Los empleados de una panadería en quiebra, que sufren retrasos constantes en sus pagos, descubren que el dueño cobra más de 400.000 euros al año: “Es una vergüenza”

La franquicia de panaderías y pastelerías Yvonne, fundada en Ruan, Francia, en 2010, se encuentra sumida en la peor crisis de su historia. Los propietarios, el matrimonio Coudray, achacan en el juzgado los problemas económicos a la caída de ventas tras la pandemia, el encarecimiento de las materias primas, las protestas sociales y unas obras municipales que complicaron la llegada de clientes. Sin embargo, un vistazo a las cuentas deja ver un contraste difícil de explicar entre los ingresos de la cúpula y la realidad que sufren los 58 empleados, de acuerdo con el medio local 76actu Rouen.

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El informe anual de 2023 recoge que el gerente y socio mayoritario, Jean-Marc Coudray, percibió una remuneración total de 428.964,38 euros, además del pago de sus cotizaciones sociales, obligatorias y complementarias, a cargo de la empresa. Esta cifra sobresale frente a la precariedad de la plantilla, que lleva meses encadenando retrasos en el pago en sus salarios.

La sociedad, SARL Yvonne, ha quedado en concurso de acreedores tras la vista celebrada el 27 de mayo de 2025. La deuda reconocida ronda los 2,5 millones de euros, con dos millones correspondientes a cuotas sociales y fiscales impagadas. Una losa que recae sobre los empleados.

Actuales y antiguos trabajadores coinciden en una misma opinión: “Es una vergüenza y una falta total de respeto”, aseguran varios. Los retrasos en los pagos han sido habituales y las quejas son recurrentes. Un antiguo aprendiz en pastelería recuerda: “Es atrevido cuando se sabe que hemos cobrado varias veces con retraso. [...] Una vez, esperé 20 días para recibir mi salario”. Que la dirección hiciese acto de presencia, asegura, era poco frecuente y se limitaba a notificar problemas económicos y nuevos retrasos.

El relato de una antigua alternante apunta en la misma línea: “Ya de por sí como alternante cobraba una miseria. Tener que esperar 15 días mi sueldo, era un problema”. La gestión interna se califica como “algo confusa”, con responsables a quienes había que ir a buscar y “perseguir” para recibir el dinero. El enfado creció cuando trascendió que los Coudray residen en Dubái y no han ocultado su elevada remuneración. “Eso es inaceptable”, puntualizó la ex empleada.

La empresa recurre de forma masiva a aprendices y alternantes, detaille que resulta especialmente sensible. Diversos antiguos empleados denuncian que se utiliza como estrategia para contener costes. “Éramos unos 10 o 15 alternantes en las tiendas de Ruan para sólo 2 o 3 contratos indefinidos”, explica una antigua dependienta.

El caos administrativo, la falta de supervisión y la opacidad marcan la gestión reciente de Yvonne. Un antiguo vendedor lo resume con amargura: “Los problemas de Yvonne se ven en todo el sector de panadería y pastelería, solo que aquí es especialmente grave”. Los autos judiciales reflejan que entre 2021 y 2023 la empresa sufrió un fuerte descontrol contable y administrativo, con una subida anual cercana a 500.000 euros en deudas fiscales y sociales.

Mientras tanto, los trabajadores que siguen en la plantilla miran con incertidumbre a los próximos meses, temiendo por la continuidad de sus empleos. El concurso de acreedores no supone de inmediato el cierre, pero las señales de alarma ya se han disparado. Jean-Marc Coudray, consultado en distintas ocasiones por su gestión y por la cifra de su sueldo, por ahora guarda silencio.