Un ahorro anual de 4.000 millones de euros en aranceles: los efectos del acuerdo entre Mercosur y la UE que España apoya y al que Francia se opone

La Comisión Europea está cerrando los últimos detalles de un pacto histórico entre Mercosur y la Unión Europea (UE). La organización económica de países sudamericanos —formada por Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay— y el organismo europeo están cerca de firmar un acuerdo que busca incentivar las relaciones comerciales entre ambos bloques.

El seis de diciembre de 2024, Mercosur y UE alcanzaron un inicio de acuerdo con varias cláusulas y aspectos. Ahora, el presidente del Consejo Europeo, António Costa, ha realizado un viaje a Brasil, con las conversaciones sobre este pacto y los últimos términos para impulsarlo como una de las prioridades.

Francia ha sido uno de los países que se ha mostrado más dubitativo respecto a los términos del acuerdo, sobre todo porque cree que el aumento de la entrada de productos de Sudamérica a Europa afectará a sus agricultores. Hace dos semanas, el presidente brasileño, Lula da Silva, trató de convencer al francés, pidiendo a Emmanuel Macron que “abra su corazón”. Otras potencias como Polonia o Países Bajos también han realizado cierta oposición.

Sin embargo, la Comisión Europea calcula que el acuerdo generará para las exportaciones europeas un ahorro anual de 4.000 millones de euros en aranceles. Además, se eliminarán la mayoría de barreras arancelarias y no arancelarias, ya que Mercosur liberalizará el 91% de sus importaciones y la Unión Europea el 92%.

Pero esta reducción de aranceles masiva entre los 27 miembros de la UE y los países pertenecientes a Mercosur plantea dudas en algunos sectores. Uno de los que se podría ver más afectado es la agricultura. Las cooperativas europeas llevan meses denunciando que esto puede perjudicar a las empresas europeas y denuncian los “riesgos de saturación del mercado” y el hecho de que las empresas del otro lado del Atlántico, según ellas, “operan con estándares laborales y de seguridad más bajos, lo que les permite producir a costes más bajos”.

A nivel positivo, muchas empresas europeas con capacidad de exportación pueden encontrar millones de potenciales clientes en Sudamérica. No obstante, algunos expertos señalan que la intención no es tanto abrir el mercado como fomentar la inversión europea en América del Sur, permitiendo desarrollo económico y beneficios comerciales.

La cuestión medioambiental es otra de las grandes preocupaciones. Algunos gobiernos de los miembros de Mercosur, como ocurre en el caso de Javier Milei en Argentina, no concuerdan con la idea de reducir el impacto ambiental que desde Bruselas llevan años tratando de consolidar.

Por ello, uno de los aspectos establecidos el pasado diciembre es la obligatoria adhesión al Acuerdo de París. Además, se exige a los países involucrados que se detenga la deforestación a partir de 2030. De no cumplir estos aspectos, se podrían establecer sanciones a los protagonistas.

Un informe impulsado por el Ministerio de Economía en 2021 afirma que habría “un aumento de las emisiones de CO2, pero la actividad sería menos intensa en CO2 que la actual, de forma que el aumento de las emisiones sería muy limitado”. Por tanto, otro objetivo sería la expansión de la idea de respeto medioambiental.

Desde el lado europeo, España ha sido uno de los que más ha apoyado este acuerdo. A finales del año pasado, Pedro Sánchez señaló que el acuerdo “hará a todos más prósperos y más fuertes”.

La idea nació hace 25 años, y en 2021 el Ministerio de Economía ya había impulsado el informe sobre las ventajas en España del acuerdo Mercosur-UE. Realizado a petición del Gobierno, señala que se trata del mayor acuerdo comercial firmado por la Unión Europea. El pacto consolidaría a la UE como socio estratégico del Mercosur, por delante de China y Estados Unidos. Resalta el potencial de las relaciones con países como Brasil, que aspira a ser una de las naciones con mayor crecimiento en el planeta.

Este documento asegura que habrá claros beneficios para España, señalando mejoras en el PIB, empleo, salarios y exportaciones. Además, el tratado facilitaría el acceso a productos a mejor precio y reforzaría el papel estratégico de Europa en la región, más allá de los beneficios puramente comerciales.

El panorama geopolítico puede acelerar las negociaciones. Las consecuencias de la guerra arancelaria de EEUU ha convertido en una prioridad la búsqueda de nuevos aliados comerciales de la UE. Asia ha sido hacia donde han mirado muchos países, pero los países sudamericanos podrían levantar la mano.

Esa urgencia de encontrar socios comerciales puede reducir la oposición de Francia o Países Bajos. De hecho, empresarios franceses a favor del acuerdo han apuntado en esta dirección para tratar de convencer a Macron. El presidente de la organización patronal más importante de Francia ha pedido escuchar la propuesta.

La próxima semana, la Comisión Europea podría llegar a una conclusión y, de ser positiva, se llevaría al Parlamento Europeo. De acabar aprobándose el tratado, podría entrar en vigor a partir de 2026.