Cómo quitar el hipo: 17 trucos efectivos para eliminarlo

Pocas molestias cotidianas resultan tan persistentes e irritantes como el hipo. Aparece sin previo aviso, interrumpe conversaciones, comidas o incluso momentos de descanso, y suele marcharse tan caprichosamente como vino. Aunque el hipo suele ser inofensivo y pasajero, su carácter impredecible lo convierte en una molestia universal que todos queremos cortar cuanto antes.

El hipo se produce por una contracción involuntaria y repetitiva del diafragma, que es el músculo que separa el tórax del abdomen y que interviene en la respiración. Cada espasmo produce un cierre repentino de las cuerdas vocales, lo que genera el clásico hipido. Puede activarse por múltiples causas: comer demasiado rápido, ingerir bebidas gaseosas, cambios bruscos de temperatura, nervios o incluso por una risa intensa.

A lo largo de la historia, se han propuesto todo tipo de trucos para combatirlo: desde métodos con cierta base fisiológica hasta remedios populares y caseros que resultan simplemente anecdóticos. Los expertos de Healthline, medio especializado en salud y bienestar, han elaborado una lista con algunos de los trucos para acabar con el molesto hipo, ya sea a través de técnicas de respiración, puntos de presión o consejos relacionados con comidas y bebidas.

Sin embargo, destacan que es importante tener en cuenta que, cuando estos episodios duran más de 48 años, lo idóneo es consultar con un médico.

Aunque la mayoría de los episodios de hipo desaparecen por sí solos, existen técnicas sencillas que pueden acelerar el proceso. Algunas de las más eficaces están relacionadas con la respiración y los cambios de postura, ya que permiten relajar el diafragma o modificar el estímulo que lo mantiene contraído.

Una de las estrategias más recomendadas es practicar una respiración mesurada. Consiste en inhalar lentamente contando hasta cinco y exhalar con la misma cadencia. Esta técnica ayuda a reducir la excitación del nervio frénico, uno de los responsables de los espasmos, y puede disminuir la irritación que genera el hipo.

Otra opción muy conocida es contener la respiración. Inspirar profundamente y mantener el aire durante unos 10 o 20 segundos antes de soltarlo lentamente permite que aumente de forma momentánea el nivel de dióxido de carbono en la sangre.

Una variante de esta técnica es respirar en una bolsa de papel. Al inhalar y exhalar dentro, se incrementa también la concentración de CO₂ en el organismo, lo que puede cortar el episodio. Eso sí, esta práctica debe hacerse con precaución, evitarse en personas con problemas cardíacos o respiratorios y nunca utilizar una bolsa de plástico.

También pueden funcionar ciertas posturas corporales: abrazar las rodillas mientras se está sentado, llevándolas al pecho durante un par de minutos, o inclinarse hacia adelante ejerciendo una presión similar en el pecho.

Finalmente, la maniobra de Valsalva, que cuenta con respaldo médico, consiste en intentar exhalar con fuerza mientras se mantiene la nariz apretada y la boca cerrada. Esta técnica, empleada incluso en cardiología para controlar arritmias leves, estimula directamente el nervio vago y puede desactivar el reflejo que causa el hipo.

Otra vía para intentar frenar el hipo consiste en estimular físicamente ciertas zonas sensibles del cuerpo. Los llamados puntos de presión son áreas que, al ser manipuladas con suavidad, pueden activar nervios clave como el vago o el frénico, ambos implicados en el reflejo que genera el hipo.

Uno de los métodos más curiosos pero con base fisiológica es tirar de la lengua. Aunque suene extraño, esta acción estimula el nervio vago mediante el reflejo faríngeo. Al agarrar suavemente la punta de la lengua y tirar hacia adelante una o dos veces, se activan terminaciones nerviosas en la garganta que pueden “reiniciar” la actividad nerviosa que desencadena el hipo.

Otro punto útil es el propio diafragma. Aplicar una ligera presión justo debajo del esternón, en la zona central del abdomen, puede modificar su ritmo de contracción. Esta compresión física, similar a la que se logra con algunas posturas, actúa directamente sobre el músculo afectado.

También existe una combinación eficaz entre deglución y maniobra respiratoria: apretar la nariz cerrada mientras se traga agua. Esta técnica combina la contención del aire, propia de la maniobra de Valsalva, con la acción de tragar, lo que ofrece una doble estimulación para cortar el espasmo.

Algunas técnicas se basan en alterar el patrón de deglución y otras en ofrecer estímulos fuertes al nervio vago a través del gusto o la temperatura. Por ejemplo, beber agua fría con hielo, ya que el frío, junto con la acción de tragar, estimula directamente el nervio vago, lo que puede interrumpir el espasmo diafragmático. De forma parecida, hacer gárgaras con agua muy fría durante unos segundos o chupar un cubo de hielo pueden provocar una respuesta similar.

Otra táctica popular consiste en beber agua desde el lado opuesto del vaso. Aunque no cuenta con una base científica sólida, los expertos señalan que puede funcionar como distracción o cambio de postura, siendo un recurso útil para muchas personas.

En cuanto a alimentos sólidos, una cucharada de miel o mantequilla de maní puede ayudar gracias a su textura espesa, que requiere un mayor esfuerzo muscular y concentración al tragar. Algo parecido sucede con el azúcar: dejar que una pizca de azúcar granulada se disuelva en la lengua antes de tragar puede generar una estimulación súbita que interrumpa el ciclo del hipo.

Finalmente, los sabores intensos también pueden servir como choque sensorial. Chupar una rodaja de limón o colocar una gota de vinagre en la lengua son métodos que, por su acidez, provocan una fuerte respuesta gustativa. Aunque no siempre agradables, estos estímulos pueden ser lo bastante potentes como para resetear el reflejo nervioso que mantiene el hipo.