La historia de Maria Zhang Yue Chun, la china que es madre de cuatro monjas y un sacerdote y que ahora se ha hecho monja de clausura en Salamanca

Sintió la llamada de Dios a raíz de una enfermedad grave

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La hermana María  Zhang
La hermana María Zhang tomando los hábitos. (Imagen: Diócesis de Salamanca)

El pasado 13 de mayo, en el convento de las Agustinas Recoletas de Vitigudino (Salamanca), María Zhang Yue Chun, de origen chino, procesó sus votos perpetuos como monja de clausura.

Madre de cinco hijos (cuatro monjas y un sacerdote agustino recoleto), viuda y conversa al catolicismo, su ingreso definitivo en la vida eclesiástica culmina un proceso espiritual iniciado hace casi más de dos décadas en su país natal.

Convento de las Agustinas Recoletas
Convento de las Agustinas Recoletas de Vitigudino. (imagen: Google Maps)

Del bautismo a la vocación

Nacida en Shangqiu (este de China), María Zhang vivió buena parte de su vida al margen del cristianismo. Su conversión llegó a raíz de una enfermedad grave, durante el cual recibió el acompañamiento de religiosas agustinas recoletas de vida activa. Fue entonces cuando comenzó a asistir a misa y a participar en actividades eclesiásticas junto a sus hijas.

El 1 de julio de 2007, María y sus cuatro hijas se bautizaron. Su esposo y su hijo lo hicieron meses más tarde, en Navidad. Poco después, en 2008, su marido falleció. Aquel acontecimiento marcó el inicio de un proceso de transformación: sus hijas ingresaron en comunidades religiosas agustinas y su hijo fue ordenado sacerdote el pasado 25 de abril.

Sor María tomando sus
Sor María tomando sus votos en el convento de clausura. (Imagen: Diócesis de Salamanca)

Camino hacia la clausura

María sentía a una vida de oración en clausura, pero en China, no existía una comunidad contemplativa de agustinas recoletas. Fue una de sus hijas, misionera en España, quien le informó de la existencia de una comunidad en Salamanca. A los 56 años, y sin hablar español, María emigró en 2015.

Algunas congregaciones rechazaron su ingreso por su edad y la barrera idiomática. No obstante, con la ayuda del sacerdote agustino recoleto José Yan Tao y un traductor automático, logró instalarse en el convento de Vitigudino.

“Lo que más nos llamó la atención fue que siempre estaba sonriente y alegre”, recordó la priora del convento, sor Berta Feijó, de nacionalidad peruana, en declaraciones a Salamanca RTV Al Día. “Ha sido un ejemplo de vida entregada, de recogimiento y de disponibilidad para servir”, añadió, destacando su atención a las hermanas más mayores del convento, todas más de 90 años.

Sor María tumbada en el
Sor María tumbada en el suelo en señal de humildad. (Imagen: Diócesis de Salamanca)

Una comunidad internacional

La comunidad de Vitigudino está integrada por 16 religiosas procedentes de cuatro continentes: cinco españolas, siete tanzanas y el resto de Guatemala, Perú, Venezuela y ahora, China.

Durante la ceremonia de sus votos, sor María se postró en el suelo en señal de humildad mientras dos hermanas la cubrían con pétalos de rosa. Al final, una de sus hijas cantó a la virgen en chino. El rito estuvo presidido por el obispo de Salamanca, José Luis Retana, y participaron varios sacerdotes agustinos recoletos.

Según destacó la priora sor Berta, “es un ejemplo de perseverancia y de vocación madura, cultivada desde la experiencia personal y familiar de la fe”.

Las 16 monjas que conforman
Las 16 monjas que conforman el convento. (Imagen: Diócesis de Salamanca)

Un legado misionero en China

La presencia de los agustinos recoletos en China se remonta a 1924, cuando se establecieron en Shangqiu. El navarro Javier Ochoa Ullate fue el primer superior de la misión. Fundaron orfanatos y promovieron la Santa Infancia.

No obstante, la comunidad fue expulsada en 1951, pero algunos religiosos chinos continuaron su labor pastoral, transmitiendo el carisma agustino bajo la presión del régimen comunista.