Terry Floyd desapareció hace 50 años, pero su hermano sigue intentando descubrir qué le pasó: la policía presenta nuevas pruebas y analiza reabrir el caso

Terry Floyd desapareció el 28 de junio de 1975 en la autopista de los Pirineos, cerca de Avoca, en el centro de Victoria (sur de Australia). El niño, originario de Maryborough, había salido de la oficina de correos local poco antes de las cinco de la tarde y fue visto por última vez en el costado de la carretera, aparentemente esperando que lo llevaran de regreso a casa.

No obstante, los testigos aseguran haber visto una camioneta color beige detenerse junto a él. Esa fue la última vez que se le vio con vida. Una investigación forense realizada en 2001 concluyó que Terry había sido secuestrado y asesinado, aunque su cuerpo nunca fue recuperado.

Ahora, casi cincuenta años después, la Policía de Victoria presentó un nuevo informe forense sobre el caso, basado en pruebas recopiladas por el exdetective de homicidios Charlie Bezzina, quien actualmente colabora con el hermano del niño desaparecido, Daryl Floyd.

La documentación incluye nuevos testimonios y objetos hallados que podrían cambiar el rumbo de la investigación, según ha informado el diario australiano Herald Sun.

Entre las pruebas más relevantes se encuentra la declaración póstuma de Elisabeth Gribble, una enfermera quirúrgica que aseguró ver a Terry hablando con el principal sospechoso del caso, Raymond Jones, en el interior de una camioneta color beige en el mismo lugar donde fue visto por última vez.

Gribble, fallecida en 2021, dictó a su hija Rowena lo que presenció en 1975. Su testimonio, corroborado por otra enfermera que trabajaba con ella, forma parte del nuevo dosier entregado a las autoridades.

Jones, entonces de 23 años, estaba en libertad bajo fianza por un delito sexual contra un menor en Ballarat (otro lugar de Victoria). Aunque ha negado su implicación, reconoció que circuló por la carretera a las 17:00 horas de ese día, coincidiendo con la desaparición de Terry.

El hermano de Terry, Daryl Floyd, ha sido una figura constante en la lucha por esclarecer el caso. “Lamentablemente, he perdido toda la fe y la confianza a lo largo de muchos años. No debería ser el caso de ningún miembro de la familia”, dijo.

Por su parte, el exdetective ha sido crítico con la actuación policial desde el inicio del caso. “Hasta ahora, la investigación ha sido de absoluta incompetencia, inacción y pérdida de pruebas”, afirmó.

Señala, por ejemplo, que una prenda machada de una camioneta de Jones (posiblemente con sangre), fue extraviada por la policía y que otras pruebas materiales, como un collar de plata y un zapato encontrados en una mina cercana, no han sido procesadas adecuadamente.

Los indicios apuntan hacia la mina Morning Star, ubicada en Bung Bong Hill, a solo 200 metros del último avistamiento de Terry. Daryl Floyd busca fondos gubernamentales para excavar completamente la mina. “Creo que su cráneo o su fémur están allí abajo”, señaló.

Además, Bezzina cuestiona las coartadas presentadas por Jones y otro hombre vinculado al caso, Graeme Wardlaw. Ambos alegaron estar trabajando en un taller mecánico la tarde del crimen.

Sin embargo, testimonios del dueño del establecimiento y del propietario del coche supuestamente reparado indican que el taller estaba cerrado y que el vehículo no había sido llevado para ningún arreglo. “Si la policía no hace su trabajo, lo haremos por ellos”, sentenció Bezzina.

Por otro lado, la Policía de Victoria mantiene una recompensa de un millón de dólares australianos (aproximadamente 560.000 euros) por información que conduzca al arresto y condena de los responsables.

Aunque no se han realizado comentarios adicionales mientras el caso está bajo revisión forense, un portavoz reiteró que “el caso sigue abierto y la policía está siempre preparada para actuar ante nueva información”.

Daryl Floyd continúa presionando para que se haga justicia. “Vamos a resolver el caso de mi hermano”, dijo. “No estamos hablando de una mascota, estamos hablando de un niño inocente de 12 años, que fue secuestrado de la calle y asesinado”.

El forense deberá decidir ahora si el volumen y la consistencia de las nuevas pruebas justifican una segunda investigación oficial, medio siglo después de la desaparición de Terry Floyd.