianas, 68 a gays, 50 a bi+ y 21 a personas trans. En muchos casos, los relatos que involucran a personajes trans tienden a centrarse en el proceso de transición, dejando al margen otros aspectos de la vida cotidiana y la socialización.

De ‘Yo, adicto’ a ‘Una perra andaluza’

Dentro del diagnóstico crítico, el estudio identifica también algunos ejemplos de representación que aportan matices y complejidad. Una de las menciones destaca la miniserie Yo, adicto, donde el personaje principal es gay y su historia se desarrolla en entornos asociados frecuentemente al colectivo, como el sexo y la promiscuidad, pero lo hace desde una óptica diferente. Para Tabone, “subvierte muy bien y complejiza mucho al personaje principal, que está atravesado por ser gay, pero lo hace siempre desde otra mirada, que no es la normativa”.

Oriol Pla y Nora Navas
Oriol Pla y Nora Navas en 'Yo, adicto'.

En cuanto a la comedia, Tabone resalta la serie Una perra andaluza disponible en Filmin, donde la representación nace de la mirada de una persona que forma parte del colectivo y evita los enfoques humorísticos basados en la burla. “Está hecha por una persona que forma parte del colectivo. Es una serie de humor, pero que no recae en este humor que busca que la broma sean las personas del colectivo en vez de participar en esta broma”, apunta.

También elogia la producción Reír, cantar, tal vez llorar, en Filmin, por mostrar a varios personajes trans conviviendo y compartiendo experiencias que no suelen llegar a la pantalla a pesar de su cotidianidad. “Normalmente, en todas esas producciones, los personajes aparecen muy atomizados. En este caso, la protagonista tiene dos amigas que también son trans. Lo interesante son los diálogos que se producen entre ellas, en el momento en el que tres personas que tienen una misma vivencia comparten pantalla, porque es lo que pasa en la realidad. Siempre buscamos iguales”, dice.

Pero, ¿por qué es eso tan importante? Porque abre las fronteras del pensamiento. “Hay una relación recíproca entre la realidad y lo que aparece en pantalla, que refleja el mundo en general, pero a la vez, el mundo se alimenta de lo que aparece en pantalla y ayuda a crear imaginarios colectivos”, defiende Tabone.

Juventud, normatividad y ausencia de relatos infantiles

El estudio detecta otro sesgo importante: la práctica ausencia de personajes del colectivo con menos de 13 años y la sobrerrepresentación de jóvenes adultos. La mayoría de las tramas posicionan la experiencia LGBTIQA+ en la adolescencia o en la juventud, especialmente a través de series dirigidas al público juvenil como Élite o Bienvenidos a Edén. Estas producciones suelen presentar personajes “guapísimos, todos súper normativos”, sujetos a estrictos cánones de belleza y deseabilidad y sin presencia relevante de cuerpos diversos.

Tabone añade que “no tenemos ni niñez ni mayores” en la pantalla, salvo excepciones puntuales. La razón de fondo, según este coordinadore, es la tendencia a vincular la identidad queer de los personajes a problemáticas de pareja, sexualidad o transición, limitando la diversidad de vivencias: “En las tramas tendemos a ver que la mayoría de personajes se vinculan muchísimo a búsqueda de pareja, problemas de pareja, matrimonio. Y luego en cuanto a lo trans, siempre respecto a su transición”. Esta visión fragmentaria deja fuera otras formas de vivir la identidad y la diversidad, como la relación con la familia, los amigos o el desarrollo personal más allá del ámbito afectivo-sexual: “Hay que entenderlo como algo más, como una forma de socializar, como una forma de posicionarse, como una forma de mirar el mundo”.

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Invisibilidad y ambigüedad de la bisexualidad

Tabone apunta que en muchas producciones la bisexualidad aparece de manera ambigua o nunca se nombra explícitamente. “Hemos tenido un par de producciones este año en el que eran dos amigos… que de repente empiezan a tener una relación como erótico-amistosa que nunca llega al clímax en pantalla, pero que se podría interpretar como que son bi”. Para quienes no conocen la realidad bisexual, resulta aún más difícil identificarla, dado que los personajes nunca llegan a ser nombrados como tal.

Sobre cómo avanzar hacia una mejor representación, Tabone subraya la importancia de involucrar a creadores del colectivo LGBTIQA+ en las producciones y en los equipos. Según dice, la industria debe romper con la idea de que estas producciones son “de nicho”, ya que el éxito de títulos como 20.000 especies de abejas o algunos cortometrajes demuestra que el público generalista tiene interés en estas historias. “Existe la idea de que una persona heterosexual no va a ser capaz de empatizar con una historia queer. Esto es completamente falso y se ha visto muchísimas veces”, señala y recuerda que el objetivo del Observatorio es señalar los pasos que faltan mientras reconoce los avances realizados: “No intentamos ser tan negativos… Me parece que es un equilibrio delicado entre ser críticos, pero a la vez, alabando los pasos que llevamos”.