Un francés envía 45 euros al Ministerio de Economía para “pagar la deuda pública”: las donaciones privadas están permitidas y reguladas por ley

Desde 2006, cualquier ciudadano puede realizar donativos directos al Estado francés. El procedimiento es sencillo, pero carece de incentivos fiscales

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Un francés envía 45 euros
Un francés envía 45 euros al Ministerio de Economía para “pagar la deuda pública”. (Montaje Infobae/Canva)

Hace unos días, un ciudadano francés sorprendió al Ministerio de Economía de su país al enviar un cheque de 45 euros destinado expresamente a reducir la deuda pública de Francia. Esta suma, aunque modesta frente a la cantidad total de la deuda nacional, que supera los 3,3 billones de euros según el Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos de Francia, ha conseguido que más de uno descubra que se pueden hacer donaciones voluntarias al Estado, algo poco conocido entre la ciudadanía francesa.

El origen de este gesto se ha confirmado a través de una publicación del perfil oficial de Instagram de viepublique.fr, en la que se destaca que el ministerio está autorizado a recibir y cobrar este tipo de donativos. La confirmación oficial de la donación ha aparecido publicada en el Journal Officiel (Diario Oficial de la República Francesa) del 19 de junio de 2025, cumpliendo con los requisitos administrativos establecidos para la recepción de aportes privados por parte del Estado.

Donaciones ciudadanas sin incentivos: de la normativa vigente a los gestos excepcionales

Desde 2006, tras la aprobación del artículo L1121-1 del Código General del Patrimonio de las Personas Públicas, cualquier ciudadano puede realizar donativos directos al Estado francés, según recalcan desde FranceInfo. Para que la aportación sea válida, la autoridad competente debe aceptar el dinero mediante un decreto y publicarlo en el Diario Oficial.

La recepción de este cheque de 45 euros se suma a otras situaciones similares que se han vivido en el registro oficial de donaciones. El caso más llamativo ocurrió en 2021, cuando un ciudadano identificado como Michel Fache envió al Estado un cheque por 40.000 euros. El entonces ministro de Cuentas Públicas, Olivier Dussopt, expresó su apreciación por la generosidad. Más allá de la cuantía y la repercusión, estos gestos abren un debate sobre la percepción social de la deuda pública y la relación de los ciudadanos con la administración central.

El procedimiento para donar es sencillo, pero carece de incentivos fiscales. En respuesta a consultas recurrentes, el Ministerio de Economía aclara que estos aportes no ofrecen desgravaciones ni deducciones impositivas. Se trata, en suma, de un acto desinteresado y simbólico, protagonizado por particulares que deciden contribuir directamente a las arcas públicas sin esperar un reembolso o recompensa material.

Donaciones voluntarias en un contexto de desconfianza fiscal

La posibilidad de donar dinero al Estado en Francia es muy contrario al sentir general de la sociedad francesa respecto a los impuestos y la presión fiscal. Expresiones como “C’est Nicolas qui paie” (“Nicolás paga”), utilizadas de manera irónica por contribuyentes que sienten que soportan una carga impositiva excesiva, dejan ver una percepción muy negativa de la administración y el destino de los fondos recaudados. En este contexto, quienes optan por aportar de forma voluntaria representan una excepción y despiertan tanto admiración como escepticismo.

La deuda pública repunta al 103,5% del PIB en el primer trimestre con máximos de 1,668 billones.

La publicación periódica de los decretos de aceptación en el Diario Oficial permite comprobar que, aunque marginal, el fenómeno persiste. Las sumas varían considerablemente, desde cantidades simbólicas como los 45 euros recibidos este año, hasta importes mucho más significativos como el del caso de 2021. La frecuencia de las donaciones no es elevada, pero confirma la existencia de una minoría motivada por un sentido de responsabilidad cívica o una intención expresa de contribuir al sostenimiento de las finanzas públicas.

En términos legales, las donaciones están reguladas para garantizar su transparencia. El Estado debe aceptar de forma explícita y pública cada donativo. No se recoge una cuantía mínima exigida, lo que abre la puerta tanto a pequeñas como a grandes aportaciones.

El destino de estos fondos queda registrado: se asignan de manera directa a la reducción de la deuda pública. Aunque la magnitud de estos cheques resulta insignificante frente al desafío fiscal estructural que afronta Francia —la deuda representa en la actualidad más de un 110% del producto interior bruto—, el gesto destaca por su carácter simbólico en un momento en que la sostenibilidad de las cuentas públicas se sitúa en el centro del debate nacional e internacional.