El drama de perder el trabajo para los mayores de 45 años y caer en el “pozo” del paro: “No se les puede tratar como si fueran analfabetos”

“Para una persona mayor de 45 años caer en el desempleo es caer en un pozo”. El socioeconomista e investigador, Alejandro Vara de Gabriel, ha llegado a esta conclusión tras su investigación sobre la población activa mayor de 45 años, realizada junto a Red Araña Andalucía.

La tasa de desempleo entre este segmento no es mayor, pero si es más preocupante. En cifras totales es mayor el número de personas sin trabajo, pero se debe únicamente a una cuestión de que es un grupo más numeroso en su totalidad. Las tasas son similares, pero el riesgo que supone perder el puesto de trabajo es mucho mayor.

Vara de Gabriel atiende a Infobae España para apuntar los aspectos más relevantes de los prejuicios edadistas, así como posibles amenazas y desafíos a los que enfrentarán en el futuro o las soluciones que pueden encontrarse.

-Pregunta: ¿Existe una brecha en la búsqueda de empleo para las personas de mayores de 45 años?

-Respuesta: El problema está en la interpretación que se suele hacer a veces de eso. La tasa de paro entre gente mayor de 45 está en la media. Incluso está mucho mejor que la de algunas estadísticas sobre desempleo juvenil. ¿Cuál es el problema? Para una persona mayor de 45 años caer en el desempleo es caer en un pozo. O sea, no es igual quedarte en paro con 25, que quedarte con 45 y mucho menos con 55. Entonces ahí es donde está el problema. La gente de ese rango de edad que tiene empleo está muy bien valorada, pero el problema es conseguir recuperarse una vez caen. La capacidad de reciclaje es más complicada con esa edad. Pero sobre todo porque también existe un prejuicio.

-P: ¿A qué se deben estos prejuicios?

-R: Es verdad que la plasticidad del cerebro no es la misma a partir de cierta edad. Pero eso de tratar a la gente mayor de 45 como si fueran unos analfabetos, como si fueran tontos, no, no es así. Puede que la generación anterior si fueran algunos analfabetos. No todos tampoco, pero sí es verdad que podía haber un poco más de brecha educacional, un poquito más de analfabetismo funcional y tecnológico. Pero en la generación que ahora mismo va de los 45 a los 67 prácticamente no existe ya son gente muy competente, muy profesional.

Yo provengo de haber estudiado a la comunidad gitana canaria. Ahí también me encontré con un prejuicio laboral brutal y más injustificado todavía si cabe. Mucha de la población gitana canaria se ha dedicado a la venta ambulante toda la vida. Son gente que lleva el comercio en la sangre, pero desde que empezó a ponerse fea la cosa de la de la venta ambulante de los mercadillos, intentaron encontrar trabajo en el empleo formal que pasaba, la rechazaban. ¿Por qué? Porque estás rechazando una persona con esas habilidades comerciales. En este caso me he encontrado ese paralelismo por prejuicios.

-P: ¿Cómo se lucha contra este tipo de prejuicios a nivel legal?

-R: Es ilegal, claro. ¿Qué pasa? Que los prejuicios a veces se esconden y se justifican con otra cosa, pero tampoco son tan fáciles de ocultar. Deberías decantarte por un candidato en función de su currículum, sus habilidades, su experiencia. Cuando se presentan diez hombres y diez mujeres y, después de pasar la entrevista, descartas a todas las mujeres y eliges a todos los hombres. Es muy difícil de determinar legalmente. Pero sí, que sí que se nota y se conoce.

-P: ¿En qué sectores económicos es más exagerada esta situación?

-R: Si hablamos del edadismo, todos los que tienen que ver con nuevas tecnologías, con nuevas formas de hacer las cosas. A lo mejor el valor de una persona de esa generación es otro. Les puede costar más meterlos delante del ordenador o ser community manager, aunque las redes sociales llevan años inventadas y, aunque la mayoría son gente joven, hay en todas las edades. Te puedes encontrar con gente que han sido pioneros incluso en internet, que se le rechaza porque crees que todos son iguales. Eso es un prejuicio. No es juzgar el currículum.

-P: “La tasa de empleo no es más alta, pero sí más preocupante” ¿Podrías explicarlo?

-R: Quedarse en paro a los 50 es un pozo. Eso es lo primero. Y lo segundo, no es igual la agilidad, la dinámica, la energía que tienes con 25 años para ponerte a hacer una cosa nueva, estudiar una cosa nueva, trabajar, que la que viene con esa edad, que lo que espera ya tranquilidad. Tenemos una calidad de vida que no se tenía en otras épocas y estamos mucho mejor de salud, pero la biología pesa también y eres menos versátil y te cansas más.

Por otro lado, también es más habitual que se tenga más responsabilidades, aunque es verdad que que no todo el mundo tiene hijos, no todo el mundo tiene su problema. Es más normal tener una hipoteca con 50 años que tenerla con 20 o 25. Entonces, como pasó en la crisis de de 2007, a la gente la echaron a la calle y no tenían que pagar la hipoteca. También es verdad que una persona ya de cierta edad debería de tener un poco de deferencia. Ver a personas en una cola del paro, en un curso del paro, cosas así, no son agradables para ninguna, pero para las más maduras ataca más a la autoestima.

