Cargar seis toneladas de agua en tan solo 12 segundos: así es volar en los aviones que combaten los incendios cada verano

España cuenta con una flota de 14 aviones apagafuegos que, en época estival, se reparten por distintas zonas del territorio nacional. “En España vamos por delante del incendio”, asegura uno de sus pilotos

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El teniente Jesús Gómez Olmedo
El teniente Jesús Gómez Olmedo junto a un avión CL-215. (Gastón Trelles)

Con la llegada de la primera ola de calor del verano, aumenta el riesgo de incendios forestales. Pero España está preparada para hacerles frente. El país cuenta con una flota de 14 aviones apagafuegos, de los cuales 11 pertenecen al Ministerio de Transición Ecológica y los restantes al Ministerio de Defensa. Todos ellos son operados por el Ejército del Aire y del Espacio, la mayoría desde el 43 Grupo de la Base Aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), aunque desde el 1 de junio hasta el 31 de octubre se reparten por distintos puntos del territorio nacional, listos para despegar cuando se los necesite.

El teniente Jesús Gómez Olmedo pilota una de esas aeronaves, a la que define, en diálogo con Infobae España, como “un barco con alas”. “Estamos hablando de un avión anfibio que puede despegar y aterrizar desde el agua. No es muy aerodinámico, es muy cuadrado, tiene quilla e incluso ancla”, detalla junto a uno de los diez CL-215 con los que cuenta España, en el marco del festival aéreo Aire 25.

Este modelo es el más viejo de la flota: fue incorporado hace más de medio siglo, en 1971. “Lleva 54 años operando y estamos próximos a las 200.000 horas de vuelo”, señala el piloto. Los cuatro aviones restantes son del tipo CL-415, adquiridos en 2006. De igual manera, en abril de 2024, el Gobierno anunció la compra de siete nuevas aeronaves DHC 515 —dos de ellas financiadas por la Unión Europea— mediante una inversión de 375 millones de euros.

Los CL-215, explica Olmedo, pueden cargar seis toneladas de agua en tan solo 12 segundos, para soltarla luego allí donde haya que extinguir las llamas. La tripulación está compuesta por tres personas: piloto, copiloto y mecánico de vuelo. Este último es una particularidad de las formaciones españolas, dado que otros países prescinden de él. “La verdad es que nos ayuda muchísimo porque él va sentado justo en el centro y tiene la vista panorámica de todo. A la hora de la descarga, uno va volando el avión y mirando fuera para planear la salida del agua; el otro va ajustando los parámetros del motor, para que el avión vaya con buena velocidad y no entre en pérdida; y el mecánico de vuelo va dando el barrido para que no nos choquemos con nada y que sea lo más seguro posible”, explica el oficial de la fuerza aérea.

Para luchar contra los incendios de este verano, los aviones anfibios estarán repartidos en ocho rincones del país: Santiago de Compostela (A Coruña), Pollensa (Mallorca), Zaragoza, Albacete, Torrejón de Ardoz (Madrid), Badajoz, Málaga y Salamanca. “Cubrimos todo el territorio nacional en un radio de vuelo de una hora, es decir, para cualquier incendio que se produzca, habrá un avión que llegará en menos de 60 minutos”, destaca Olmedo, quien ya lleva tres campañas con el 43 Grupo.

Riesgos de combatir las llamas desde el aire

El piloto del Ejército del Aire pone en manifiesto que existen “bastantes riesgos” a la hora de operar uno de estos barcos voladores. “Cuando los aviones están hechos para aterrizar y despegar de pista, se cuenta con la ventaja de la torre de control, que te va diciendo la dirección del viento, que no hay tráfico, que no te vas a chocar con nada, que no hay obstáculos. Te asegura, en fin, un área de seguridad”, detalla. “Sin embargo, en los pantanos, en el mar, todo eso es completamente responsabilidad del piloto. Nosotros tenemos que determinar el viento, la profundidad del agua y si hay espacio suficiente para entrar, cargar agua y salir sin poner en riesgo nuestra vida”.

Avión apagafuego de España. (EA)
Avión apagafuego de España. (EA)

Sobrevolar una zona que está siendo consumida por las llamas también tiene su complejidad dado que, apunta Olmedo, suelen ser áreas llenas de turbulencias a causa de las corrientes de aire caliente. “Al ser en zonas boscosas, hay muchas aves volando por allí y también corremos el peligro de chocar con cables de alta tensión”.

No obstante, el teniente remarca la coordinación que existe entre los equipos aéreos y los terrestres, como la Unidad Militar de Emergencias (UME) o los bomberos forestales, lo que facilita mucho el trabajo. “Sobre todo en comparación con mi experiencia yendo a otros países, donde es un poco más caótico”, señala el piloto, que ha participado en misiones de apoyo a otros países europeos. “En España vamos por delante del incendio”.