Ser rico en España es tener una casa: la vivienda es la principal fortuna del 70% de los españoles

En un país donde ahorrar es cada vez más difícil, poder adquirir una vivienda en propiedad es uno de los mayores respaldos económicos y sociales para la mayoría de los hogares

Guardar
Ser rico en España es
Ser rico en España es tener una casa: la vivienda es la principal fortuna del 70% de los españoles. (Montaje Infobae/Canva)

¿Qué significa ser rico? La imagen de la riqueza solía asociarse con el lujo, coches de alta gama, inversiones millonarias y muchos ceros en la cuenta bancaria. Sin embargo, la percepción ha cambiado, y ahora lo que se considera riqueza es algo mucho menos glamuroso, pero que responde a la realidad de la gente de a pie y al panorama económico actual: para la gran mayoría de los españoles, la auténtica riqueza está hecha de ladrillos y cemento. Tener una casa es, en el imaginario nacional, sinónimo de prosperidad y estabilidad.

Según el último estudio de Esade, La desigualdad de la riqueza entre comunidades autónomas, la noción colectiva de la riqueza ahora se asocia directamente con la vivienda. Los datos, obtenidos a partir del Panel de Hogares desarrollado por la Agencia Tributaria, el INE y el Instituto de Estudios Fiscales con datos de 2022, muestran que para siete de cada diez españoles, el bien más valioso es, sin lugar a dudas, una casa. La propiedad inmobiliaria es la verdadera despensa del ahorro, símbolo de seguridad y, casi siempre, una herencia que poder dejar a los hijos.

El peso de la vivienda en la fortuna de los hogares

El informe divide la riqueza de los hogares por tramos y niveles. En la denominada como clase media y media-baja —aquellos hogares que no están entre los más acomodados, pero tampoco entre los que menos tienen— la vivienda principal y las segundas residencias representan hasta un 73% del patrimonio total. Así, para una mayoría social, su casa es también su mayor aval económico. Este predominio de la vivienda como principal activo económico se mantiene estable a lo largo de los años y atraviesa generaciones.

¿Y qué ocurre entre quienes menos tienen? Para el 20% de la población que se encuentra en el extremo más bajo de la escala de riqueza, poseer una propiedad es, muchas veces, un sueño inalcanzable. Apenas un 22% de su riqueza está formada por inmuebles, y el resto son, sobre todo, cuentas bancarias con saldos bajos. El acceso tardío o directamente imposible a la vivienda marca una brecha patrimonial que se agranda con cada subida de los precios.

El valor de un hogar: riqueza real o sueño de estabilidad

Mientras tanto, a medida que se asciende en la jerarquía económica, la cesta de activos se diversifica: quienes integran el 1% más rico en España concentran solo un 25% de su fortuna en su vivienda habitual. El resto de la riqueza proviene de acciones, fondos de inversión, propiedades para alquilar y negocios. Y lo mismo ocurre entre las familias con mayor patrimonio, aunque no pertenezcan a ese 1% de los ultrarricos: en estos hogares más acomodados, la inversión en inmuebles supera el 19% y llega hasta el 31% en aquellos que están aún más cerca de la cima de la riqueza. Aunque aquí predominan las viviendas destinadas al alquiler o a la inversión, no para vivir.

Isabel Rodríguez: "Para que España avance hacen falta viviendas dignas y asequibles".

Esto demuestra un cambio progresivo entre la clase media-baja y los más adinerados: tener varias casas, activos empresariales o participaciones de fondos deja de ser excepcional y se convierte en la norma en la cúspide de la pirámide de la riqueza.

Este escenario dibuja un país donde la riqueza sigue estando, en gran parte, atada al suelo. En España, “la vivienda para inversión aumentó del 11,5% en 2016 hasta casi el 14% en 2022, siendo el componente de la riqueza con mayor crecimiento”, advierte el informe. Pero solo quien ya tenía mucho patrimonio pudo multiplicar estas inversiones, fenómeno que se concentra casi por completo en el 10% más rico.

Por el contrario, quienes solo poseen una vivienda, o están hipotecados, su tranquilidad financiera diaria depende del mercado inmobiliario. Si hay una burbuja de precios o una crisis, su patrimonio sufre. Y si el acceso a la vivienda se vuelve más difícil, como ocurre ahora mismo en grandes ciudades y zonas turísticas, el futuro se complica aún más para las nuevas generaciones.