-P: En su estudio señala que muchas de estas personas tienen formación universitaria ¿Ya no es suficiente con los estudios?

-R: A la generación anterior de la nuestra le decían que “si hubieras estudiado” o que “tenías que haber estudiado”. En la nuestra, casi todos fueron a la universidad o a un FP. Antes decían ponte a estudiar y después que estudiaste lo equivocado. Eso ha terminado llevando a que la gente una y otra vez se ponga a estudiar una cosa y otra y otra, y claro, veas a gente con tres carreras en paro o e con carreras y cinco ciclos formativos.

Ahora están las cifras un poquito más bajas, pero antes de la crisis de 2007, el 30% de los puestos de trabajo se conseguían en el mercado libre y el 70% por boca oreja, a lo que llamamos enchufe. Cuando llegó la crisis, la cosa pasó a ser un 15-85. ¿Cómo le vas a decir a gente que pesa un montón las titulaciones, se preparan y todo lo demás y se ven en el paro? Los que consiguen trabajo por por contactos y demás, no, no están tan formados y muchos tienen muchos puestos importantes de responsabilidad.

-P: Cómo se puede fomentar los contratos para los mayores de 45? ¿Destacando la experiencia y el conocimiento como sus ventajas?

-R: Exactamente. Pero eso con cualquier persona y con una persona joven. Claro, te encuentras a gente con 20 años que son unos absolutos cracks ¿Por qué le tratas como si fuera un niño? A lo mejor tiene 20 años, pero tú no le ves lo que es capaz de hacer. En Recursos Humanos hay que evaluarla por lo que van a ser, por lo que te pueden hacer, no por lo que tú te imagines y ese tipo de cosas. Otra cosa que se usaba mucho en mi época era decir “aquí necesitamos a alguien que sea para una larga trayectoria. Entonces con tanta edad no nos vale porque dentro de diez años se jubila”. Bueno, fíjate cómo se ha vuelto al mundo laboral, a quien le dura un empleo diez años hoy en día.

-P: ¿Va a aumentar la brecha con las amenazas futuras principalmente la IA?

-R: Algunas personas nos dimos cuenta de que esto iba a pasar. Porque el capitalismo funciona así. Había gente que creía que íbamos a tener robots limpiadoras y robots, cocineras antes que robots intelectuales. Una señora de la limpieza cobra 800 €. Un ingeniero informático cobra 3000. ¿El capitalismo dónde va a orientar la tecnología? A donde puede ahorrarse más dinero, sustituyendo al ingeniero informático por una máquina, no a la limpiadora. No es que la gente se meta en empleos sin futuro, es que son justamente los empleos contrarios a los que estábamos pensando. ¿Quiénes están amenazados? Los sectores intelectuales, que son los que antes ganaban mejores sueldos y tienen mejores condiciones y ahora los pueden sustituir por una máquina.

-P: ¿Qué soluciones existen?

-R: El combate activo contra los prejuicios. Muchas veces la gente de Recursos Humanos se queja de que el problema no lo tienen ellos, sino que suelen ser los empleadores los que tienen esos prejuicios. Un director de recursos humanos no deja de ser un empleado, entonces a veces tiene que conservar su puesto de trabajo, entre otras cosas. Habría que hacer el típico combate activo, como se hace contra todo prejuicio en las empresas.

Perseguirlo judicial y legislativamente también estaría bien. Es muy difícil saber si coger al candidato blanco o negro, que eso puede ser un prejuicio racial. Pero si se ha dicho si son diez candidatos blancos y negros y el último filtro lo pasan solo los blancos, pues sospecha ya y sabes que puede haber algo.

-P: Existen políticas efectivas que podrían mejorarse o tienen que desarrollarse de cero?

-R: Te voy a hacer un una comparación que parece que no tiene nada que ver, pero que ilustra bien como es el tema de la de la legalidad. En Canarias tenemos un problema horrible con los vertidos incontrolados al mar. Existe una ley estupenda y maravillosa. Ahora, cuando tú ves tantas emisiones dices “bueno, ¿para qué sirve que se hable si no se actúa?“ Pues yo creo que las leyes contra los prejuicios en el terreno laboral en este momento también son muy bonitas. Ahora, si no se hacen cumplir, pues no sirven de nada.

-P: ¿Quién tiene la responsabilidad?

-R: El Ministerio de Trabajo, las Consejerías de Empleo de las Comunidades Autónomas, podrían tener la responsabilidad de alguna manera en la vigilancia. Pero quién verdaderamente “comete de alguna manera el crimen” son los empleadores. El Estado de alguna manera podría hacer más campañas o más presión para que el empleador no actúe de esta forma. Se pueden organizar los sindicatos de mejor forma, pero también es verdad que muchas veces no tienen recursos o están demasiado orientados a los conflictos. Desde la sociedad civil también se puede hacer investigaciones y publicarlas en los periódicos.